— Estoy... Estoy embarazada, Eduard.
— ¡Mierda! ¡No! ¡No! ¡No de nuevo! —se levanta con las manos sosteniendo su cabeza y siento mi corazón romperse.
¿Volveré a pasar por esto sola?
Sin verme me dice que tiene que fumar y luego sale, apenas desaparece suelto un sollozo, tenía la esperanza de que esta vez fuera todo diferente. Llevo una mano a mi vientre y lo acaricio.
— Pase lo que pase, siempre me tendrás a mí.
Cuando considero que ha pasado el tiempo suficiente salgo en su búsqueda, no tardo tanto porque lo encuentro en la terraza, antes de entrar a esta —mucho antes— escucho sus sollozos, mi corazón se agita, entro y sin poder evitarlo lo abrazo por la cintura, me está dando la espalda, así que no puedo ver su expresión.
— ¿Cuándo quieres que me vaya? —pregunto una vez él ha dejado de llorar y yo de abrazarlo.
Se da la vuelta y me mira con el ceño fruncido.
— ¿Qué? No quiero que te vayas, sé que mi reacción se puede malinterpretar, así que me disculpo —no puedo evitar soltar un suspiro de alivio—, sé qué hace años fui un cobarde y te dejé sola en esto, sin embargo, sería incapaz de hacerlo de nuevo —me toma de las manos y deja un beso en ellas—, perdóname, perdóname por todo, chaparrita, perdóname por mi reacción inicial, es solo que tenía miedo, todavía lo tengo.
— ¿Por qué? —inquiero aun sabiendo que es un poco hipócrita de mi parte, yo también tenía miedo, pero de cómo lo fuera a tomar él.
— Maddie, tú ya eres una maravillosa madre, Lenin es una gran niño gracias a tu crianza, en cambio yo —suelta mis manos y me da la espalda—, no sé si estoy siendo un buen padre, no sé si ese bebé tendrá el padre que merece. No quiero fallarte, no quiero... Fallarles.
— Eddy —lo hago girarse—, ya eres un grandioso padre —nuestros ojos se cristalizan de la emoción—, cometiste tus errores al igual que yo cometí los míos. Juntos ahora seremos esos estupendos que nuestros hijos —llevo su mano a mi vientre y la sorpresa se adueña de su rostro al sentir el pequeño bulto—, merecen.
— ¿Cuánto tiempo tienes? ¿Desde cuándo lo sabes?
— No sé cuánto tiempo tengo, quiero que juntos nos enteremos —él me mira y sus ojos brillan de adoración—, sabiéndolo... Llevo más de dos semanas. Sospechándolo... Una semana y media antes de confirmarlo.
— Tendremos un bebé —me alza y me hace girar—, ¡Tendremos un bebé!
— Mon Amour, bájame, me harás vomitar —pido entre risas y él me baja.
— Te amo, chaparrita, te prometo que seguiré siendo el buen padre que he sido hasta ahora, incluso mejor.
— Te amo, Eduard y no necesitas prometerme nada, yo sé que lo serás —le aseguro.
— ¿Me enseñaras a cuidar de un bebé? —pregunta nervioso y yo suelto una carcajada.
— Eso se aprende sobre la marcha. Ahora, bésame —no lo pido dos veces y siento sus labios sobre los míos.
15 de septiembre de 2023.
Entonces... Aquí nos encontramos Eduard y yo, fuera del consultorio de mi madre; esperando porque su secretaria nos llame. Hace años no fue mi obstetra porque no quería que se enterara del embarazo de su hija adolescente, sin embargo ahora soy una mujer adulta con estabilidad tanto económica como amorosa, por lo que no tengo razones para que mi madre no sea quien esté a cargo de mi embarazo.
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¿Nuestro "Felices Por Siempre"?
Romance"El amor te hace volar, lo malo es que nunca sabes qué rumbo tomará, o peor, si caerás" Ella es una chica que creció creyendo en los cuentos de hadas, en príncipes azules y en finales felices, y aunque sabe que nada es color de rosas ni como lo pint...