Capítulo XVI parte 1

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Ya ha terminado la orientación y ahora me encuentro en una pizzería comprando comida para la cena. Cuando me dan las dos cajas y el refresco me voy, estoy saliendo cuando tropiezo con alguien.

Y ese alguien es... Mi padre.

¡Genial! ¡Súper genial!

Lo observo con atención; su cabello rubio está acompañado de algunas canas; sus grandes ojos color celeste brillan más de lo normal gracias a las lágrimas contenidas; no tiene barba y es raro porque él siempre se la deja; y su traje es color negro.

— Hija mía —se acerca a mí y me abraza, me quedo petrificada, pero en un momento de debilidad le correspondo.

La mayoría de las chicas son unidas a su madre, pero yo lo era a mi padre, por eso me dolió mucho que me echara de casa. Cuando recupero la cordura me separo de él y huyo de allí; no estoy lista para hablar con él.

Al llegar al departamento coloco la comida en la mesa y limpio mis lágrimas.

— ¡Mami! —Me volteo y Len viene corriendo hacia mí, lo tomo entre mis brazos y lo abrazo—. ¿Pol qué tienes los ojos lojos, mami? —pregunta frunciendo el ceño.

— Alergia, mi vida —lo dejo en el suelo, en ese momento aparecen Nathan y Bianca—. Vengan a comer —sirvo el refresco y nos comemos la pizza.

Cuando terminamos de comer lavo los vasos y luego acompaño a mi hijo a su habitación, lo acuesto en su cama y lo acobijo, le beso la frente y me regreso a la sala.

— No te creo que tengas los ojos rojos por una alergia —me dice Nathan cuando me tiro al sofá.

— Hace unos días vi a mamá y la traté mal, hace rato me encontré a papá y nos abrazamos—confieso con la voz quebrada.

—Oh —él se acerca a mí y me abraza.

—Nathan, los extraño mucho, no sabes la falta que me hacen.

— Ellos también a ti, Maddie, deberían hablar —me sugiere.

— Lo sé, hermano, pero no estoy lista para escucharlos. Se supone que las personas que menos me harían daño serían ellos y fueron quienes más me lo causaron —digo dolida.

—Tienes razón, Maddie, pero ten en cuenta que nadie es perfecto y cometemos errores —opina Bianca.

Aunque le doy la razón, no me siento preparada para hablar con ellos ahora. Para subirme el ánimo, Nate coloca una película, luego de quince minutos de verla mi hijo aparece, por lo que la pongo en pausa y le pregunto qué pasa.

— Es que no podía dolmil, así que vine pala contalte que tengo dos amiguitos nuevos—me dice, por el rabillo del ojo veo como Nathan se remueve incómodo en el sofá—, se llaman Natalie y Mason, ambos son melizos y tienen mi misma edad, son muy diveltidos.

— Así, ¿Y quién es su mami?— pregunto curiosa.

— Una señola no tan mayol, peliloja igual a mi tío —responde.

— Guau... Que tarde es, nosotros nos vamos, Maddie —habla Nathan quien, junto a Bianca, se despiden y se van.

Okey, eso fue raro.

5 de septiembre de 2022.

Luego de meditarlo por un largo tiempo, creo que he tomado una buena decisión. Agarro mi celular y marco el número de mi tía.

Llamada:

¿Haló?

Hola, tía, ¿Estabas durmiendo?

¿Nuestro "Felices Por Siempre"?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora