Sin Oportunidad

4.9K 269 37
                                    

La linda Carol vive en un laboratorio experimental,

Duerme cerca de una mufla y habla con un matraz,

No quiere hablar de su pasado: se pone muy sentimental.

Te han pedido ganar su confianza. ¿De ello serás capaz?

Había una vez un laboratorio experimental fuertemente blindado. No era otro que el famoso Laboratorio Anti-Skullgirl Número Ocho, LAB-8, para abreviar. Más de un tercero se habría interesado en comprar los avances obtenidos tras sus muros, pero esa no era su finalidad.

La suya era una labor desinteresada, casi altruista; en el apelativo quedaba dicho todo. Y lo había demostrado una vez más el año anterior, siendo precisamente uno de sus proyectos quien había derrotado a la Skull girl.

O eso fue lo que averiguaste en una entrevista privada. Llevabas las notas más altas en la Facultad de Medicina, habría sido un desperdicio terminar atendiendo gastroenteritis agudas y discutiendo sobre la amenorrea inducida por aspirina. Aceptaste la oferta del LAB-8 de inmediato; oportunidades de ser parte de algo tan valioso sólo se encuentran cada mil años. Tu nombre, ahora, era "Joven Promesa".

Al paso de dos semanas descubriste la verdadera razón para tu llamado: estaban faltos de personal en Biología Molecular, y no precisamente buscaban formar reemplazos para los investigadores. Hacía falta reparar desperfectos en los muros, sacar copias, preparar café, buscar caricaturas clásicas para la estrella de la institución, barrer, trapear, archivar y tomar notas de evolución cuando todos escapaban por una pizza. Pronto todos olvidaron a la "Joven Promesa" y saludaron a "Sin Oportunidad".

Nada fue igual después de la derrota de la Skull girl; aquello que había sido el futuro, hacía grandes esfuerzos por mantenerse a flote. Pronto llegó la gran noticia: estaban por trasladarte, al fin. Sólo un breve trámite, y se acabaría el ser criado. "¡Al fin!" —Pensaste al escuchar el comunicado. Biología Molecular estaba por cerrar, y todos estarían en otras áreas. Sólo debías asistir a una junta con el subdirector.

—¿"Joven Promesa", no es así? —Saludó el subdirector del Laboratorio Anti-Skull girl número ocho al inicio de la junta— No tienes mucho de lo uno ni de lo otro, según estas notas de evaluación. Dime, ¿qué labor desempeñas, exactamente?

—Soy auxiliar en el área de Biología Molecular desde hace dos meses. —Devolviste el saludo.

El viejo soltó una siniestra risotada antes de proseguir con el cambio de turno.

—¡Así que todos tienen razón! Baja resistividad, alta ductibilidad; muy maleable y con alto punto de ebullición; gravedad específica baja y muy compresible. Te lo diré sin rodeos: eres el tipo indicado para la tarea que te asignaré, no pese a tu falta absoluta de carácter, sino precisamente por ser un blandengue sin oportunidad. —Hizo una mueca divertida— "Sin Oportunidad", es así como viene el informe.

El fuerte aroma del sevofluorano impregnaba todo en el atestado cubículo. Las desaparecidas gavetas ya habían dejado una silueta indeleble en las paredes, pintadas improvisadamente. Y la lámpara zumbaba en agonía. Los recursos estaban escasos todavía, y repararlo todo habría dejado sin fondos las áreas más importantes del complejo.

—Dime, ¿Es verdad que has hecho labores fuera de tu área? ¿Qué te dedicas a barrer, ordenar, archivar, etiquetar muestras sin identificar, disponer de residuos infecto-contagiosos y hacer copias a petición de tus colegas?

—Sí, así es.

—¿Tienes experiencia con los niños de Ileum?

—Sólo he tomado notas de evolución de dos. Buenos niños.

—Es suficiente experiencia para mí. A partir de ahora formas parte del equipo que hemos desviado al cuidado del ejemplar PW-36E-25-40.

En tus ojos brillaba la llama de la esperanza. "¡Algo grande estaba por ocurrir y seré parte de aquella evolución!"—Haré lo que sea necesario. —Afirmaste.

—No tan de prisa, Sin. Aunque no es tu ramo, y careces de casi toda experiencia en manejo de pacientes, eres lo único que nos queda para tales fines. ¿Has visto alguna vez al ejemplar?

—Sólo he podido ver su expediente. Femenina de quince o dieciséis años, múltiples intervenciones clínicas, parásito sintético parcialmente removido, historial de abandono familiar, actualmente usa antidepresivos tricíclicos y refiere dolor constante, con pobre remisión tras usar analgésicos.

—¡Ajá! ¿Y qué más?

—Su nombre es Carol. —Recitaste de memoria.

—Perfecto. Escucha, de los temas clínicos se ocupan otros más capacitados que tú. Lo que necesitamos es que logres ganarte su confianza, para completar su expediente. Hay detalles que se nos escapan de las manos y son absolutamente indispensables para su pronta recuperación. Usar sedantes no es suficiente para aliviarla, en todos los sentidos. Tenemos noticias de una confidente de su edad, o similar, nada más. Sería contra toda ética profesional recurrir a micrófonos espía o administrarle pentotal monosódico. Tras deliberarlo, los principales han decidido que eres el más indicado para obtener esa información. Sólo así, podríamos darle la vida que le ha sido arrebatada.

—Doctor, agradezco su atención, pero yo no soy psicólogo ni psiquiatra. Ileum tiene mayor experiencia en el manejo de sujetos similares.

—Ella sigue sumamente ocupada. No podemos reasignar personal del área. Y conoces bien que, sin ellos, algún otro laboratorio podría enviar a alguien más para asesinarnos a todos.

—Sí, lo sé. Disculpe. —Estabas rodeado.

—Ignora las notas agregadas al final de expediente, son observaciones parciales obtenidas tras entrevistar a sus compañeros en la escuela. Nada confiables.

El viejo terrible te pasó un abultado archivo: fotografías de cirugías, ampliaciones de cortes histológicos y aún entrevistas... todo estaba ahí. Pese a todo, estaba incompleto. Siglos de investigación clínica podrían adelantarse si alguien lograba arrancarle alguna descripción fidedigna a la paciente.

—Si tienes sentido común, estarás bien. Es una buena muchacha. Pero antes toma precauciones adicionales. —Advirtió el doctor— Antes de fallecer trágicamente, el buen Avian nos dejó esto. Siempre esperó nunca tener que usarlo.

El galeno sacó de un cajón en el escritorio una caja de metal oxidado, y la abrió. Adentro estaba un instrumento parecido a una pistola de perno.

—Habíamos estudiado en destruirla, sabes que ni aún Peacock ha justificado el tener eso. Pero, por tratarse de un caso especial el del PW-36Etcétera es mejor tomar precauciones adicionales.

—¿Exactamente qué es lo que hace esto? —interrogaste mientras tomabas el arma en tus manos.

—En términos legos, despolariza sin interrupción las conexiones positrónicas en un radio de dos metros. Sólo funciona en cyborgs, está de sobra decirlo.

—Así que es un rayo convulsivante. —Sentenciaste.

—Un resumen exacto, aunque poco elegante. Eres el único autorizado para portar eso aquí. Una cosa más: esta pieza es única. Si algo llegara a sucederle a, por decirlo, otro ejemplar dentro de estas paredes, o haces otro uso indebido, ya me comprendes. Se consideraría traición y alguien estaría autorizado a tomar las medidas pertinentes. Sé bueno con ella, y ella será buena contigo. ¡Adelante!

Por amor... ¡Hasta la locura! (Painwheel x Lector)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora