《Capítulo 50》

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IGNACIO

CAPÍTULO 50

Había estado con muchas mujeres, ellas eran de alta gama, con clase, otras de pura apariencia luciendo ya que necesitaban dinero, existían infinidades de mujeres despampanantes que darían una pierna sólo por estar conmigo en una cama o que tan sólo las mirara.

Al estar con Chloe había aumentado precipitadamente la tensión entre las chicas que estaban detrás de mi, y de mi fortuna. La cual afortunadamente obtendré sin ningún tipo de problema en un año.

O esa había sido la condición de mi abuela al enterarse de mi rompimiento con Chloe Reyes, por supuesto que no estaba al tanto del engaño de ella, de su traición ya que estaba mal de salud, y antes de morir le dictaminó severamente a mi hermano Nathan en no darme nada si no pasaba un año después de su muerte.

Por suerte estar con esa mujer me hizo ver con más claridad, y era qué, con dinero o sin dinero igual te podrían romper el corazón. Y no hablo de que me haya roto el corazón, eso no tendría sentido ya que claramente no estaba enamorado.

Chloe es una mujer hermosa, respetable, imponente, inteligente, sensual y muy difícil de persuadir pero, su carácter de mierda ya me estaba cansando, así como sus escenas de celos, las cuales si recuerdo me darán risa ya que estando con ella nunca estuve con otra mujer, quizás si me haya fijado en una que otra pero jamás hubo roces o traición carnal.

Durante los años que Brenda trabajó para mí siempre le exigía más, porque en ella veía potencial, la reprendia algunas veces con la intención de que se desenvolviera con más rapidez y tuviera gran agilidad en las cosas, en el mundo de los negocios, en el Imperio que se va creando.

En poco tiempo fui entendiendo de que estaba sembrando miedo, rencor, fatiga en el interior del corazón de Brenda, y eso en cierto caso, aunque no quiera aceptarlo, no me gustó saberlo.

Y ahora, tenerla de espaldas a mi, en simplemente ropa interior, con su corazón latiendo a mil por hora acompañado del mío, y esperar a que ella me hiciera disfrutar de sus manos sobre mi cuerpo era algo que nunca imaginé que pasaría.

En la oficina la veía como la mujer más despreocupada por su apariencia, pero que sin duda se hacía notar por su sonrisa y sus ojos grandes y brillantes, que cada que me veían huían de los míos.

La mujer que se escondía detrás del escritorio con temor a mi persona estaba siendo expuesta por mis manos en su departamento.

Mis labios se extendieron al recordar su sonrojo cada vez que la acechaba en mi oficina, el como sus manos temblaban al querer apartarme y que ahora toma las mías para poder darle placer.

—Podría hacer contigo lo que quiera... —apreté una de sus nalgas con fuerza, recibiendo un quejido bajo que se escapa de sus labios entreabiertos, luego arrecostó su cabeza en mi hombro pero antes de que la besara se volteó.

—Siéntate. —me empujó de los hombros débilmente pero obedecí.

Ella se quedó de pie en frente mío en medio de mis piernas, estaba observándome con el rostro sonrojado pero la lujuria y el deseo se asomaban juntos por sus pupilas dilatadas. Ocultó sus pechos con timidez y creí que era el momento en dónde dice que se arrepiente de todo y se vestirá, sin embargo, me sorprendo al verla deslizar sus manos por sus brazos con delicadeza y después saltar a su abdomen mientras me devora con la mirada.

Estaba actuando de una manera sensual, y eso me estaba encantando demasiado, esa mujer era una mezcla de dulzura y fuego al mismo tiempo. Quería que me quemara con todo lo que su cuerpo emanaba en ese momento, empezó a contonear suavemente sus caderas en un vaivén bailando con sensualidad y lindura.

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora