CAPITULO 38 - El Ultimátum

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"¿Qué dices?" Gustavo dijo mirando a su padre perplejo. Con una inmóvil Fátima a su lado.

"Lo que has escuchado." respondió Don Nicolás firme. "Cometí el error de separarte de tu hermana melliza al nacer... Fui un egoísta al arrancarte de los brazos de tu verdadera madre. Pero creí que Estela jamás iba poder darme un hijo. El varón que necesitaba para que algún día pudiera tomar las riendas de mi fortuna."

"Mientes... estás mintiendo." dijo dejando caer su mirada.

"Fue una crueldad, lo sé. Pero creí estar haciéndolo por tu bien... A la llegada de Fátima unos años después, Estela jamás diferenció entre ambos. Te quiso y te crió como si ella te hubiera dado la vida. Y lo hizo hasta el último instante..."

"No..." Gustavo tartamudeo. "No..."

"Fue por eso porque las traje... para por fin unir a mis hijos. Ahora entienden porque les dije que ella tiene tanto derecho como ustedes?"

Fátima sonrió fríamente.

"Y fuiste tan ingenuo en creer que las recibiríamos con los brazos abiertos?" dijo ella con resentimiento. "Por favor papá."

"Si fui un ingenuo... porque creí que el llamado de la sangre sería más fuerte. Pero no fue así... Ahora Aurora está en una cama apunto de morir porque necesita una transfusión de sangre... la misma sangre que corre por tus venas."

Gustavo permaneció inmóvil, insensible a las palabras de su padre.

"Por favor hijo... tienes que ayudarla. No es solo su vida la que está corriendo peligro si no también la de la criatura que carga en el vientre."

Fátima se quedó helada.

"Embarazada?" dijo ella. "Esa infeliz está embarazada?"

<< Que muera la maldita... que se muera! >> decía Fátima en su pensamiento sintiendo que iba estallar de la rabia.

*

Dispensario de San Francisco de los Reyes

David terminó de conectar la bolsa de sangre a las venas de Aurora. Asegurándose de que el proceso transcurriera normalmente.

"Y de dónde salió este donante?" preguntó Andrés aferrado de la mano de su esposa dormida.

La mirada nerviosa de David se enfrentó a la de su hermano.

"Fue un campesino... Lo importante ahora es ver como evoluciona Aurora. Si todo sale como esperamos dentro de unas horas empezará a recuperar sus fuerzas."

"Esas son excelentes noticias." dijo Don Armando con una sonrisa de felicidad. "Ves hijo, solo hay que tener fe."

"Entonces la vida de el bebe?" preguntó Andrés.

"Estará fuera de peligro. Siempre y cuando no se presente otra complicación."

Andrés sonrió. Y por la primera vez en las últimas horas de angustia había respirado con alivio.

"Bueno yo voy a darle las buenas noticias a Blanca que se pondrá feliz."

"Te acompaño." añadió David, siguiendo a su padre.

"Oíste mi amor." dijo Andrés acariciando el rostro de Aurora. "Pronto estarás bien."

Él sonrió dulcemente.

*

Café del Pueblo San Francisco de los Reyes

"Gracias." dijo Sofía abrazando fuertemente a Antonio. "Gracias por lo que has hecho."

Antonio sonrió, sacando la silla para que tomara asiento la señora que toda la vida prácticamente había sido como una tía para él. Era un hermoso local en el centro del pueblo, con mesas al aire libre.

"No tienes nada que agradecer Sofía." dijo sentándose.

"Le has salvado la vida a mi hija. ¿Se te hace poco?"

"Tu sabes cuanto estimo a Aurora, y cuánto significa para mi. Me gustaría verla, pero sé que es imposible."

"Estará muy agradecida cuando sepas lo que has hecho."

Antonio dejó caer su mirada con tristeza.

"Preferiría que esto se quedara entre tu y yo. También le he pedido al doctor discreción. No me gustaría causarle problemas a Aurora con mi presencia ante su marido."

"Te has enterado?"

Antonio tomó un fuerte respiro contemplando su alrededor, con una amarga sonrisa.

"Mi hermano tuvo la delicadeza de decírmelo. Ahora mismo está en Nueva York. Te advierto que está encaprichado con el dinero y tu hija."

"Tu hermano es un cínico."

"Tarde o temprano Darío tendrá que dejar de ser un estorbo para ustedes... y para mí."

*

Dispensario de San Francisco de los Reyes

"Hola dormilona..." Una leve sonrisa se formó sobre los labios de Aurora al oír la voz de Andrés abriendo los ojos.

"¿Cómo te sientes?" le preguntó contemplándola con adoración. Estaba ahí sentado a un lado de ella, tal y como lo había estado todas las veces que hubiera recobrado el conocimiento.

"Mejor. ¿Qué ha dicho David?"

"Ya te pusieron la sangre que necesitabas. Y en poco tiempo vas a estar como nueva dándome guerra." el planto un beso sobre sus labios.

"Exagerado." ella sonrió dulcemente. "Y el bebe?"

"Perfecto." se le iluminó el rostro. "Es todo un Del Valle, fuerte... terco y aferrado a la vida."

"Perdóname por no haberte dicho cuando lo supe pero..."

"Pero no importa." él la interrumpió. "De verdad no importa... lo importante ahora es que tu estas bien... y nuestro hijo está bien. Y que pronto voy a ser papá!"

"De verdad te da gusto?"

"Claro que me da gusto! Es la noticia más maravillosa que pudiste darme. Tu te imaginas en unos meses a un enanito o enanita con tus ojos y mi sonrisa corriendo por la casa haciendo travesura y media." los ojos de ambos se llenaban de ilusión. "Así que claro que estoy feliz! Más que eso estoy que no quepo de la dicha!"

Los dos se rieron, uniendo sus labios en un dulce beso.

"Interrumpo?" dijo Sofía fríamente desde la puerta.

"Claro que no señora." Andrés se apartó dándoles espacio. "Pase."

"Como estas hija?" plantó un beso sobre su frente.

"Mejor mama."

"Yo voy a salir para que platiquen. Regreso dentro de un ratito, ¿te parece?"

"No es necesario, quédese. Que lo que voy a decir le concierne a usted más que a nadie." Andrés miró a Aurora, sin que ella imaginara las palabras que estaban por salir de los labios de su madre. "Quiero que tu caprichito por este mequetrefe se acabe ya... porque tu y yo regresaremos mañana mismo a la ciudad." 

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