Capítulo XVI parte 2

231 34 7
                                    

No puedo creerlo, deben estar jugándome una broma, pero no, solo basta verles las expresiones para darme cuenta que me dicen la verdad.

— El día que anunciaste tú embarazo nosotros también lo íbamos hacer —tras escuchar dichas palabras lo interrumpo, sintiendo como la ira se hace presente en mi sistema.

— ¿Me echaron de casa porque temieron que cayéramos en la ruina gracias a mi embarazo? Ustedes saben perfectamente que pude haber trabajado así como lo hice en Francia —me levanto del asiento enojada—, no puedo creerlo, los odio, prefirieron botarme a que lucháramos todos justos —mis ojos se cristalizan por el dolor, pero retengo las lágrimas, no dejaré que me vean llorar nuevamente—, no quiero ni pensar lo que hubiese sido de mis hijos y de mí sin Alessia y los chicos. No quiero volver a verlos —saco dinero de mi cartera y lo dejo en la mesa—, con esto pueden pagar, para que vean que no necesito ni necesité de ustedes —espeto con dureza.

Salgo del lugar ignorando los gritos y ruegos de mis padres porque vuelva, me subo a mi auto y me dirijo a la casa de la persona que más necesito en este momento.

— ¿Qué pasa, cariño? —me estrecha entre sus brazos al ver el estado en el que estoy.

— Ya sé la razón por la que mis padres me echaron de casa —me hace entrar a la casa y nos sentamos en el sillón.

— Cuéntame, amiga —la miro y le relato todo lo que mis padres y yo hablamos—, Maddie... tengo algo que contarte —habla con nerviosismo por lo que la animo a seguir—, tus padres no nos prohibieron ver a tu hermano, ni él se alejó de nosotros, siempre tuvimos contacto con él —me levanto del sillón como si este quemara y me voy alejando con lentitud de ella—, también sabíamos del embarazo de tú mamá, pero no te dijimos nada porque ella nos lo pidió.

— No puedo creerlo —me llevo las manos a la cara, en mi mente se repite la palabra traición, y es que me siento así, primero por mis padres y ahora por mis mejores amigos—, me voy, no puedo estar más con gente que me oculta las cosas —salgo de la casa dando un portazo y me subo al auto, conduzco al parque más cercano y aparco para poder calmarme, no quiero provocar un accidente gracias a mi estado de ánimo.

Tomo mi móvil y marco el número de Ryan, al parecer él es el único que no me engaña. Llamo cinco veces y todas me envían al buzón de mensaje, como no lo consigo marco el número de mi nuevo amigo.

Llamada:

— Hola, Maddison, ¿Cómo estás? Cuéntame, ¿A que debo tu llamada?

Connor, necesito a un amigo... ¿Puedo ir a tu casa?

— ¿Estás llorando?

¿Puedo o no ir?

— Claro que sí, Maddie, anota la dirección—me la da y yo la memorizo.

Fin de la llamada.

Me seco las lágrimas y conduzco hasta la casa, cuando llego estaciono el auto y me bajo; es pequeña y de color marrón, tiene un porche, mientras que la detallo Connor sale, se acerca a mí y me abraza.

— ¿Qué pasó, Maddie? —pregunta mientras acaricia mi cabello.

— Es algo sobre mi pasado, necesito desahogarme y sé que no somos muy amigos, pero necesito hablar con alguien —respondo con la voz quebrada.

— Madd, es cierto que no llevamos mucho tiempo conociéndonos, pero quiero que lleguemos a ser grandes amigos, siempre que me necesites ahí estaré —deja de abrazarme para regalarme una sonrisa tranquilizadora.

— Yo también estoy para ti si lo precisas —él me abraza por los hombros y me lleva adentro—, ¿Sabes? Eres el primer amigo que tengo que tiene mi edad, siempre he tenido amigos mayores o menores —menciono. Él me mira divertido, no sé porqué dije eso. Me pide que lo espere un momento y me deja sola; La casa es pequeña, pero acogedora, la sala de estar es lo primero que se ve al entrar, hay varios sillones dispersos por esta, a la derecha se encuentran tres puertas y hay un pasillo que lleva no sé adónde porque no veo muy bien—, ya regresé —lleva consigo dos potes de helado y cucharas—, ¿Naranja o vainilla?

¿Nuestro "Felices Por Siempre"?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora