《Capítulo 14》

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Antes que nada, quisiera decirles que si les está gustando esta historia podrían darle una oportunidad a mi primera novela, se llama Pasión Espontánea, está completa y no tiene muchos capítulos, la trama es buena, otras chicas me han dicho que les ha encantado entonces yo creo que sí les interesará a ustedes.

Tiene romance, +18 y obvio que todos empezamos como desconocidos.
La pueden encontrar en mi perfil, ya saben, si gustan vayan y denle mucho amor.


BRENDA

CAPÍTULO 14

—No mire por favor, señor Valente. —le pedí dándome la vuelta con un brazo en mis pechos y la mano en mi trasero.

—¿Por qué no lo haría? —torció sus labios en forma de sonrisa, una risita ronca y amarga entonó en su garganta.

Parecía divertido con la situación, levantó un brazo y señaló hacia el perchero que había en una esquina con su saco encima.

—Si quiere puede ponerse eso. —estaba siendo amable, ¿conmigo?, y él pareció notar mi desconcierto. —No querrá que media oficina vea sus calzones, ¿o si? —no pudo evitar reírse de mi.

En instantes mi rostro parecía una tetera de lo roja y enojada que estaba, rechinaba mis dientes cuando lo miraba, caminé hasta el perchero para tomar su saco sin ni siquiera decirle gracias o pedirle autorización, ya de todos modos me lo había ofrecido.

Me amarré el saco en la cintura para así tapar el agujero en mi falda, el Señor Valente se puso de pie antes de que yo retomara el camino directo a la puerta.

—¿Ni siquiera va a agradecer? —su aliento a Whisky choca contra mi rostro, acelerando mi corazón y encendiendo las alarmas internas de mi cabeza.

—Cuando usted se disculpe.

¿Al fin pude ser capaz de decir tales palabras?, probablemente me siento valiente porque mi jefe está en un estado sensible en el que es mínima la posiblidad de que pueda despedirme.

Formulé aquella frase recordando algunas escenas en las cuales nunca se tomó el tiempo de agradecer, o que me decía cosas para hacerme sentir mal sin él saberlo, o... simplemente lo hacia porque lo satisfacía.

Me daba más coraje el pensar en aquella posibilidad.

—¿Disculparme?, no tendría por qué hacerlo. —refutó tan cínicamente.

—Acaba de decirme que tengo calzones. —apreté tanto mi dentadura que sentí una presión en mis sienes.

—¿Y no los tiene? —se atrevió a acercarse más, arrinconando mi cuerpo contra el borde de su escritorio.

—S-señor... será mejor que...

—¿Qué me aleje? —terminó la frase por mi, enseguida me atreví a asentir con ímpetu. —Ortega, ¿por qué no mejor me obliga a hacer eso? —rozó sus dedos contra mi piel ya sudorosa.

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora