Hogar dule hogar

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— Por un momento piensa en tu vida soñada.— cierro los ojos y comienzo a pensar en una casa parecida a la mansión donde vivo con James y un niño pequeño de ojos azules que corre hacia mi con un juguete en su diminuta mano.— Tienes el poder de hacer que se cumpla.
Está al alcance de tu mano.

Estiro la mano y conecta con la del niño de ojos azules que me ve con demasiada ternura.
— ¿mami?— lo abrazo sosteniéndolo entre mis brazos mientras que escucho como se ríe de felicidad pura e inocente.
Me asomo por la sala y veo una figura de hombre salir por el agua no logro reconocer su cara pero si veo su figura acercarse cada vez más...

— ¿¡Vanessa?!— abro los ojos y veo como James me ve sonriendo.
— ¿me quede dormida?— me levanto en aquel diminuto sillón que ocupa todo el resto de su casa y lo veo como me mira entrecerrando los ojos.
— Justo en mi sesión de relajacion.
Hago una mueca para que no logre ver mi sonrisa y me cubro la cara con las manos.
James me las quita y veo como también está sonriendo.
— Te odio.— le digo y retiro la vista de él hacia la pared donde está colgado el cuadro que me regaló la niña del pueblito.
Han pasado solo unos días desde que regresamos y James y yo nos volvimos muy unidos.

— ¿algo que pueda hacer para que me odies más?— James se levanta del sillón, solo tare una blusa grande de tirantes y sus bóxers.
Me miro a mi y traigo su camiseta extra grande.
¿Cuando pasó esto?
Les juro que no hemos hecho nada más que jugar videojuegos o fumar.
Odio fumar. Y los videojuegos.
Y a James.
— Si, no darme de comer.— le lanzo su bolsa de papitas.— está vacía.
Me sonríe y va hacia la cocina que solo está a dos pasos cuando tocan la puerta fuertemente haciendo que casi me de un infarto.
La cara de James se transforma en alerta y rápidamente me empuja hacia el cuarto.

— Quédate ahí. No salgas por nada. ¿entendiste?— me habla rápidamente y sin saber como reaccionar solo asiento con la cabeza asustada mientras la puerta sigue escuchándose.
James cierra la puerta del cuarto y me quedo ahí sola, me acercó a la puerta lo más que puedo y pego el oído a ella tratando de escuchar lo más que puedo.
Estos días solo nos estuvimos en su casa y nadie vino.
Aunque ayer en la tarde estaba un poco nervioso y no paraba de ver la hora pero no le tome importancia.

— ¿Que haces aquí?— escucho muchos pasos suponiendo que son varios hombres.
— Ayer no fuiste. Me desobedeciste.— reconozco esa áspera voz. Su papá.
El que lo vendió y después lo usa en sus peleas.
— No tuve tiempo.— La voz le tiembla un poco algo que nunca había escuchado en James.
— No me digas.— dice el señor mientras escucho pasos acercándose hacia acá.
— Te puedo conseguir el dinero de otra manera— le dice James antes de que el señor abra la puerta donde estoy.

— No.— el señor se aclara la garganta y chifla y escucho como los pasos se convierten en un golpe.
Me tapo la boca con una mano para no gritar que paren porque se que solo empeoraría las cosas.
Después otro.
Se que él papá vino a darle una lección por desobedecerlo. Es horrible.
Estoy harta de llorar pero no lo puedo evitar, el solo pensamiento de que un papá haya traído señores para que golpeen a su hijo me hace querer vomitar.
— ¿Ves el puño de ese hombre hijo?— le dice el señor con un tono de burla en su voz— es el que le va a meter a tu mamá.
Caigo en el piso arrodillándome asqueada.

Escucho el gruñido de James y sus golpes contra el suelo. Quiero abrir la puerta. Estoy a punto de hacerlo cuando el señor dice.— Basta.
Los golpes cesan y me sale sangre de tanto que me mordí el labio.
— Pasado mañana. Te quiero en el ring. Mañana te envío un mensaje donde será.— le escupe al suelo y después salen de la casa.
Abro la puerta lo más rápido que puedo y veo a James hecho un ovillo en el suelo.
Suelto un sollozo y me arrodillo rápidamente cerca de él para verle la cara.
— ¿Porque... el... tú...?— las palabras no logran salir de mi garganta.
Y pensar que tan solo unos momentos estábamos relajándonos en ese sillón de ahí.

— Lo siento.— dice James levantándose y después gruñir de dolor llevándose las manos a el estómago.
Tiene un labio partido y sangre le sale de la nariz, como también un ojo morado.
No me imagino cómo está su cuerpo si ni siquiera se puede levantar.
— ¿lo sientes? déjame ver— nuevo mi mano hacia su camiseta y se la levanto viendo como se está formando unos grandes moretones, solo son aberturas por ahora.
— No quería que escucharas eso, te pudieron ver y...
Cierra los ojos del dolor.
Tomo su cabeza entre mis manos.— Déjame curarte.

Le ayudo a levantarse y lo coloco en el sillón.— ¿Tienes una caja de primeros auxilios?
Niega con la cabeza y estoy a punto de poner los ojos en blanco.— No pongas los ojos en blanco.
Me dice y se esfuerza por hacer una sonrisa.
Me muerdo el labio y voy por hielo al congelador pero solo hay una bolsa de pollo congelado.
Lo agarro y se lo pongo en la frente.
— Quédate aquí. Ahí vengo.— agarro las llaves de su carro y salgo lo más rápido que puedo de su casa.
Se me hace extraño ver la luz del sol, después de estar días encerrados en esa pequeña casa.
Pensaba que me volvería claustrofóbica pero al contrario.
Me siento rara sin esas paredes cubriéndome.
Manejo hasta la farmacia más cerca que encuentro y me bajo, antes de entrar me veo entre las puertas de vidrio y veo como solo llevo la camiseta de James, un chongo hecho en cinco dminutos y nada de maquillaje.
Nunca había estado más... descuidada.
Pero mis mejillas están rosas, y mis ojos brillan de algo.

Al entrar me topo con Kyle quien me mira sorprendido.
No.
Lo ignoro pero veo como me sigue por detrás.
— Vaya, Vanessa.— evitó mirarlo y voy hacia la sección de primeros auxilios y agarro muchas cosas y lo más rápido que puedo mientras siento la mirada de Kyle sobre mi.
— ¿qué quieres?— le digo mientras me acerco a la caja y le sonrió a la cajera que va pasando las cosas.
— Te ves... diferente. ¿Te enamoraste?— me rio.
— ¿qué clase de pregunta es esa?
Veo como entran un grupo de 6 hombres más a la farmacia y el papá de James.
No pensé que podrían estar por el vecindario todavía.

— Kyle tápame.— me pongo detrás de él para que el señor no pueda verme pero se que me vio a través de sus lentes oscuros desde que entro.
O tal ves me siguió cuando salí de la casa de James.
Kyle voltea a ver hacia los señores y después a mi.
— ¿los conoces?
Niego con la cabeza y me muerdo el labio.
La muchacha de la caja se me queda viendo asustada y me da la bolsa.
— Buen día.— se va detrás de la barra dejándome sola. Genial.
— Porque yo si.— Kyle se separa de mi y a hacia ellos apuntándome hacia donde estoy.
El corazón se me acelera y me dan ganas de llorar pero solo me quedo petrificada ahí donde estoy.
Agarro fuerzas de no se donde y agarro la bolsa para después salir corriendo de aquella farmacia.

Viviendo SIN sexoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora