¿Superado?

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Me volví a caer y esta vez me dolió mas que la anterior. Empece a tener mucho miedo de no poder conocer a la autora y que todo lo que tenía en mente se fuera al traste.
Le pedí a papa y a mamá que llamarán al médico o a alguien que supiera de esto y me dijeron que estaba en camino el doctor. Fueron los quince minutos más largos de mi vida.
Llegó el doctor y me revisó el tobillo con hielo. No sabía leerle la cara porque no se expresaba nada, en ese momento me puso aquel señor más nerviosa de lo que ya estaba yo.
El señor intentaba hablar pero no terminaba de decir palabras.
Se fue de la habitación en la que estábamos y se dirigió hacía mi madre que estaba en el pasillo observando.
Hablaron mucho tiempo o eso me pareció a mi, tumbada en el salón con un saco de patatas fritas congeladas intentado que no se me hinche de nuevo el tobillo que estaba muy rojo todavía.
Me contó mama que el doctor le había dicho que solo era un pequeño esguince y que se me curaría enseguida. Me dio una pomada para deshinchar el tobillo y poder andar antes.
Era la hora de comer y me dieron una sopa muy buena que me dio mucha energía. Me la terminé enseguida, de segundo me tomé un bol de arroz y el postre fue un trozo muy grande de sandía, para terminar la comida.
Terminé y me arrastré por el sofá como pude hasta alcanzar la crema que estaba en el otro lado de la mesa. Una vez alcanzada me la puse por donde estaba más hinchado y más rojo. Me la puse y a los dos segundos ya se notaba un gran alivio y como podía mover mucho más.
Me levanté muy lentamente para ver si podía caminar bien si dolerme o morirme por él.
Empece y me dolía un poco, pero el dolor se podía soportar mucho más que el de antes. Contra más caminaba menos me dolía y esa sensación me subió mucho el ánimo.
Fui a coger un yogur de la nevera y vi el reloj de la pared, eran las cuatro. Solo quedaba una hora para conocer a la autora y los nervios empezaron a fluir entre mis manos que empezaban a notarlo también.
El yogur no duró mucho en mis manos hasta que lo tiré a la basura. Me quedaban todavía unos cincuenta minutos para ir a conocerla.
Creo que me eche en el sofá y me quedé dormida. Cuándo desperté ya se había pasado la hora y me empecé a estresar mucho, buscando más aire me salí a la calle y vi a Ana allí con la bicicleta. Se me ocurrió pedirle que me llevara a conocerla y así ella me podía acompañar a llevar todos los papeles que le quería mostrar.
-Oye Ana, ¿Me puedes acompañar a conocer a una autora?
-Si claro.
Le expliqué todo lo que tenía que llevar y lo que me había pasado hasta entonces. Me ayudó enseguida y me subió a su bicicleta. Estuvimos montadas unos pocos minutos hasta que vimos el final de la fila a unos kilómetros de la entrada de la tienda, algo que nos sorprendió muchísimo a las dos.
Pregunte al último de la fila quien era y al principio nadie me respondía hasta que un grupo de amigos de unos veinte años nos respondió y nos dijeron que eran los últimos.
Me quedé allí con Ana unos veinte minutos hasta que la cola avanzó un poco, unos pasos hacia delante. Algo que nos resultaba muy pesado estar de pies todo el tiempo. Llame a mi abuela desde mi movil/reloj y me dijo que tenía unas sillas portátiles y que nos las iban a enviar con mi hermana mayor que ya venía de camino.
Tardó unos diez minutos en llegar con las sillas y unos refrescos muy frescos para que no tuviéramos mucho calor esperando.
Pasaron otros veinte minutos y nos volvimos a mover, no se como nos contábamos tantas cosas que no se me paraban de salir las palabras de la boca con todas cosas que hablamos y que teníamos que hablar. Con ella podía decir cualquier cosa y no me iba a juzgar nunca, eso fue súper bonito que me transmitiera eso, no se lo sentía muy bonito. Me hacía sentir que era mi mejor amiga y eso que nunca había tenido alguna parecida.
Pasaron otros veinte minutos y íbamos por la mitad de la cola, en ese momento comprendí que el número que tenía no servía de nada. Creo que mucha gente iba a poner reseñas malas sobre esto pero no tengo dudas de que lo harán sin pensarlo. Creo que eso lo habían planificado muy mal o todo se les había salido de las manos. Vinieron hasta gente extranjera de los países vecinos y creo que con eso nadie contaba ni siquiera la propia autora.
Estábamos a mitad de la cola y llevábamos muchísimo tiempo esperando.
Se podían oír y ver nervios de todos los tipos, no sabía por que tenía esa intuición pero la tenía y cada vez que nos íbamos avanzando unos pasitos lo iba notando más.
Creo éramos las que mejores estábamos en la cola con las sillas y los refrescos bien fresquitos.
Las conversaciones cada vez eran más largas y los veinte minutos eran muy poco para toda la conversación que teníamos. Hablábamos de libros, de películas nuevas, de nuestras favoritas, del futuro, de los comienzos, de la familia y de un montón de cosas más.
Vimos por las ventanas del edificio a la autora, una señora de unos treinta y algo años con pelo negro pero no muy oscuro. Sus ojos eran marrones claros y tenía la piel muy morena como era costumbre en verano. Seguramente habría estado antes en la playa. En el folleto que tenía habían puesto otros lugares que iba a visitar después de este y se veían que eran sitios turísticos o de playa.

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