《Capítulo 7》

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BRENDA

CAPÍTULO 7

—Adiós mamá, cuídate mucho por favor, y tómate todas tus pastillas, ¿de acuerdo? —la abrecé dándole esas pequeñas indicaciones.

Mi mamá asintió despidiéndose de mi con un beso en la frente, después mi papá se acercó y se ofreció a llevarme. Ambos subimos al auto y desde la ventana pude ver a mis hermanas con mamá fuera de la casa, todas se despedían con la mano al igual que yo.

Los pequeños mellizos aún seguían durmiendo, sin embargo, no pude evitar irme sin antes darles un beso mientras dormían.

—Gracias por traerme papá. —agradecí sonriendole.

—No hay de qué, mi niña... ten un buen día en el trabajo —se inclinó para abrazarme, le besé la mejilla y salí del auto.

Esperé a que se fuera, realmente deseaba de que las palabras de mi papá fueran ciertas y en verdad tuviera un buen día en esta empresa, pero sobre todo, con mi jefe...

Cuando por fin entré a la empresa, saludé a toda persona que veía, los que fueran conocidos y los que no, aún era temprano así que no era de extrañar de que hubiesen muy pocas personas en la recepción incluyendo a los guardias.

Tomé el ascensor y oprimí en botón del último piso. A medida de que el último piso se iba acercando, por alguna extraña razón comencé a sentirme incómoda, mis manos estaban temblando ligeramente y mi cara se sentía sudada.

Por fin había llegado. Respiré profundamente y arreglé mejor mi falda, la camisa y mi bolso sobre mi hombro. Iba caminando atravesando todos los cubículos de trabajo de los otros empleados y era un poco escalofriante y solitario pasar por aquí sin haber nadie.

Absolutamente nadie...

Llegué a mi puesto de trabajo, mi escritorio, y mis piernas temblaron un poco al no ver a Thania sentada en su habitual silla. Ni siquiera ella había llegado aún.

Presiento que estaré perdida.

Ignoré esos pensamientos de mal agüero y acomodé mis cosas en su lugar, encendí mi computadora, arreglé algunos papeles encima de mi escritorio hasta que por fin pude sentarme, sin embargo, mi paz mental fue interrumpida por una voz varonil y gruesa.

—Señorita Ortega. —el señor Valente provocó que diera un respingo en mi propio asiento.

Automáticamente me puse de pie dándole la cara.

El Vicepresidente iba vestido con un traje gris que le quedaba como anillo al dedo, se veía sumamente impresionante, como si todas las mañanas no fuera él quien le diera el "Buenos días" al sol, sino el sol se las diera a él por lo magnífico que se ve.

—Buen día, señor. —junté ambas manos delante de mi falda.

—¿Por qué no entró inmediatamente cuando llegó? —su pregunta fue repentina al estar más cerca de mi.

Bajé un poco la mirada empujando mis lentes sobre mi nariz un poco para distraerme, después levanté el rostro mirando al señor Valente de cerca.

—Discúlpeme, sólo estaba poniendo todo en orden. —me excusé señalando en el proceso mi escritorio ordenado.

—Entre. —ordenó haciéndose a un lado para que yo entrara primero.

Obedecí a su orden y el Vicepresidente me siguió cerrando la puerta tras de sí. Que inaudito, debe de estar enojado o algo, ni siquiera fue capaz de responder a mis buenos días hace un momento y por teléfono. Que arrogante.

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora