Pero ahora quien importaba era la cumpleañera y esa era Susi.
La llevaron al salón hasta que estuviera la mesa puesta para comer.
Hasta entonces tenía que darle mucha conversación para que nos e aburriera ni ella ni yo misma.
Empezamos a hablar de distintas playas muy raras de todo el mundo.
Me contó que habían algunas con animales sueltos por toda la playa, también habían de colores. Fue precioso imaginarme nosotras dos juntas por esa playa, viendo todas las olas pasando y estando tumbadas en unas hamacas con unas sombrillas tumbadas en una playa de color rosa con unos cerditos a los lados dándolos de comer.
Pasamos más de media hora conversando, y hablando sobre playas, museos a los que había ido y muchas más cosas interesantes.
Transcurrieron unos minutos y Susi estaba buscando algo en su bolso a juego. Lo estaba buscando con mucho interés y parecía que no lo encontraba.
Buscaba con mucho entusiasmo como si fuera a buscar un regalo de navidad. Tardó muchos minutos en encontrarlo y eso que el bolso de veía muy pero que muy pequeño y no tenía bolsos exteriores ni ningún otro compartimento extra afuera o por otro lado del bolso. Era un bolso clásico de señora mayor, no tenía muchos bolsillos pero tampoco le faltaban. Ahí lo único que vi por dentro fue una enorme y hermosa cartera un poco grande para mi gusto. Tenía acabados de tela en color oro y un enorme ave cosido por toda aquella. Era una especie de pavo real gigante con las hermosas plumas que ellos tienen, recién extendidas por toda la cartera de color azul marino con toques muy pequeños rojos. En la parte de atrás seguía siendo de color azul pero con menos toques de color solo conservaba los dorados y los rojos ya habían desaparecido. Tenía un pavo real igual al de la parte de adelante pero este estaba acostado y no tenía las plumas abiertas ni nada así. La cremallera era de color dorada y era muy gruesa creo que hasta del tamaño del dedo.
Vi esta hermosa cartera en cuanto la abuela lo sacó de su bolsito para seguir buscando.
-¿Quieres que te ayude a buscar? Le dije a Susi para intentar ayudarla y que tardara menos tiempo.
-No hace falta si esto es para ti, ya lo voy a encontrar.
Unos segundos después de decir esas palabras, sacó un saquito donde se meten las gafas de sol. De ellas sacó algo cuadrado de tamaño pequeño y color plateado con bordes muy bonitos. Al tocarlo era un poco rugoso pero era muy soportable y te daba un poco de masaje a los dedos cuando lo tocabas.
Tenía una hermosa mariposa de color oro en la parte delantera de esta preciosidad, detrás no tenía nada solo era liso y no tenía nada más. Se podía abrir y era un precioso pero precioso espejo para verse. Estaba muy nuevo, incluso tenía hasta el plástico que te llega cuando algo es nuevo. También tenía un pequeño peine del mismo color que la mariposa de antes. El peine tenía ojos y boca formados muy bonitos, todo encajando a la perfección con todos los elementos que tenía. Intenté peinarme pero caí en la cuenta de que sería de decoración y que no debería peinarme con ellas.
Me encantó el regalo que me había hecho Susi era muy pero que muy genial y a la vez sorprendente. Sabía que tenía que enseñárselo a todo el mundo que me rodeaba. A mis amigas, a mi familia a todo el mundo que estuviera en mi vida o pasando en ella.
Le di un abrazo muy grande y un poco fuerte para agradéceselo todo lo que había hecho por mí hasta el día de hoy, todos los regalos, los momentos que hemos compartido, las comidas en su mini-nevera y todas las tardes juntas y con su amiga en su habitación. Me encanta haberla conocido antes de irnos y haber pasado mucho tiempo en las tardes con ella.
Fui corriendo a enseñárselo a mis padres y a mi hermana. Se alegraron un montón y me dejaron mostrárselo a todo el mundo.
Fui corriendo de nuevo con Susi al salón y estuve con ella unos diez minutos hasta que era la hora de comer.
La abuela nos iba colocando poco a poco a cada uno en una silla que ella misma nos había puesto el nombre y el lugar perfecto para cada uno de nosotros.
A mí, me puso justamente enfrente de Susi y de mis abuelos algo que agradecí mucho. Al lado mía estaban mis primos y mi hermana. Todos estábamos como en una parte separada a los mayores pero estaban todos en una simple mesa, muy grande, casi ocupada medio salón. La mesa del comedor se extendía y se hacía más pequeña según lo necesario. Era de un color madera al igual que las sillas y que la mayoría de la casa.
Solo por tocarlo yo sentía que era madera de verdad, que no era imitación o algo así. Al igual que todos los muebles menos los del recibidor y los de la habitación de papa y mama.
Nos sentamos y primero trajimos los entrantes de comida con los típicos platos de jamón, queso y esas cosas que siempre que había algo importante se ponían sí o sí.
El abuelo al principio estaba un poco serio pero fuimos comiendo y la sonrisa empezó a asomar por su cara tan bonita que tenía. Mi abuelo era un señor que si ves por su aspecto te puede parecer muy seco pero él es muy cariñoso cuando quiere y tiene mucho sentido del humor en sus mejores días.
La abuela siempre estaba feliz y sonriente. Nunca la veías con mala cara o llorando. Tenía un humor un poco raro pero estaba bien por que se entendía a la perfección.
Nos comimos rápido pero sin prisas intentando pasar al principal que olía muy bien desde donde estábamos todos sentados esperando al primero.
La verdad, no tenía ni idea de lo que era y tenía mucha curiosidad.

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Soy yo
Teen FictionHera lo tenia todo a su familia, sus amigos... La vida le trataba bien y se sentía cómoda en ella. Tenía amigas de verdad que la querían y familia que la adoraban, no necesitaba más. La perdida de sus familiares hacen que su ansiedad y sus problema...