Capítulo XIII

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>> Entro a la casa con ayuda de mi tía y teresita mientras mis amigos cargan al bebé. Todo se siente diferente aunque en realidad soy yo la que está así.

Desde que desperté después del tranquilizante que me inyectaron, me siento como en modo avión, mis amigos han consentido más a mi hijo que yo misma, pero es que me siento extraña de solo pensar en cargarlo.

Subimos las escaleras y entramos a la habitación de los bebés, enseguida se me cristalizan los ojos al verla. La mitad está pintada de color verde y la otra de color lila, no quería ser de esas madres tan típicas que pintaban la habitación de rosa y azul, quería algo diferente.

Me paseo por el lado que le pertenecía a mi hija, observo la cuna con los peluches que mis amigos le habían regalado, su pequeño closet, donde están guardados los bellos vestidos que con tanta ilusión le compré y que ella jamás podrá usar; no aguanto mucho allí y salgo lo más rápido que me permite la herida, entro a mi cuarto y me largo a llorar, siento pasos siguiéndome, por lo que al acostarme en la cama, siento los brazos de mis mejores amigos cubrirme.

— Sé ve que esto es muy duro, Maddie, no te voy a decir que te entiendo porque es obvio que aún no soy madre y decirte que haberla perdido también me duele no se compara en nada con tu dolor, solo te pido que saques fuerzas de donde no tienes para enfrentar esto y para poder cuidar tu hijo, quien ahora más que nunca te necesita —habla Bella.

— No sé qué voy hacer, Bella, esto es muy difícil, nunca creí que esto podría pasarme a mí, me lo imaginé todo tan lindo que nunca se me ocurrió que esto podría pasar —sollozo en los brazos de mis mejores amigos.

— Estamos aquí, Maddie, te apoyaremos en todo lo que podamos —trata de consolarme Ian.

— No puedo volver entrar a esa habitación, no si siguen estando las cosas de Ludmila allí, no puedo ver nada de eso —confieso.

— Nada de eso estará allí la próxima vez que entres —me aseguran. Escuchamos pasos y dirigimos nuestras miradas a la puerta, allí se encuentra Emma cargando a mi hijo.

Al solo verlo mi llanto aumenta.

No he cargado a mi hijo desde que lo fui a ver a la unidad neonatal, y lo peor de ello es que no me siento mal, ahora no me creo con la capacidad de hacerme cargo de él, yo solo quiero estar aquí en mi cama llorando por la pérdida de aquella personita que tanto esperaba, y sé que eso me hace una mala madre, porque a pesar de haber perdido a mi hija, mi hijo sigue aquí con vida, pero el dolor no me deja ver ni pensar con claridad. <<

15 de agosto del 2022.

— Mi niña, ¿Por qué lloras? — pregunta mi tía haciendo que me aparte de mis pensamientos. Estamos en el aeropuerto esperando a que anuncien nuestro vuelo.

— Es que recordé el primer día de vuelta a casa luego de la muerte de Ludmila —respondo mientras trato de limpiarme las lágrimas que no quieren dejar de bajar. Pensar en ella siempre me pone un poco triste.

—Oh, mi niña, piensa que ella está en el cielo, como un angelito de Dios, cuidándonos —me consuela Alessia mientras me abraza.

— Lo sé, tía, es solo que me duele no haberla tenido conmigo más tiempo —hago mueca triste y elevo mis hombros en forma de resignación.

"Pasajeros del vuelo 5320 con destino a New York por favor abordar por la puerta 5B"

— Bueno, tía, ese es nuestro vuelo, cuídate y espero que muy pronto nos vayas a visitar porque te extrañaremos un montón —la abrazo más fuerte.

¿Nuestro &quot;Felices Por Siempre&quot;?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora