《Capítulo 90》

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BRENDA

Ha sido difícil esta dolorosa situación, ver a Ignacio postrado en una cama, con sus ojitos azules cerrados me carcome el alma. Así como su hermana Valentina, han estado igual, no se refleja ningún cambio, la señora Valente parece estar desesperada y discute mucho con los médicos ya que ninguno despierta.

Sólo nos piden paciencia, y que pronto ellos mismos despertarán para seguir viviendo. Lo único que deseo es que Ignacio no haya tenido ningún tipo de trauma cerebral, el médico objetó que habían probabilidades en qué perdiera la memoria, al oír su declaración salir de su boca fue como un maldito cuchillo, en verdad sería una bofetada de la vida muy cruel la que me darían.

Ignacio estará bien...

Me repito mil veces mientras tomo su mano, de que todo estará bien y que cuando despierte podremos dormir juntos, comer juntos, reír juntos y sobre todo no me quedaré callada. Le diré cuánto lo amo... Por mucho que me rechace no puedo vivir mi vida sin decirle algo, sin confesarle de nuevo mis sentimientos pero esta vez seré fuerte, a pesar de no ser correspondida de la misma manera, yo sé que me quiere... Le importo demasiado, me lo ha demostrado desde que empezamos el contrato.

Hubiera querido que nuestra relación se diera en otras circunstancias, pero me río de que no hubiese sido divertido eso. Lo cotidiano y normal no trae aventuras y un torbellino de emociones. Por mucho que suframos, lo descabellado e impredecible siempre nos va a emocionar mucho más. Tanto que nos alienta a vivir al límite.

Extraño ver la sonrisa de Ignacio, siempre le leo algo, le converso sobre mis inquietudes y yo sé que no tengo que pensar en el accidente porque me pone mal, pero nadie me quita de la cabeza de que quien quiere hacerle daño a Ignacio está muy cerca de nosotros o de él.

Me aparto de la ventana de la habitación de Ignacio en la clínica, cierro las cortinas para que la luz del atardecer no le moleste en la cara a Ignacio, ya podría imaginármelo fruncir el ceño porque la luz le molesta en los ojos.

Sonrío solamente de pensar en eso.

Cómo quisiera verlo y no sólo que se refleje en mi cabeza.

Me posiciono a un costado de la cama y entrelazo nuestros dedos, comienzo a acariciar su mano lentamente mientras observo con amor sus facciones. Me inclino para besar sus labios fríos y le susurro algunas cosas.

—Eres atractivo aún con moretones en el cuerpo, mi amor. —beso su mejilla. —Estoy segura de que si me escucharas decir eso se te inflaria el ego. —seco rápidamente una lágrima de mi mejilla. —Tienes que despertar. Abre tus hermosos ojos, te necesito...

Siempre se lo decía...

Vuelvo a secar otra lágrima y alguien abre la puerta despacio. Me reincorporo con el rostro neutro y Chloe me mira con soberbia.

—Ash, estás aquí. —manifiesta terminando de cruzar la habitación y posarse al otro lado de la cama de Ignacio. Las dos intercambiamos miradas no muy amistosas. —Creí que te habías marchado con mi hermana y su prometido, pero ya veo que no.

—Decidí quedarme un poco más. —por alguna razón se lo explico pero eso no me molesta, la ignoro y acomodo las sábanas que cubren a Ignacio. —¿Y tú por qué estás aquí? —interrogué.

—Óyeme, primero: no me hables de tú, segundo: puedo venir a ver a Ignacio cuántas veces se me pegue la gana. Y tercero: ya puedes irte despidiendo de tu empleo porque vaya que tienes muchas faltas en el trabajo. —cruza sus brazos viéndose empoderada pero no le daría el gusto de sentirse así.

—Primero: no eres mi jefa como para decirme eso. Segundo: estoy cuidando de mi novio. —recalco para que se retuerce de coraje. —Y tercero: ni tú ni nadie está por sobre mí como para no tratarlo de tú, ¿o prefieres que le llame de otra manera?, porque tengo muchas ideas. —muevo mis labios de lado victoriosa.

ATADA A MI JEFE ||J&S. COMPLETADonde viven las historias. Descúbrelo ahora