{2T} 23 - Renacimiento.

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Matsuya abandonó la habitación de forma inmediata con un pergamino en su mano, que le había sido entregado por Ryuu, un mensaje para Suki que era, aparentemente, urgente.

Por su parte, la Totchi se encontraba en el campo de entrenamiento junto a su mejor amigo de la infancia, Inuzuka Kiba. Suki había vivido alejada de su familia de Konoha por su seguridad, estando siempre muy apegada al Inuzuka. Ambos se juntaban a luchar y entrenar cada que podían, era una tradición.

- Muy bien Suki, será mejor que des lo mejor de ti, porque Akamaru y yo no somos fáciles de vencer. - tomó posición de ataque junto a su compañero.

- Veamos si dices lo mismo cuando estés en el suelo implorando piedad. - Asió su arma.

Kiba usó el colmillo sobre colmillo, Suki utilizó aliento de dragón, pero antes de que sus respectivos ataques pudieran alcanzar al otro, dos paredes de tierra se interpusieron y, en el centro de estas, estaba la Hashi.

- ¡Matsuya-sensei! - exclamó Suki al verla cuando ambas paredes de tierra cayeron. - Es un placer volver a verla, ¿necesita algo? - la abrazó para luego sonreírle.

- Suki, no se que tan buenas noticias sean, pero necesito que leas este pergamino. - la Totchi la miró extrañada. - Tampoco sé su procedencia, solo sé que tenía que entregártelo de forma urgente.

La pelirroja no estaba del todo convencida de leer el mensaje, pero si era tan importante como le decía su sensei, era su obligación enterarse de aquello que le habían enviado. La Hashi y el Inuzuka estaban expectantes de la reacción de Suki, pero ella nunca se inmutó, de principio a fin su expresión fue inteligible. Cuando finalizó suspiró pesadamente, como si hubiera hecho un gran esfuerzo en leerlo.

- Voy a necesitar su ayuda. - los miró. - No puede hacer esto sola.

- ¿Qué dice la carta Suki? - preguntó Kiba.

- Matsuya-sensei, ¿hace cuánto tenían posesión de este mensaje? ¿Quién lo entregó? - ignoró totalmente a su amigo.

- Ryuu me lo entregó hace unas horas, pero él no puede recordar cuándo se le fue entregado. - pensó durante unos segundos. - Mencionó que una mujer pelinegra de ojos claros se lo había dado, pero no tiene muchos recuerdos.

- ¡Suki, maldición! - gritó Kiba para llamar su atención. - ¿Qué dice la carta?

- Es un mensaje de ayuda de mamá. - los ojos del Inuzuka mostraban su miedo, Matsuya no entendía en ese momento la gravedad del asunto. - Todo se puso peor desde que me fui, y tardé mucho en volver. Debo hablar con la Hokage. - se fue.

Matsuya estaba preocupada por su estudiante, ella misma les había dicho que los necesitaba, pero era cierto que no comprendía en lo absoluto la gravedad de la situación, lo cual la preocupaba aún más.

- ¿Kiba, qué tan peligrosa puede ser esta situación?

- Lo diré tan simple como esto: los hombres Totchi son la peor basura que hubo en la aldea. Tal vez usted nunca tuvo mucho trato con ellos, Matsuya-san, pero Suki es mi mejor amiga y si tiene un mensaje de ayuda de una mujer de su Clan, probablemente ya este muerta.

- En ese caso debemos ir con ella, puede que sea demasiado, ella misma lo dijo.

- La situación es algo complicada con su familia, pero estamos de acuerdo, debemos ir con ella y ayudarla a salir de todo lo que este relacionado con su Clan.

Los dos Shinobi siguieron el camino de la Totchi, Kiba pensó en llamar a Shino, pero prefirió dejar las cosas como estaban, a Suki no le gustaría seguir agrandado todo.  A Kiba le llegaron muchos recuerdos de lo que había sido la infancia de su mejor amiga, cuando la veía golpeada y llena de moretones, cortes, sangre seca y cicatrices antiguas, muestras del círculo vicioso al que era sometida. Los Totchi nunca habían sido Santos de la devoción de Matsuya, pero tampoco llegó a imaginar de lo que podían ser capaces con sus propios familiares, de lo que se escondía detrás de ellos.

Ojos color cielo. ºNara ShikamaruºDonde viven las historias. Descúbrelo ahora