Capítulo XXI

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Ryan se fue luego de que salió del baño, alegando que tiene que arreglar unos detalles para la inauguración del edificio que será el sábado, no le presté mucha atención a su actitud y me dispuse hacer todas las tareas que tenía, mientras tanto mi hijo sería cuidado por mi madre.

Escucho la puerta abrirse y miro la hora y son las siete y media, pasé toda la tarde haciendo los deberes.

Guau, con razón mi estómago está rugiendo desde hace rato, no he cenado.

¡Mami! Escucho a mi hijo llamarme y le grito que estoy en el comedor, me gusta hacer las tareas aquí—, ¡Mami! —llega a mí y lo abrazo.

— ¡Hola, amor de mi vida! —Lo estrecho en mis brazos, lo lleno de besos y lo escucho reír—, ¿Cómo la pasaste, Len?

— Bien, mami, me la paso genial con Mason y Nat, también con los abuelos y tío Nathan. Voy a lavalme los dientes, pap... Edual me llamalá pala dalme las buenas noches —se baja de mi regazo y lo veo irse.

— No dejó de hablar de Eduard en toda la tarde —me sobresalto y observo a mi hermano aparecer—, es muy feliz teniendo a su padre en su vida.

— Lo sé, y si mi hijo es feliz yo también lo soy, ya no me importa el pasado, si sigo sacándolo a colación todo el tiempo me quedaré estancada y no quiero eso, por el bien de Len, no. Trataré de llevarme bien con Eduard, con tal, estaremos unidos de por vida —me abraza por los hombros.

— Me alegra que pienses así, a mi sobrino le hace bien tener a sus dos padres, pero con respecto a tus sentimientos hacia él, ¿Crees que renazcan? No tuvieron un buen cierre.

— No sé, Nate, pero de lo que estoy segura es que no quiero volver a enamorarme de él, estoy cómoda con Ryan y quiero que siga siendo —digo.

— ¿Si escuchaste lo que dijiste? —lo miro confundida, ¿Dije algo malo?—, una relación no se basa en comodidad ni rutina, sino en amor y retos.

— Mmm —mi celular empieza a sonar.

— Salvada por la campana —se ríe —. Nos vemos, hermanita, y piensa en lo que dije —me besa la frente y se va. Contesto el teléfono y mi hijo aparece—. Buenas noches, Eduard —Len se cuelga de mi e intenta quitarme el teléfono.

Buenas noches, Maddie, ¿Cómo estás? ¿Cómo está mi hijo?

— Muy bien... Len, bájate —río—, te paso al monito —le doy el teléfono y este lo saluda con emoción—, a la cama, mi amor —lo guío a su cuarto mientras lo escucho hablar con su papá y contarle sobre su día. Se acuesta en la cama y lo arropo, salgo del cuarto y me dirijo a la cocina a prepararme algo ligero para comer.

Cuando estoy terminando de comer escucho a mi bebé llamarme, le grito un ya voy y lavo lo que utilicé, camino hacia el cuarto y mi hijo tiene el teléfono en la mano.

— Listo, mami —tomo el teléfono y lo dejo en la mesa de noche—, toy feliz, mami, me gusta tenel un papi y una mami —su gran sonrisa es todo lo que necesito para saber que el que Eduard esté de vuelta es lo mejor que le pudo pasar a mi hijo—, cántame algo, mami —asiento y me acuesto a su lado, empiezo a cantarle mientras le acaricio el cabello; mi hijo se duerme más rápido cuando se le acaricia. Cuando termino la canción hago el amague de levantarme, pero Len me detiene—, quédate conmigo, mami —pide adormilado, beso su frente y nos acomodo de modo que podamos dormir acurrucados y cómodos. Solo bastan unos pocos minutos para que el sueño me venza y me quede dormida.

13 de octubre de 2022.

Estoy nerviosa.

Hoy es la comida en casa de los Volkóv; por suerte, en esa familia no son muchos y a la gran mayoría le caigo bien.

¿Nuestro "Felices Por Siempre"?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora