CAPITULO 64 - Una Promesa Cumplida

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Casa Del Valle, Pueblo De San Francisco de los Reyes

"Muerta?" José María pronunció sin creer él mismo lo que acababa de decir.

"Así es." dijo Don Armando dejando su mirada caer al piso en pena.

"Pero están seguros de que era ella? Puede ser un error..." dijo José María rechazando la idea.

Don Armando clavó su mirada sobre su hijo suspicazmente mirando cómo por primera vez en varios años el hombre dentro de José María dejaba a un lado al sacerdote.

"Andrés mismo reconoció el cuerpo. El comandante creyó que podría ser Aurora, traía algunas de sus prendas."

"No puede ser." Los ojos de José María se llenaban de lágrimas y rabia. "Ese desgraciado no pudo verse salido con la suya."

*

Andrés contempló pensativamente su pistola entre sus manos...

"Que haces con esa arma?" preguntó Victoria detenida ante la puerta del despacho.

"Voy a recuperar a mi mujer y traer de vuelta a nuestro hijo."

"Estas loco. Ensuciándote las manos tú mismo de sangre?"

"Haré lo que sea necesario. No pienso quedarme con los brazos cruzados esperando a que el cuerpo sin vida de Aurora o Sebastian aparezca, y el maldito Comandante encuentre las suficientes pruebas para detener a Fátima. Tengo una idea de por dónde empezar."

Encajo el arma en la parte trasera de su pantalón.

"Entonces yo iré contigo."

"No." dijo fríamente Andrés intentando salir por la puerta.

"Iré aun en contra de tu voluntad." Ella lo tomó del brazo deteniéndolo. "Tengo el mismo o más derecho que tu de ir en busca de nuestro hijo."

"Esto no es un juego Victoria. Yo tengo en parte culpa de lo que está sucediendo. Todo esto es en contra mía. Fátima me quiere herir."

"Esa mujer está loca! Desquiciada. Acaso no viste lo que le hizo a Don Nicolás... mató a Gustavo, a su propio hermano."

"Y si no la detenemos va a ser lo mismo con Aurora o Sebastian. Y yo la mato... te juro que la mató."

*

Establos abandonados de la Región...

"¿Por qué haces esto?" le preguntaba Aurora a Juancho mientras este sentaba a Sebastian a un lado suyo amarrado y amordazado.

"Mejor cierre la boca... que calladita se mira mas bonita."

"Juancho, por favor... tú no quieres hacer esto." dijo ella inútilmente mientras él volvía a amordazarla.

Juancho tomó unos pasos saliendo hacia el exterior. En la distancia se veía un pequeño coche convertible del año acercarse por el camino.

"Bien. Aquí me tienes..." dijo Fátima saliendo del auto. "Cual era la urgencia de traerme hasta aquí?"

Juancho sonrió dirigiéndose hacia el interior.

"Esto."

"Te advierto que no estoy para jueguitos..."

Su primera impresión fue de asombro al congelar sus pasos. Ahí estaban sus presas Aurora y Sebastian mirándola con tal asombro. Una sonrisa grande de cinismo y maldad se formó sobre sus labios encendiendo su rostro.

"Los encontraste?"

Juancho se detuvo detrás de ella, con la misma sonrisa de malicia.

"Te lo prometí."

"Veo que cumples." Ella tomó unos pasos acercándose a Aurora y Sebastian que la miraba aterrado. Tenerla así de frente para el niño era volver a revivir la muerte de su padre que él mismo había presenciado. "Porque me miran con esos ojos? No soy ningún demonio." ella sonrió aún más triunfante. "Soy simplemente yo... tu tía Fátima." estrecho su mano para tocar el rostro de Sebastian pero se lo arrebató bruscamente. "Tan temperamental como tu padre." lo obligo a verla. "Ya lo quiero ver... cuando lo tenga a mis pies llorando... suplicándome por la vida de ambos. Ese va ser mi gran desquite. Quitarle a Andrés Del Valle las dos cosas que más ama en esta vida..."

Se alejó sacando su celular empezando a presionar botones...

"Un momentito palomita... esto tiene un precio." dijo Juancho interrumpiendo.

"El que quieras. Solo nombra la cantidad y será tuya."

"No chiquita esto no se trata de dinero." Él le arrebató el celular. "Quiero que seas mi mujer."

Fatima lo miró fijamente por unos momentos dejando escapar una carcajada.

"¿Tu mujer?" dijo divertida con sus palabras.

*

Casona de hacienda La Oliviera...

"Sr. Comandante." dijo Martina apartándose de la entrada dándole paso al Comandante del pueblo.

"Como le va señora." el hombre se detuvo con sombrero en mano. "¿Se encuentra en casa la señorita Fatima Olivier?"

"La señorita salió hace un rato."

"Sabe cuánto le va tomar en regresar?"

"Ella no acostumbra a darnos razón."

"Tengo una orden en su contra." dijo el Comandante entregándole a la mujer unos documentos. "Y permiso de registrar la hacienda."

Martina miró los papeles en su mano sin entender nada. "Si... pero."

"Señores, procedan." dijo el Comandante dándole la orden a sus hombres.

"Me quiere explicar que esta pasando? Ustedes no pueden entrar así como si?"

"Creemos que la señorita Olivier está involucrada en el secuestro de su hermana y su sobrino. Incluyendo la muerte de su hermano Gustavo Olivier."

"Como?"

*

Hotel de el Pueblo San Francisco de los Reyes

"Necesito que la avioneta esté lista para despegar a cualquier momento, me has entendido?" dijo Dario dando vueltas por su habitación con el celular a su oído. "Espera noticias mías."

Colgó sin dar una palabra más. De pronto dos fuertes golpes se escucharon estremecer la puerta del cuarto.

"Quien?" pregunto acercándose a ella, sin recibir una respuesta.

Volvieron a tocar esta vez, hasta casi tumbar la puerta. Dario abrió la puerta enfurecido sin esperar que Andrés se le fuera encima en ese instante, golpeándolo.

"¡Me vas a decir en dónde está mi mujer, infeliz!" lo sacudió violentamente. "¿Dónde la tienes? Habla!"

Dario sonrió cínicamente con la boca llena de sangre.

"¿Tu mujer? ¿Tan bien la cuidas que ya se te perdió?"

Andrés le dio un golpe bajo haciendo que sus rodillas se doblaran y cayera de dolor. Andres lo levantó forzandolo a ponerse de pie.

"Te escuche hablando con Sofía. Así que habla, si no quieres que termine de romperte la madre."

"Andrés!" grito David apareciendo por el pasillo corriendo a intentar controlar a su hermano. "Pero que demonios estas haciendo?"

"¡Suéltame!" Andrés lo aventó, volviendo a irse en contra de Darío que aun no podía levantarse. "¡Este desgraciado sabe dónde está mi mujer! Habla! O te juro que de aquí no saldrás vivo!" lo volvió a sacudir.

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