𝟒𝟎| Graduación

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Siento los flashes del móvil de mi madre nublar un poco mi vista

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Siento los flashes del móvil de mi madre nublar un poco mi vista. Ha esperado este momento toda su vida y no quiere perderse ningún momento. Vuelvo a sonreír y levantar mi mentón mientras mi madre vuelve a tomar mil fotos por segundo. Me dice que las mandará a enmarcar y a ponerlas por toda la casa. Observo como todos mis demás compañeros posan para sus padres con su diploma en mano y acomodan la borla de sus birretes a un lado. Como los maestros vestidos en súper trajes formales, hablan animadamente entre sí. Diviso a la srta. Brown en una esquina con otra maestra y me pasa por la mente lo ocurrido hace un año con aquella foto.. y me siento muy avergonzada por ello. Fui una puta inmadura al respecto y debí haberme quedado callada. Me quedo unos minutos observándola y nuestras miradas se encuentran, ella me sonríe. Bueno... al menos no me guarda ningún rencor. Yo le devuelvo la sonrisa para concentrarme de nuevo en mi madre.

—¿No te parece que ya son suficientes?—le pregunto, cansada. Los tacones que llevo me están matando y más si he estado media hora tomando fotos con ella sin parar.

—No pasa dos veces que tu hija favorita se gradúa—me dice mientras mueve la cámara para tomar varios ángulos de mi rostro.

—Soy tu única hija.

—¿Puedes dejar de atormentar a la pobre chica? Su cara lo dice todo—Ella me guiña un ojo con una mirada cómplice que me hace entenderlo todo. Rápidamente pongo mi mejor cara de dolor y cansancio cuando mi madre se gira a mirarme.

—No trates de jugar conmigo, Isobel.
—Le llama por su nombre completo lo que hace que mi tía suelte un bufido. Odia que la llamen por su nombre, dice que le quita lo divertido.

Claro, es la típica tía solterona, con complejos de ricachona que se ha quedado estancada en su fase adolescente. Es divertida y alocada. Es todo lo contrario a mi madre. Son dos polos opuestos. Recuerdo que cuando hacía sus viajes de mochilera por el país pasaba de visita a casa y mi madre le mandaba a mi habitación para evitar que saliera con mis amigos a mis primeras fiestas clandestinas. Ella daba gritos por el pasillo sobre cómo no tenía que salir, consejos y blah, blah, blah para que mi madre le creyese que por una vez en su vida era responsable. Pero no, por debajo sin que mi madre la viese, me susurraba preguntas sobre cómo sería la fiesta y que me pondría.

Es bueno tenerla de vuelta. Al menos está aquí para apoyarnos. Bueno, un poco más a mi madre que a mi pero da igual. Ya yo tengo a alguien, supongo que ella también necesita una.

—No seas una amargada de mierda. ¡Y no me llames Isobel, sabes que lo detesto!

Mi madre por fin baja su cámara y se voltea hacia mi tía. Le mira con sus ojos entrecerrados.
Oh no. Eso no es bueno.

𝐀𝐁𝐔𝐒𝐎 | Jaden hossler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora