CAPITULO 55 - La Felicidad Absoluta

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Despacho de hacienda La Oliviera...

"Así que ya nacieron?" dijo Fátima amargamente mientras Victoria espiaba la conversación desde detrás de la puerta.

"Así es." respondió Gustavo pensativamente. "Papá salió corriendo para Guadalajara."

Fátima sonrió amargamente.

"Que ironía. Andrés y Aurora destruyeron nuestras vidas respectivamente... y al final fueron ellos los que quedaron felices."

Una lágrima rodó por el rostro de Victoria que cuidadosamente desapareció entre las sombras. Llegó hasta su habitación donde se encerró llena de rabia contra sí misma. Por estúpida lo había perdido todo.

"¿Qué sucede?" preguntó Martina acabando de acomodar la ropa en el guardarropas.

"Ya nacieron." Victoria dijo limpiando la lágrima de su rostro. "Te das cuenta Martina ella ahora tiene el amor y la familia que debió ser mía. Andrés y yo pudimos ver tenido todo eso y más... Y ahora?"

"Tienes a Sebastian. A tu hijo..."

"Pero no lo tengo a él." Victoria la miró con dolor. "Y eso a mi no me sirve."

Martina se acercó a Victoria y la abrazo. Fuertemente. Tal y como no lo había hecho en muchos años desde que era una niña...

*

Hospital en la Ciudad de Guadalajara

"Son tan pequeñitos." Aurora no podía creer el tamaño de esas manitas comparadas a la suya. "No saben las ansias que tenía mami de conocerlos."

Uno hacía pucheros mientras el otro dormía tranquilamente recostados sobre las piernas de su mamá.

"Disculpe." dijo una enfermera deteniéndose ante la puerta de la habitación. "Ya es hora de llevarme a los niños."

"Como que llevárselos?"

"Deben regresar al cunero. Mañana por la mañanita están de regreso para que puedan amamantar."

"No podrá dejarlos un ratito más. Por lo menos hasta que regrese mi esposo dijo que no tardaría."

La enfermera sonrió amablemente. "Esta bien. Ahora vuelvo."

En cuanto la enfermera se había ido, Andrés se presentó ante la puerta sonriente.

"Por fin logré que papá y la tía Blanca se fueran a descansar."

"Llegaste justo a tiempo." dijo Aurora mirándolo acercarse. "Están por llevárselos al cunero."

"Como?" Andrés tomó a uno de los bebés en sus brazos. "No, papá quiere pasar más tiempo con ellos."

Aurora lo contemplaba dulcemente.

"No crees que ya tendrás todo el tiempo del mundo?"

"Por supuesto. Pero no me quiero perder ni un segundo."

Andrés suspiró volviendo a mirar a Aurora con todo el amor del mundo.

"Nunca pensé que convertirme en papá, me sentaría tan bien."

Aurora sonrió con un brillo en sus ojos.

"¿Quien se lo iba imaginar verdad?" Aurora dijo sarcásticamente.

Andrés plantó un beso sobre los labios de ella. Tierno... dulce e intenso a la vez.

"Te amo." el susurro suavemente desprendiendo sus labios de los de ella. "Los amo a los tres con todo mi ser."

"Lo sé." dijo ella dibujando una sonrisa de felicidad sobre sus labios.

Sus miradas estaban selladas la una a la otra. Las palabras sobraban cuando con una sola mirada se hablaba mil de ellas...

*

<< Tres Meses Después >>

"Donde esta papa?" decía Andrés cubriéndose la cara con sus manos. Los dos idénticos gemelos con cabello castaño, piel blanca y ojos claros pataleaban de gusto bien despiertos sobre la mesa de cambiar. "¡Aquí está papá!" dijo destapándose la cara jugando con ellos.

Una sonrisa aparecía en sus tiernos rostros, con sus manos y patitas alzadas al aire queriendo alcanzarlo.

"Cuando crezcan papa les va enseñar a montar... a nadar... iremos a campear. Tal y como su abuelo lo hacía con sus tíos y conmigo cuando éramos pequeños. ¿Les gusta la idea?"

"Veo que eres todo un experto en dormirlos." lo estremeció la voz de Aurora detenida ante la puerta del cuarto de los niños con dos biberones de leche en su mano. Los había estado contemplando a los tres por un largo rato sin la intención de interrumpirlos.

"Simplemente platicábamos de hombre a hombres."

"¿A si?" ella se fue acercando. "Están lejos de ser hombres. Ni siquiera saben gatear aun."

"Pero lo serán. Algún día."

Ella sonrío.

"Mientras tanto déjame disfrutarlos, así como están." dijo Aurora tomando al pequeño Aaron en sus brazos sentándose sobre el mecedor. "Verdad mi vida." ella le da el biberón.

Andrés hizo lo mismo con Andresito. Cayendo rendidos en los brazos de sus padres.

< . . . >

La lumbre de la chimenea ardía vivamente ante la mirada de Aurora que la contemplaba. Estaba sentada sobre una manta en la sala recargada contra uno de los sillones.

"Escuchas eso?" dijo Andrés entregándole una copa de tequila sentándose a un lado de ella.

"Que cosa?"

"No hay un solo llanto."

Ambos sonrieron. Atrayendo sus miradas.

"¿Sabes qué quiere decir eso? Que usted mamá y yo papá por fin estamos solos."

"La pregunta es por cuanto tiempo mas?"

Él la beso dulce y apasionadamente. La necesitaba como el aire y el agua para vivir. Ya se le había privado por demasiado tiempo. Cuando no era una cosa era otra. Pero ahora... ahora estaban ellos dos solos.

El beso se fue intensificando poco a poco hasta convertirse en mucho más...

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