𝟐𝟎| Celos

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Despierto como cualquier otro día

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Despierto como cualquier otro día. Hoy raramente no hay dolor, o por lo menos yo no lo siento. Es uno de esos días en los que estás en blanco, nada más.

Vani y Nessa todavía duermen así que aprovecho para hacer mis necesidades
básicas, ademas ya mis padres están en
casa y no voy a permitir de ninguna manera
que mi padre se le acerque a Nessa, es mejor
que lo conozca de lejos.

Hago una pequeña maleta con poca ropa para llevar porque seguramente regresaré  temprano o puede que ni siquiera regrese esta noche y no quiero otro enojo más de mi
padre, no ahora. Ya tengo mis excusas preparadas.

Dejo el bolso en uno de los lados vacíos del colchón y bajo las escaleras encontrándome con mi padre que lee tranquilamente el periódico en el sillón y mi madre que hace el desayuno.

¿Porque siempre actúan como si no
pasara nada?

Me aclaro la garganta—Buenos días—enuncio.

Ninguno levantó la vista de lo que hacen, creo que ya puedo contar con poderes de invisibilidad porque nadie parece notarme. En efecto, nadie nota mi presencia.

—Buenos días, Alison—pronuncia mi padre
de manera seca.

Suspiro y camino hacia la cocina para
servirme un vaso de agua.

Mi madre voltea hacia mi dirección y veo un moretón de un pronunciado color morado y algo de rojo también, a decir verdad se ve totalmente horrible. Aparto la mirada sin decir nada al respecto, me sirvo el vaso y solo me encamino hacia mi habitación de nuevo.

Las chicas ya se han levantado y están hablando de un tema del que no tengo ni la menor idea. Las dos miran expectantes cuando notan mi presencia en la habitación.

Ruedo los ojos divertida—No traigo comida por si se lo preguntaban.

Las dos bufan—¿Entonces para que regresas?
—dice Nessa.

—Woah, eso ha dolido. Pensé que te alegrarías de verme, Ness.—le respondo con falsa lástima—Comeremos afuera—les informo.

Las dos chillan de emoción mientras que buscan como locas algo que ponerse de lo que empacaron en sus bolsos y yo solo río por lo dementes que se ven en este preciso instante.

Ahora, caminamos por las transitadas calles de la ciudad en busca de un lindo y tranquilo lugar donde estar. Mi padre ya había salido cuando nos íbamos así que no vio ni a Nessa ni a avani, menos mal.

—¿Que tal si vamos a esa cafetería?—avani nos señala un local que esta diagonal a nuestra posición.

Nessa y yo asentimos.

𝐀𝐁𝐔𝐒𝐎 | Jaden hossler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora