Atardece antes

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Llegamos a la tienda de pintura y fuimos directamente a la zona de lienzos donde habían de todos los tamañas.
Habían lienzos redondos,pero más caros. Entonces cogí dos de los que me había traído antes el abuelo y los pagué. Salí y mi hermana detrás de mi estaba hablando por teléfono con alguien, como siempre. Llegamos a la puerta de la casa de los abuelos y vi a Ana y fui a saludarla. Estaba muy triste y tenía los ojos llorosos así que sabía que algo no iba del todo bien.
Me contó que no era de hacer amigos nuevos y que le costaba mucho hacerlos. Tenía miedo de quedarse sola sin amigos en su nuevo colegio.
La aconsejé los consejos que me dijo Susi, se lo dije y le sequé las ultimas lagrimas que le caían por las mejillas quemadas por el sol.
Le dije a Ana que me ayudara a pintar los cuadros, que me ayudara con como poner todo lo que quería poner en cada cuadro y con los colores. Aceptó y nos fuimos directamente al jardín de la casa de mi abuela.
Allí adentro Ana me ayudó mucho con los colores, las brochas, las formas, con todo.
Terminé el primer dibujo. Era un retrato de Camila, de un momento súper bonito que pasamos juntas y se me grabó en la mente para siempre. Ahora mismo iba a estar para siempre en mi mente y en este lienzo tan bonito que tenía justo enfrente de mi, algo que Ana compartió conmigo en el mismo instante, el mismo sentimiento que yo.
Dejamos secándose el cuadro en otra parte del salón y fuimos a empezar el otro lienzo que habíamos comprado hace una hora más o menos.
Hicimos el boceto en un papel que encontramos en el salón tirado por el suelo. El boceto se veía increíble y en mi opinión parece de algún pintor famoso de esos que ponen en la televisión.
Al empezar a pintar no se veía muy bien pero seguí con la esperanza de que se podía arreglar y que saliera como los otros cuadros que había hecho unos minutos antes.
Tarde mucho tiempo en terminar y perfeccionar cada parte del cuadro quería que quedase increíble para la persona que iba a ir dedicado.
Susi es una persona muy especial para mí y pintarla en un lienzo ha sido muy complicado por que he querido intentar mostrarle como la veo yo para que ella vea que la aprecio muchísimo y que me importa mucho.
Dejé los cuadros en el salón y puse cosas al rededor para que nadie pudiera romper nada o hacer algo para fastidiarlo.
Ana me dijo que saliéramos a jugar a la calle y yo no estaba muy segura, por que tenía que sacar a Camila un poco a pasear pero ella me dio una gran idea.
Le puse la correa a Camila y salimos a la calle con Ana a nuestro lado. Nos tumbamos en el césped como siempre hacíamos y ahora era más especial por que estaba mi querido gatita al lado mía acompañándola en sus nuevas aventuras en la calle. Mi amiga sacó unos juego de mesa que tenía en la casa de su abuela y nos pusimos a jugar. Camila estaba dando vueltas por al rededor nuestra. No sabía porqué pero tenía la intuición de que tenía sed y estaba buscando agua. Fui a la cocina y le traje un cuenco con agua. Empezó a beber mucho y con la razón que tenía se lo terminó muy rápido.
Lleve el cuenco que había traído de la cocina y lo devolví de donde lo había traído. Me pilló la abuela y me hizo lavarlo por haberlo cogido sin permiso y eso hice.
Salí y como dejé a Camila con Ana estaban las dos tumbadas en el césped con un perrito callejero.
No sabía si era callejero de hace unos días o de unos meses o de unos años. Estaba muy bien cuidado y Ana le miraba muy tiernamente como si le hubiera visto hace mucho tiempo pero no le recordará o esa era mi intuición.
Le pregunte si le conocía de algo y me dijo que no pero que se le hacía conocido, muy parecido a lo que había pensado yo hace unos pocos minutos.
Estos dos animalitos hicieron muy buenas migas y estuvieron bastante tiempo jugando y estando juntos algo que no había visto en un gato y un perro.
La abuela nos sacó unas magdalenas que hacían aquí y estaban súper ricas. Pensándolo mejor la abuela nos trajo unos batidos de chocolate fríos recién sacados de la nevera o eso pensé yo al tocar el vaso en el que venían.
No se por qué al empezar a comer vinieron los demás a robarnos un poquito de trozos de las magdalenas. Le dimos un trozo bastante grande al perrito y a Camila para que comieran un poco.
De casa de la abuela de Ana salió su padre. A ese hombre no le había visto en mi vida pero se parecía mucho a ella y entonces me percaté de que debía ser su padre si o si.
Al hablar su voz era muy suave y no me la esperaba para nada así. Salió de la casa con una cara muy seria pero al ver al perro al lado de su hija cambió la cara a una muy diferente. No me lo podía creer pero sabía que estaba pasando. El padre corrió a ver si era el perro y si estaba en lo cierto. Si lo estaba. Empezó a gritar mucho y a salirle unas lágrimas, que yo interpreté de felicidad pero no estaba segura.
Nos hemos vuelto a encontrar!  Fue lo único que gritó y que se le entendió.
Se llevó al perrito a dentro de la casa con una sonrisa más grande que todo el continente en el que estamos.
Ana y yo nos miramos sorprendidas con lo que acabamos de ver y al mismo tiempo Camila estaba llorando un poco por no sentir a su amigo cerca.

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