《Capítulo 16》

7.1K 388 57
                                    

BRENDA

CAPÍTULO 16

—Hemos llegado, señor.

La voz del chófer anunciando nuestra llegada a la gran y extravagante mansión de la familia Valente causó un estrepitoso sentimiento de temor acunándose en mi pequeño pecho, otro hombre en un traje elegante de pingüino nos abrió la puerta, ofreció su mano para ayudarme a salir, con la mano ligeramente temblando se la tomé, parecía que el hombre alto que sostenía mi mano había notado lo nerviosa que me encontraba, simplemente salí por completo del auto respirando profundamente llenando mis pulmones de aire fresco, se sentía delicioso y relajante la débil brisa que cruzaba por medio de la noche.

—Por favor toma mi brazo. —el señor Valente levantó su brazo a mi lado, elevé un poco mi mentón para verlo mejor, y ciertamente ese hombre, quién era mi jefe, se veía realmente imponente y atractivo haciendo juego con la noche.

Entrelazamos nuestros brazos con sutileza, observé que en el perímetro se encontraban unos cuántos hombres uniformados con camisas azules y sacos negros, siendo ellos hombres de vigilancia, en cambio, los que eran sirvientes estaban llevando puesto un traje de pingüino cómo lo mencioné con el hombre alto que abrió la puerta del coche.

En frente de nosotros había un camino rocoso de pierdas negras y blancas muy llamativas, mientras caminábamos miraba a todas partes disimulando lo impactada que estaba, pero por supuesto, era obvio que tendrían que vivir en algo similar a un castillo. Habían muchos árboles alrededor, la mansión estaba ubicada en medio de un terreno extenso, tenían flores silvestres plantadas en diversos lugares que parecían ser específicos para deslumbrarse con su belleza, todo era impresionante y presentía que algo en mi vida iba a cambiar en esa noche.

—Buenas noches joven. —quién nos abrió la puerta fue un hombre mayor, que seguramente sería el mayordomo. Era de estatura promedio al igual que yo, con cabellos blancos como copos de nieve, la tes pálida con sugerentes arrugas en su alargado rostro con ojos cafes.

—Buenas noches Rodolfo, ¿todos se encuentran en casa? —mi jefe le sonrió al mayordomo mientras deshacía nuestro contacto en los brazos y posaba su mano en mi cintura, acto que causó un cosquilleo en el estómago.

—Todos se encuentran esperando por usted, señor. —indicó el mayordomo respondiendo a la pregunta del hombre.

El hombre del cuál me estaba dejando arrastrar por la espaciosa casa hasta una entrada; la cual sospechaba que seria la sala, antes de que el mayordomo; quién nos acompañó hasta aquí, iba a abrir la puerta, el señor Valente se acercó a mi rostro por un costado y susurró:

—Mantén la mente fría y tu espalda recta... —paseó su mano por la fina tela del vestido en mi espalda haciendo que reaparecieran los hormigueos en mi estómago, pecho y por toda la línea que dibujó al pasar su mano. —También quiero que se comporte adecuadamente cómo mí novia, ellos no deben de sospechar de que es una farsa. —finalizó alejándose de nuevo y entrelazando nuestros brazos.

Al cabo de un minuto, el mayordomo entró a la habitación en la cuál estaban presentes más de diez personas. Mi cuerpo se tensó por completo al tener tantos ojos sobre nosotros, noté que en el instante que entramos todos hicieron silencio para detallarnos mejor, observé el suelo por un segundo ocultando la inseguridad reflejada en mis ojos, pero recordé las indicaciones de mi jefe, respiré con lentitud para luego elevar mi mentón hacia los presentes.

—Señores, señoras, acaba de llegar el joven Ignacio. —anunció el mayordomo a pesar de que ya prácticamente todos nos están viendo.

—Ignacio, hijo mío... —se nos acercó la madre de Ignacio. Esa mujer era de admirar, ya tenía la dicha de conocerla por cuestiones de trabajo, al igual que la encontraba en algunos eventos de caridad cuando acompañábamos al señor Valente.

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora