《Capítulo 39》

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BRENDA

CAPÍTULO 39

Aún me sentía petrificada por las palabras que me había dicho el señor Valente.

No podía creerlo, no podía creer que el mundo estuviera inclinado en mi contra, lanzándome todas las cosas malas o porquerías encima, así como la enfermedad de mi madre, las deudas de su tratamiento que fueron pagadas por mi jefe a cambio de cumplir con el trato que por ingenuidad y desesperación tuve que firmar, dejando en claro que mi vida estaba en sus manos por un corto período, cuando se canse definitivamente del maldito juego en el que me encuentro.

—¿Desean algo más? —la voz del mesero me saca del profundo ensimismamiento en el que estuve por unos minutos.

—No, así estamos bien, gracias. —musitó, y percibí que su voz se oía más ronca y profunda de lo común, probablemente se encontraba enojado por la llamada que había tenido hace unos momentos.

Estábamos en esta cafetería común para alejarnos de los periodistas, y para que mis nervios se disiparan un poco, por lo menos para verme tranquila delante del señor Valente, aunque desde que me habían traído el café no probé sino una sola vez y fue como si ese trago quemara mi alma por completo, mi piel se mantenía arizca, como si me estremeciera cada que sentía la mirada pesada del señor Valente sobre mi, y por ende, mantenía mi cabeza gacha como una completa cobarde.

—¿Quiere que la lleve a la casa de sus padres? —ofreció.

Antes de venir aquí, me había llevado al hospital para que chequearan la herida en mi cabeza, él se mantuvo en todo momento junto a mi sin separarse aún estando en el mismo consultorio para que el médico hiciera bien su trabajo, se está portando un poco más amable de lo habitual, aunque, eso no quita que mantenía su cara de pocos amigos cada que lo miraba.

Tenía algunas llamadas perdidas de mi padre, y Margo insistía en que le contestara las llamadas para hablar conmigo, sin embargo, no era capaz de oír sus voces llenas de preocupación, eso me haría sentir aún peor de lo que ya me siento.

Mi pecho se contrajo al imaginar a las personas que más me importan en este mundo en un estado de preocupación y angustia por mi culpa.

—¿Quiere estar sola? —deslizó con cautela su mano sobre la mesa y tomó la mía con mucha delicadeza.

Resbalaron unas pequeñas lágrimas por mis mejillas pero hice el esfuerzo de sonreír negando.

—No sé qué es lo que quiero hacer... —limpié mis mejillas con el torso de mi mano libre. El señor Valente apretó levemente mi mano y lo observé.

—¿Por qué no mejor llama a sus padres?, e notado que no atiende a ninguna de sus llamadas. —miró por un segundo mi celular sobre la mesa y posó sus ojos sobre los míos. —Deben de estar muy preocupados por usted.

—Tienes razón... —dejé caer mi cabeza hacia delante sosteniendo mi frente con mano, la pasé sobre mi cabello hacia atrás dejando escapar un suspiro.

Me sentía realmente agitada, agotada y con los párpados pesados.

—No entiendo porqué todo lo malo me pasa a mi... —pensé en voz alta, e instantáneamente el señor Valente separó su mano de la mía, escondiendo la suya por debajo de la mesa, y cuando lo miré él sólo esquivaba mi mirada.

—A veces son sólo pruebas que nos pone la vida tan jodida, y hay que vivir con ello. —sus gruesas cejas se fruncieron al igual que sus labios, reincorporó mejor sus hombros estando sentado.

—Bueno... —no sé por qué lo percibía tan áspero y molesto. —¿Dije algo malo? —fruncí mis labios mirando la taza de café aún llena, y seguramente ya fría.

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora