Capítulo XXXIII

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Escuchar los aplausos me hace prestar atención y dirijo mi vista al frente, donde los novios están dándose su primer beso de casados.

Al poco tiempo todos pasamos del jardín delantero al trasero; donde se encuentra la larga mesa ubicada en medio del lugar. Eduard y yo nos acercamos a los novios y estos se encuentran acompañados por la familia de Jin, les sonrío a los dos hombres, a la mujer y a la niña, y me acerco a abrazar a mi tía, luego le doy un beso en ambas mejillas a su esposo.

— ¡Felicidades a los novios! No saben lo dichosa que me siento por esta unión. Tía Sia, por fin llegó a tu vida el hombre que te hizo cambiar de opinión con respecto a no dejarte ser amada y tú, Jin, gracias por amarla, gracias por hacer que se diera la oportunidad de amar de nuevo —Alessia sonríe y Jin la mira con adoración.

— No agradezcas, Maddison, soy yo quien está agradecido con Alessia, ella me demostró que es posible volver a amar cuando creíste haberlo perdido todo —ambos se quedan viendo embelesados y son interrumpidos por un carraspeo—, oh, sí, lo siento. Maddison, Eduard, estos dos hombrecitos son mis hijos, el mayor es Adrien y el menor es André —ambos sonríen y nos damos un apretón de manos, puedo percibir que la sonrisa de André es forzada y hasta lo siento incómodo, lo cual me extraña, hace unos meses Alessia me dijo que los hijos de Jin no estaban en contra de su relación, pero André pareciera que no quisiera estar aquí—, ella es Fleur, mi nuera —la hermosa chica se acerca y nos besa ambas mejillas. De verdad que es linda la mujer, tiene el cabello oscuro, pero no llega a ser negro; sus ojos son azul oscuro, tan oscuros que podrían confundirse con el negro; y su piel es rosada, como la mía—, y esta beba es mi nieta —la detallo y es igual a su padre, pelinegra, ojos miel y piel blanca.

— Un gusto conocerlos, los dejamos conversar, por cierto Fleur, ¿No te parece que es una injusticia que nosotras los carguemos nueve meses y ellos terminen pareciéndose a sus padres? —ella ríe por mi comentario y Eduard y yo nos retiramos.

18 de junio de 2023.

Abro los ojos lentamente, bostezo y me estiro, me siento y veo la hora en el despertador, son las siete y media de la mañana, miro a Eduard y está dormido, ayer tuvimos una noche un tanto activa y yo seguiría durmiendo si no es porque tengo que prepararle la sorpresa a Eduard.

Este va a ser el primer día del padre que celebra y quiero consentirlo, le beso la frente y me levanto, vuelvo a bostezar y me dirijo al baño para hacer mis necesidades.

Salgo de la habitación y antes de ir a la cocina paso por la habitación de mi hijo, veo el televisor prendido y a mi hijo comiéndose una manzana, me saluda y me dice que tenía hambre, niego sonriente y dirijo a la cocina, saco los ingredientes y me dedico a preparar el desayuno favorito de Eduard.

— No sabes cuánto adoro verte aquí —dejo la mezcla en el horno, me acerco a Eduard y de un salto enrollo mis piernas en su cintura.

— ¡Feliz día! —beso la punta de su nariz y luego sus labios, al principio solo es una presión, pero luego el comienza a mover sus labios y yo lo sigo, mientras nos besamos con mis dedos le acaricio el rostro, este hombre de verdad que se ha convertido en mi perdición.

— Gracias, Ojazos chispeantes —dice cuando nos separamos.

— Te amo, gran papá —él sonríe a la vez que aprecia mi rostro.

— Y yo te amo a ti, Maddie, no sabes cuánto.

— ¡Papi! —Escuchamos el grito de nuestro hijo, a lo que me bajo y cuando mis pies tocan el suelo Lenin aparece y abraza la pierna de su papá—, ¡Feliz día, papá! —Eduard se agacha y deja que este lo abrace bien—, ¡Eres el mejor papi del mundo! Gracias por volver —sonrío enternecida y Eduard me ve con los ojos cristalizados.

¿Nuestro "Felices Por Siempre"?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora