CAPITULO 59 - El Secuestro

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San Francisco de los Reyes

Afuera de la Casa Del Valle...

Unos misteriosos ojos ven desde el interior de un coche oscuro como Andrés y Aurora se alejan de la camioneta abrazados y caminan hacia la entrada de la casa.

"Ella es tu próximo objetivo. Cuando tengas a Aurora Olivier te comunicas conmigo... y yo te voy a decir que vamos hacer con ella."

*

"¿Han logrado saber algo de Sebastian?" dijo Blanca al ver entrar a Andrés y Aurora hacia la sala.

"Nada tía. Los trabajadores siguen buscándolo."

"Como se portaron los gemelos?" preguntó Aurora. "¿Dieron lata?"

"Lo debido." Blanca sonrió levemente encantada. "La verdad es que son unos angelitos. Hace algún rato logré que se durmieran, los recosté en tu recamara hijo."

"Iré con ellos." dijo Aurora.

"En seguida te alcanzo."

Una sonrisa brotó de ambos rostros al apartarse. El la siguió hasta desaparecer por el patio, cayendo en silencio momentos después sobre uno de los sillones. Ante la mirada de Blanca.

"No te pregunto como estas porque me puedo imaginar." Blanca se acercó a acariciar su cabello. "Va aparecer hijo... no hay que perder la esperanza."

"Entonces porque siento este miedo tía? ¿Esta rabia de darme cuenta que me han robado? Porque eso es lo que Victoria hizo con todas sus mentiras... me robó a mi hijo."

*

Cuando Andrés llegó a la recamara se detuvo ante puerta contemplando a Aurora que arrullaba al pequeño Aaron en sus brazos. Estaba recostado sobre el hombro de su madre con los ojitos entreabiertos, escuchando pacíficamente el canto suave de Aurora.

"¿Ya nos vamos?" susurro al verlo.

"Ya. Aunque..." tomó unos pasos hacia ella y el bebe. "Te confieso que estaría más tranquilo si te quedaras aquí, tú y los niños."

"Exageras."

"Quizás. Pero confía en mí... han sucedido demasiadas cosas hoy y no me gustaría dejarte sola. Mucho menos en una casa a las afueras del pueblo."

"Esta bien." ella lo miró con una leve sonrisa. "Me quedaré. Pero no creas que me agrada mucho la idea de que esa mujer está empeñada en andar contigo para arriba y para abajo con la excusa de que 'busca' a su hijo."

"Pensé que el asunto ya estaba superado?"

"Y lo está. Solo te estoy refrescando la memoria."

Andrés sonrió mirándola sentar el niño en la cuna al lado de su hermanito. Su mano se resbaló por la cintura de ella atrayendo sus labios a los de ella con uno de esos besos que te robaban el pensamiento y el sentido del tiempo.

"Mm..." dijo el sonriendo de oreja a oreja. "Definitivamente creo que me ha quedado más que refrescada."

Ambos se rieron volviendo a unir sus labios...

*

Casita Remota de la Región...

Sebastian sentía como poco a poco las cuerdas que amarraban sus muñecas se empezaban aflojar levemente y el flujo de la sangre volvía a normalizarse por sus manos. Las varias horas que había pasado jugando con ellas empezaba a dar efecto.

Ahora si tan solo pudiera lograr zafarse de ellas completamente... podría encontrar una salida de ese lugar.

*

Casa Del Valle...

David llegó ante la puerta de la casa, dándose cuenta que al solo intento de colocar la llave la puerta se abrió al instante.

"Y esto?" dijo curioso tomando unos pasos hacia dentro. Dándose cuenta que la casa estaba demasiado callada.

"Tía?" tomó unos pasos por el patio. "¿Hay alguien en casa?"

El llanto de dos bebés se escuchaba. Llegó hasta la puerta abierta de la recamara donde se encontrarán los gemelos solos y en pleno llanto. Al pie de la cuna estaba Blanca tirada inconsciente con un golpe en la frente.

"¡Tía!" dijo al encontrarla. "Tía pero qué te pasó? Tía me escuchas?"

"Hay..." murmuró ella empezando a quejarse. "Que paso?"

"Es lo mismo que te quiero preguntar a ti. ¿Qué hacen los gemelos aquí? ¿Quién te hizo esto?"

"Aurora? Está bien?"

"Aurora?"

"Esos tipos se la querían llevar."

"Tipos? ¿Quiénes?"

*

Casita de la Región...

La puerta trasera de pasajeros de un coche oscuro se abrió. En el asiento estaba Aurora amordazada y amarrada de pies y manos. Su rostro se llenaba de asombro...

"Bienvenida querida." dijo Darío con una cínica sonrisa. "Sáquenla." le ordenó a uno de sus hombres.

Aurora intentaba gritar patalear aunque fuera inútil. El hombre la cargó sobre el hombro hasta meterla en el interior de la pequeña casa, arrojándola sobre uno de los viejos sillones del lugar.

"Retírense." les ordenó Darío a los hombres que los rodearan. Al quedarse solos tomó unos pasos hacia ella...

"Te estarás preguntando qué haces aquí?" dijo el despojándola de la mordaza.

"Eres un infeliz!!" ella gritó. "¡Suéltame!"

"¡Shhh! Shh! Sh!" dijo sacando un arma poniéndola sobre los labios de ella. "Sin insultos. Si yo fuera tu... yo sería un poco más amable con el tipo que tiene la pistola en sus manos."

"Eres un miserable. ¿Qué demonios es lo pretendes? ¿Qué quieres?"

"Dos cosas... Simples realmente." tomó asiento desahogado a un lado de ella. "La primera es la fortuna que le robaste a tu familia paterna y tienes muy bien escondida." Aurora lo vio con asombro. "Y lo segundo..." el sonrío. "Eres tu mi amor... te quiero a ti."

Aurora no tuvo tiempo de reaccionar. Darío se lanzó forzando un beso brusco y violento sobre sus labios...

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