CAPITULO 53 - No Me Rendire

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Restaurante del Hotel de la Ciudad de Nueva York

"Quiero verla." dijo Andrés ante la mirada fría y soberbia de Sofía.

"Me temo que eso va a ser imposible." ella secó levemente sus labios con la servilleta. "Mi hija no quiere verte, fue ella la que me envió en su lugar. Firma los papeles del divorcio... y simplemente desaparece. De mis nietos no tienes porqué preocuparte que jamás les faltará nada."

"¡Con un demonio!" el estremeció la mesa con su puño fastidiado de escuchar tanta tontería, llamando la atención de la gente. "Son mis hijos y no pienso renunciar a ellos."

"Para qué complicarte la vida? Mi hija te está dando una salida fácil."

"Entonces que sea ella quien me lo diga, ¡que me dé la cara!"

"Tu no entiendes verdad?"

"Al contrario, es usted quien aún no ha entendido. No me voy sin haber hablado con Aurora primero... Con su permiso Señora, que le aproveche."

Andrés se levantó de la mesa y se fue. Traía tanto coraje por dentro. Esa mujer que pretendía? ¿Qué tenía en su contra? Camino hasta llegar al lobby que sin fijarse accidentalmente atropelló a una mujer.

"¡Disculpe!" dijo apenado. "No fue mi intención."

"No te preocupes muchacho." dijo la señora recuperando su compostura. "No fue nada mayor."

En ese instante sus ojos vieron a los de él y ella sintió que su corazón se le caía a los pies. << Dios... era tan parecido a... >> pensó Luciana sin poder quitarle la mirada de encima a Andrés. << No. No podía ser posible. >>

"¿Se siente bien?" él le preguntó.

"Si." ella por fin logró decir. "No te preocupes."

"Una vez más le pido una disculpa."

Ella lo miró alejarse. Aun impresionada... Momentos después llegó hasta la mesa donde aún permanecía Sofía esperándola.

"Disculpa el retraso... pero me pasó algo que no me la creerías si te lo contara."

"Que cosa?"

Luciana tomó un fuerte suspiro mirando perpleja a su vieja amiga.

"En el lobby me tope con un muchacho... lo más parecido a Armando." dijo ante el cambio drástico de expresión de Sofía. "No se si ya estoy viendo cosas..."

"No... no estás viendo cosas." respondió Sofia fríamente. "A quien viste fue a tu hijo Andrés..."

*

Habitación 620...

"No. Aún no he podido hablar con ella." dijo Andrés desanimado hablando por teléfono con José María. "Me estoy desesperando... no se que hacer. Estoy seguro que esa mujer es la que me la está ocultando... Pero es imposible tratar con ella. Lo sé... sé que debo tranquilizarme pero ponte en mi lugar."

Tocan a la puerta...

"Hablamos luego, ¿ te parece? Están tocando a la puerta. Tú también... Adiós."

Colgó el teléfono. "Voy. Ya voy." dijo llegando a la puerta y abriendo.

"Aurora." Estaba ahí parada ante la entrada. Tan hermosa... tan ella.

"Hola." ella sonrió levemente. "Puedo pasar?"

"Por favor." él le dio el pase. Ella entró tomando unos pasos contemplando la habitación, sintiendo la mirada de él sobre ella.

"Hablé con tu padre esta mañana, me dijo que estabas hospedado aquí." El cerro la puerta. "¿A qué has venido Andrés? Pensé que ya todo estaba dicho."

Andrés sonrió amargamente.

"Ese fue tu error sabes..." él tomó unos pasos. "Diste por hecho que todo estaba dicho. Pero yo no..." dijo sin resistir el deseo de tomarla en un beso intenso. Uno de esos besos que robaba la respiración y todos los sentidos...

"Yo me niego." el beso sus labios una y otra vez, mientras ella forcejeaba con el. "Me escuchas, me niego a firmar esos papeles de divorcio y si tanto lo quieres vas a tener que matarme. Porque prefiero estar muerto que vivir un instante más sin ti."

Ella también lo necesitaba. Lo extrañaba. Poco a poco su cuerpo fue cediendo ante él, hasta quedar sin la más mínima voluntad. Se besaron con pasión, despojándose de cada prenda del cuerpo en su camino a la cama dejándose caer sobre ella...

*

Calle de la Ciudad de Nueva York

"Lo que me acabas de decir es..." Luciana no podía hacer sentido de lo que escucho. Sofía siempre había tenido una forma tan fría de abordar las cosas.

"Irónico. ¿No te parece? Mi hija y uno de tus hijos terminaron casados a pesar de haber vivido dos vidas completamente distintas. ¿No te da curiosidad saber de los otros dos? De Armando?"

"Ellos son ahora parte de mi pasado. Un pasado que enterré hace más de treinta años."

"Los hijos son los hijos, Luciana. Vinieron de uno. Me vas a decir que nunca te has detenido un instante a pensar en ellos? Que jamás se te removió la conciencia al pensar que le diste tu cariño de madre a dos niños que ni siquiera eran tuyos por el precio de tres que abandonaste sin ningún remordimiento?"

*

Habitación 620...

Andrés se recargo contra la cabecera de la cama, mientras Aurora se acomodo entre sus brazos descansando sobre ellos.

"Extrañaba estos encuentros..." le dijo recuperando su respiración con una enorme y satisfecha sonrisa. "Por fin siento que he vuelto a la vida."

Volvió a besarla saboreando esos labios que lo alimentaban.

"Mira que si así buscas matarme, podrías lograrlo."

"Cállate." ella lo golpeó suavemente sobre el pecho con una leve sonrisa. "Acaso solo dices tonterías?"

"Un beso o dos me callarían."

Ella sonrió. Y por primera vez en días... quizás semanas ya no se acordaba de cuanto volvió a reír.

"No tienes idea de cuanto he extrañado esa sonrisa." dijo el contemplándola.

"Yo también te extrañe." ella se aferró a él acariciando su pecho. "Mucho más de lo que me pude imaginar. Yo también te necesito para poder vivir... mi vida es tan miserable sin ti. Sin escuchar tu voz... sin sentirte a mi lado todas las noches y mañanas."

"El mismo calvario que he sufrido yo. Así que ya te imaginarás lo que pienso de tu dichoso divorcio."

Aurora se apartó de Andrés, sentándose sobre la cama enredada en la sabana.

"Lo hice porque tenía que dejarte ir."

"Perdón? ¿Dejarme ir?" él se sentó junto con ella. "No te das cuenta que eso solo me hizo volverme loco de la desesperación. Cruce mar y tierra he pasado días en esta bendita ciudad en la cual no me hallo y aun a pesar de que tu santa madre tuvo el descaro de mandarme a la fregada yo no me iba rendir..."

"Espera. Mi madre hizo que?"

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