¿Por qué tú?/ Yoonkook

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Solo quiero decir que no quiero que lloren porque no me gustaría saber que lo hicieron por mí culpa, ya se que mi historia es algo no lo se pero debe ser así, debe haber tanto drama y sentimientos encontrados.

No quiero hacer sufrir a Yoongi y mucho menos a los demás, solo disfruten, los dejó leer porque me estoy desviando del tema principal.

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Miraba el hermoso atardecer de aquélla hermosa tarden, esperando paciente por la llegada de su madre, sus gatunos ojos miraban con maravilla la hermosa tarde de aquél día, no sabía como sentirse, después de semanas lejos de su madre la volvería a ver, solo para así sentirce completo y cálido en sus brazos; porque era así, su madre le transmitía esa hermosa sensación de sentirce querido y cálido con tan solo escuchar las palabras dulces que salían de los labios de su madre, se sentía protegido, completo. Una camioneta negra se detuvo enfrente de la cerca y el pequeño pálido se levanto de las escaleras y corrio a los brazos de la bella mujer que acaba de salir de aquél vehículo.

-¡Mamá!- no importaba la edad que tuviera o el día que fuera, siempre iba a resivir a su madre de esa forma tan motivada y eufórica, era digno de apreciar.

La bella mujer sonrío acariciando las hebras negras de su pequeño- Mi hombrecito- sonrío haciendo notar sus encías, ya sabía de dónde salió esa peculiar sonrísa de encías.

No importaba los días que pasarán o las horas, siempre se emocionaba con la simple precencia de su madre, esa bella mujer que le volvia los días tristes y nublados a, llenos de luz y sonrísas. El pelinegro miro a su mamá y admiro su belleza, amaba tanto a su mamá que no existía amor a otra persona que no fuera ella, tanto calor que le transmitía con solo una pequeña caricia, era felíz. El pálido mostró sus encías en una perfecta sonrísa.

-¿Cómo se la paso mi hombrecito?- la bella mujer acarició el pálido rostro de su hijo, esté feliz brinco en su lugar con tanta emoción, ya esperaba con ansias esa pregunta.

-Muy bien aunque no tanto porque no estabas tú, pero bien- susurro con sus ojos brillando en resplandor, la bella mujer sonrío con ternura por lo tierno que era su pequeño- Aprendí algo nuevo, ven mamá- la jalo del brazo y la mujer a carcajadas siguió a su emocionado hijo, amaba cada vez que después de un largo viaje y tantos problemas, llegará y encontrará a su pequeño en las escaleras de su casa esperando por ella para mostrarle las miles de maravillas que su pequeño hacía para ella, solo para ella iban todas esos miles de aprendizajes que su pequeño hombrecito hacía.

Se adentraron a la enorme casa, la bella mujer fue conducida a la sala de música que sabía claramente; era el lugar favorito de su pequeño, el pelinegro miro el piano con tanto deseo de poder tocarlo para su mamá, después de estar practicando todas las tardes después de volver de la escuela, era momento de mostrar su avanzado conocimiento a la mujer que mas amaba en el mundo, así enseñándole la gran conexión que había sentido al tocar las teclas del viejo piano, volviéndose su compañero y salvador contra el mundo. Dejo un banco en el que su mamá pudiera sentarce y sentirse comoda, el pelinegro se sento en el banco dejando que sus piernas se columpiaran por lo cortas que eran, suspiró profundamente para después dejar salir todo el aire acomulado en sus pequeños pulmones, cerrando sus pequeños y gatunos ojos en el acto; una melodía se hizo presente en esa sala, dandole vida y color a aquélla solitaria y silenciosa casa. Los orbes marrones de la bella mujer brillaron en resplandor al ver como su pequeño tocaba con tanto sentimiento, como si fuera él y el piano, siendo uno solo; los pequeños dedos del pelinegro se movían delicadamente haciendo sonidos hermosos que volverían loco a cualquiera, una melancólia perfecta y placentera, la bella mujer no lo podía negar, su hijo era el mejor y estaba orgullosa por eso; pequeñas gotas resbalaron de sus pequeños ojos marrones, su pequeño ya no era tan pequeño.