《Capítulo 74》

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BRENDA

CAPÍTULO 74

Me moví cómodamente sobre la cama, sintiendo las sábanas de seda tan finas haciendo fricción en mi piel desnudo. Mi cuerpo entero se estremeció ante el inesperado agarre en mi cintura, giré un poco mi cabeza para ver el rostro de Ignacio reposando sobre una almohada, con sus ojos cerrados, labios rectos y resecos pero con un color carmín en ellos, se veían tan provocativos y sobretodo espléndidos ante la luz del sol que se esparcia por toda la habitación atravesando las delgadas cortinas de seda blanca en los ventanales enormes del cuarto.

Hago el amago por levantarme pero Ignacio enrolla más su brazo a mi cintura. Le sonrío aún sabiendo que no me puede ver, pero es que, todo lo que él me hace y lo que me provoca son cosas tan dulces y buenas, mi corazón sólo puede estar más que hinchado de alegría.

Había pasado una mala semana por la pérdida de aquel ser... de aquel pequeño...

Y como por arte de magia Ignacio logró hacerme olvidar ese momento tan triste de mi vida. Pudo lograr sacarme una sonrisa sin mucho esfuerzo, me temo que le esté dando más de la atención que debería de darle a él y a lo nuestro...

Lo nuestro...

Siempre pienso en ello. En nosotros, en lo que tenemos, ¿qué somos?...

Si tan sólo pudiera leer su mente, en saber qué es lo que piensa de mi. En si ve en mí un refugio, o simplemente una amante... algo pasajero.

Por quinta vez intento levantarme hasta que por fin Ignacio se da la vuelta quedándose profundamente dormido. 

Estando de pie envuelvo mi cuerpo en una de las sábanas que había en la cama, camino despacio para no hacer ruido y me llama la atención un ramo de rosas que había dentro de un florero sobre una mesa de cristal en una esquina de la habitación.

Me acerqué a las rosas y tomé una, con delicadeza rozo las puntas de mis dedos sobre los pétalos pensativamente, cómo si esa acción me fuera a dar las respuestas que necesitaba.

Las comisuras de mis labios se alzaron y como niña traviesa me acerqué a Ignacio, me inclino un poco y con la misma rosa le toco la nariz. Él arruga la nariz y mueve la cabeza con los ojos cerrados, vuelvo y con la rosa dibujo una línea sobre su mejilla, esta vez se despierta con el ceño fruncido, me ve y cambia su molestia por una sonrisa lobuna mañanera.

—Buen... buen día. —musitó con la voz extremadamente ronca y sexy.

Muerdo mi labio observando como se sienta en la cama exponiendo su extremadamente candente cuerpo.

—B-buenos... días... —aún no estaba acostumbrada a verlo así por las mañanas. Bajé la mirada apenada y fue cuando Ignacio aprovechó para tomarme de la muñeca y sentarme sobre su regazo.

—Es de mala educación interrumpir el sueño ajeno. —dice, atrapando el lóbulo de mi oreja con sus labios causándome cosquillas. Me retuerzo con gracia sobre él.

—Para, para. —me reí con ganas.

—Si me lo pides de buena manera lo haré.

—¿Por favor? —reí de nuevo. —Vale, lo siento. —lo encaro plantandole un beso corto en los labios.

—Así no. —sujeta mi nuca y junta nuestros labios devorándose con fervor. —Así... —gruñó.

Deslizó tanteando sobre la única cosa que cubría mi cuerpo, lo tomó con fuerza e hizo que eso desapareciera para tenerme desnuda a su completa merced.

Se deleitó con sus ojos preciosos brillantes y humedeciendo un poco sus labios al morderlos. 

—Quiero oírte decir que eres completamente mía, Brenda...

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora