𝐄𝐩𝐢́𝐥𝐨𝐠𝐨

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Jaden

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Jaden.

Saco algunas camisas del último cajón, las doblo y las pongo encima de las demás. Reviso todo de nuevo, no quiero olvidar nada porque si lo hago Alison y mi madre se enfadarían conmigo por ello. Juro que ambas confabulan en mi contra.

Cierro la maleta con dificultad, tengo un montón de cosas adentro aunque sea la segunda pero al menos es la última. No se me dan estas cosas de organizar, para nada. La bajo de la cama y la coloco junto con mis demás cosas.

Le doy un vistazo a mi habitación, está completamente vacía a excepción de las botellas de vodka que bryce ha escondido durante años en el mismo lugar, a veces el bastardo venía solo por eso y sin ni siquiera avisarme, no quiero ni imaginarme que otra cosa habrá hecho. Se me viene a la mente los recuerdos del tiempo que Alison y yo estuvimos en su casa, se me dibuja una sonrisa pervertida en los labios. Que gran día.... Supongo que ambos estamos a mano.

A pesar de todo, me da un poco de tristeza dejar este lugar aunque no sea de aquí, nos mudamos desde que estaba muy pequeño y hice buenos amigos en todos estos años.

Escucho que tocan la puerta, por supuesto que no es mi hermana. Ella entra cuando quiere. Mi padre aunque estemos bien por el momento, no pasa mucho por aquí. A veces suele tener mucho trabajo y termina hasta tarde. No tiene mucho tiempo para pasarse por  nuestros cuartos pero estoy en un estado Zen, aunque suene demasiado infantil y ridículo. No voy a joder nuestra despedida para reprocharle sobre cómo cría a sus hijos. Ya yo me acostumbre a ello y Olivia también.

Mi madre se asoma por el marco de la puerta, me sonríe levemente y entra. Se sienta en mi cama y observa cómo organizó unas cosas que me faltan.

—¿No quieres llevarte tu álbum de fotos? Está aquella foto de tu lindo culito de bebé.
—Se burla.

—Mamá... me prometiste que no mencionarías eso de nuevo.

—¿Por que no? A Alison le encantaron esas fotos—trata de persuadirme. Sabe que cada que la nombre es casi imposible que logre resistirme.

—Solo llevaré una—cedo a lo que ella sonríe de inmediato—¡Pero no la de mi culito!—le aclaro.

Mi madre se encoge de hombros—No hay problema. De todos modos, la llevaré el día que vaya a visitarte.

Unos toques en la puerta nos interrumpen. Olivia se asoma con una sonrisa culpable, ¡Oh dios! ¿Que habrá hecho ahora?

—Mamá, creo que he quemado los brownies...

Mi madre se voltea a ella con los ojos bien abiertos al igual que yo. Solo espero que además de aquellos brownies, no haya quemado la cocina entera también porque joder, no podré irme hoy.

𝐀𝐁𝐔𝐒𝐎 | Jaden hossler Donde viven las historias. Descúbrelo ahora