《Capítulo 32》

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BRENDA

CAPÍTULO 32

—Abogada... —masculló el señor Valente en dirección hacia Margo.

—Señor Valente. —repitió ella con el mismo tono.

Desde mi posición logré observar el intercambio de miradas que se dedicaban mi mejor amiga y el señor Valente. Tengo en cuenta que desde que comencé a trabajar con el señor Valente como su secretaria, a Margo jamás le ha agradado, y tengo la clara certeza de que me ahorcaría si se enterase sobre del por qué estoy involucrada justamente con él.

—Bueno, lo dejo para que siga disfrutando de su... —parecía titubear por un momento. —Compañía... Que extraño, ese vestido me parece familiar. —comentó Margo, seguramente sospechando de que son pocas las chicas con mal gusto que podrían utilizar un vestido como este en un club nocturno.

—¿De verdad?, ¿será porque también posee uno? —habló burlesco mi jefe. Cosa que provocó unas inmensas ganas de morderlo de nuevo en la pierna.

—Señor Valente, pero que gracioso es usted. —fingió simpatía pero capté su sarcasmo.

—Sí, si, ¿por qué no mejor se va por ahí para ver a quién puede llevar a un juzgado? —insinuó para que Margo se marche. Probablemente vio mi rostro de pánico y me está ayudando, o simplemente no le cae bien mi mejor amiga y quiere que desaparezca.

—Bien. —no soy capaz de voltear mi rostro para verla, porque si lo hago me verá pero, estoy segura de que tiene una cara de encabronada. —Que la pasen bien. Y señorita... no creo que un hombre que sea capaz de ponerla de rodillas en público se merezca respeto por parte de las mujeres.

—Amanda puede ponerse de rodillas cuando le dé la gana sin siquiera yo pedírselo. —cruzó sus brazos inflando su pecho. En serio que su actitud de ahora es para tenerlo plasmado en la memoria.

Actúa como un niño caprichoso.

—Ah, ¿se llama Amanda su cachorrita? —cuestionó. Mordí mis labios con indignación por llamarme así, aunque Margo crea que soy otra mujer.

Diablos, ya quiero que se vaya para levantarme, mis rodillas están más que adoloridas y mis muslos adormecidos, además, la distancia entre la entrepierna de mi jefe y mi cara es menos de lo que debería ser.

—No creo que sea apropiado llamarla así. —torció sus labios con suficiencia, sabiendo que mi propia amiga me llamó de esa manera. Quiero llorar.

—Apropiado o no, que mala suerte la de ella. —vi por el rabillo del ojo que sacudió su cabello largo mientras se volteaba para marcharse con aire de diva espectacular empoderada.

Ay... adoro a mi mejor amiga, aunque me insultó inconscientemente pero me lo merezco.

—Ya puede salir de su escondite, Ortega. —se inclinó para servirse otro trago, y antes de que se lo llevara a la boca lo detuve apartando el vaso de sus labios. —¿Qué pasa? —frunció el entrecejo.

—No debe de beber más... —coloqué el vaso sobre la mesa. —Ya tomó suficiente, y gracias por no delatarme con Margo.

—¿Por qué agradece?

—¿Qué por qué? —él asintió enarcando una de sus gruesas cejas tupidas. —Porque... Margo es mi mejor amiga... y no quería que me viera con usted... sin ofender...

—¿Era por eso?, yo sólo quise que se fuera porque no la soporto. Y dije otro nombre porque aún no quiero que personas externas se enteren de lo nuestro. La verdad es que no tenía ni idea de que ella y usted se conocían.

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora