《Capítulo 25》

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BRENDA

CAPÍTULO 25

—Púdrete, Ignacio. —masculló la señorita Reyes para después ir en dirección a la salida de la mansión.

Se fue con evidente furia brotando por los poros de su piel, en definitiva el Señor Valente y yo la habíamos sacado de las casillas con nuestro beso en presencia de ella. Nosotros nos mantuvimos quietos hasta que no la visualizamos más, mi respiración seguía un poco alterada, me sentía agitada y más porque fue un beso intenso que perturbó la tranquilidad de la señorita Reyes y avivó más el fuego entre el Señor Valente y ella.

—Ya se le pasará. —comentó el Señor Valente ocultando sus manos dentro de sus bolsillos del pantalón.

—¿Usted cree? —le cuestioné, aunque tenía la pequeña sensación de que no iba a dejar ir al señor Valente así porque sí, contando que ahora debe de odiarme.

—No se preocupe señorita Ortega. —rió, al dejar de hacerlo mantuvo una pequeña sonrisa en sus labios; los cuales se encontraban rojos e hinchados, al percatarme de ello bajé la mirada con vergüenza y timidez. —Mejor terminemos de visitar a mi madre y la llevaré a donde usted quiera.

—Usted tenía razón. —afirmé mirándolo de nuevo.

—Ah, ¿en qué?, si se puede saber. —cruzó sus brazos por encima de su pecho, detallando mi rostro desde su posición.

—En que... deberíamos de... ya sabe... tratarnos como una pareja normal estando fuera de la oficina... —hablé, no muy convencida de dichas palabras. —Es que... su hermana casi nos descubre y después la señorita Reyes. Claro, es inevitable no dirigirme a usted de la manera correcta ya que es mi jefe y yo soy su...

—Lo comprendo, señorita Ortega. -concordó, y por alguna razón amplió más su sonrisa. —O mejor dicho, Brenda.

—Sí, bueno, tengo que llamarlo por su nombre de pila... —mis manos estaban inquietas por la inquietud, duda y nerviosismo. Guardé un mechón de mi cabello detrás de mi oreja e intenté no dirigirle más la mirada.

Mi jefe me indicó que fuéramos de una vez por todas al patio, donde se encontraban su madre y hermana, al hacerlo, las encontramos platicando agradablemente y riendo con sutileza, era como si dieran a entender de que no querían que las escucharan, eso provocó un revoltijo en mi estómago, además de una sensación desagradable en el pecho.

Terminamos por acercarnos a ellas, estaban sentadas una frente a la otra, Valentina cruzada de piernas con la espalda recta como su madre, y susodicha con una taza de café en las manos a punto de llevarla a su boca pero antes de eso se levantó para abrazar a su hijo.

—Que bueno que viniste, hijo mío, pero demoraste en aparecer, la verdad. —le reprochó al final a su hijo.

—Nos quedamos conversando con Chloe, madre, lamento llegar tarde. —le acarició la mejilla a su mamá.

—No importa, igual tomen asiento. —nos ofreció antes de sentarse ella.

—¿Chloe se fue, hermano? —preguntó Valentina y el Señor Valente asintió. —¿Y por qué no se despidió de mi? —frunció su ceño, claramente empezando actuar indiferente.

—No lo sé, Tina, quizá se le presentó algo. —excusó mi jefe, tomó una de las sillas y la retiró para ofrecerme el asiento, llevé mi trasero a la silla que estaba justamente al lado de su hermana menor. —Además, si quieres hablar con alguien para eso está Brenda, ella también puede ser tu amiga. —finalizó terminando de sentarse.

—Ah, cariño... sabes que tu hermana le tiene muchísimo aprecio a Chloe desde que era chiquita, ella no podría aceptar la amistad de alguien así como así. —justificó la madre, algo que me pareció ridículo, con todo el respeto del mundo, pero ya Valentina estaba grandesita como para que su mamá opine por ella.

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora