CAPITULO 39 - De Tal Palo Tal Astilla

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Andrés sonrió fríamente. "Señora, con todo el respeto que se merece creo que usted está un poquito zafadita."

"¿Cómo se atreve?" dice Sofía indignada.

"Como se atreve usted a querer dictar sobre la vida de su hija. Ella ya es una mujer, mi mujer."

"Por dios. De verdad creyó que mi hija podría conformarse con alguien como usted. Mírese. Y mírese bien... La vida a la cual está acostumbrada jamás podrá dársela."

"Mamá..." Aurora intentó intervenir.

"No se necesitan lujos ni comodidades cuando hay amor."

Sofía dejó escapar una carcajada.

"Hombres como usted no saben de amor, no cambian... no se sacian con una sola mujer. De ejemplo tienes a tu propio padre... o porque otra cosa crees que tu madre lo abandonó como un perro?"

"No voy a permitir que manche la memoria de madre."

"Memoria? Si tu madre está más viva que yo?"

"¡Ya basta mamá! Andrés me dejas unos momentos a solas con ella?" Le tomó unos segundos a Andrés darse cuenta que con esa mujer no se podía. Volvió hacia Aurora quien lo veía con una mirada suplicante. "Por favor."

"Con permiso."

Sofía sonrió levemente mirándolo de reojo salir.

"Qué pretendes?" le preguntó Aurora fríamente a su madre.

"Hacerte reaccionar. Para un capricho ya fue suficiente no crees?"

"Andrés no es ningún capricho. Estoy enamorada, sabes lo que es eso?"

"Tampoco tú me faltes al respeto."

"Entonces respétame tu a mi."

"Hija, mira a donde has llegado. Casi perder la vida por ese infeliz."

"Porque lo odias mamá? Porque hay tanto resentimiento en tu mirada al tan solo mencionarlo?"

<< Porque es el retrato de su padre. >> Sofía pensó. Y lo era. Idénticos en sus gestos, su mirada. Que era intolerante para ella ver un reflejo de su pasado.

"¿Se te hace poco lo que le ha hecho a Gustavo?" dijo Sofía. "Si se enredó con Victoria... ¿Cuántas más no habrá? ¿Con cuantas más quieres compartirlo?"

*

Andrés recargo su cabeza contra la pared del pasillo perdido en sus pensamientos donde las palabras de Sofía aún estaban vivientes.

<< Hombres como usted no saben de amor no cambian... no se sacian con una sola mujer. De ejemplo tienes a tu propio padre... o porque otra cosa crees que tu madre lo abandonó como un perro? >>

"Hermano." la voz de José María lo sacó de la nube. "¿Cómo sigue Aurora?"

"Bien." respondió Andrés desconectado. "Ahora está con su madre."

"Que tienes? Pasa algo?"

"Nada que... solo necesito un poco de aire fresco. ¿Me acompañas?"

"Claro."

Los dos salieron del dispensario y caminaron hasta llegar a la plaza del pueblo.

"José, tú recuerdas a mamá?" pregunto queriendo recordar el mismo.

"A mamá?" José María se sorprendió, intentando hacer memoria. "Poco. Éramos muy pequeños cuando murió."

Andrés bajó su vista pensativo. "Papá nos hablaba muy poco de ella."

"Probablemente porque para él fue difícil perderla. Imagínate lo dejo solo con tres hijos pequeños. Y no éramos lo que se podía decir un paquete fácil."

"Y tu crees que ella fue feliz con él?"

"¿A qué viene tanta pregunta?"

"No se... quizás simple curiosidad."

*

Dispensario del Pueblo San Francisco de los Reyes

Aurora sonrió al ver a Andrés recargarse contra el arco de la puerta del frío cuarto de clínica.

"Pensé que ya te habías olvidado de mí." dijo ella.

El sonrío junto con ella tomando unos pasos acercándose.

"Sabes que eso es imposible." tomó asiento sobre la silla a un lado de ella dejando un beso sobre sus labios.

"Disculpa a mi madre... Ella..." pausó enredando sus dedos entre su cabello. "Es como es."

"Ya lo veo."

"Dice las cosas con el afán de herir o molestar."

"¿Tú crees?" él lo dijo con una amarga sonrisa. "Puede ver algo de verdad en ellas?"

"Como que?"

"Bueno tu estas impuesta vivir una vida... distinta a la de un pueblo. Y quizás..."

"Acaso me he quejado?" ella dijo con una dulce sonrisa levantando una ceja. "Tú mismo lo dijiste, el amor es mucho más que comodidades. Mira que esas las he tenido toda mi vida. Y por ellas yo no cambiaría un segundo de nuestra vida juntos." ella miró en sus ojos dejándose llevar por ellos. Le encantaban. Siempre siguiéndola y tan pendientes de ella. "Ni uno."

El la beso con esa pasión y deseo que lo quemaba por dentro. Esos labios eran como el aire que su alma respiraba. 

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