Capitulo 17: Otro secreto hasta la muerte

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"Cuando un vínculo que parecía inquebrantable se rompe, aun a pesar de que todo parezca perdido, de que todo ha terminado, siempre quedan cenizas de lo que en algún tiempo fue una gran hoguera. No pierdas la fe"

LUNA V

Y ahora estamos felices, cantando como si no hubiera mañana, con las manos arriba y el cabello bailando con el viento

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Y ahora estamos felices, cantando como si no hubiera mañana, con las manos arriba y el cabello bailando con el viento. Eso, mientras nos acordamos de por qué llegamos aquí.

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Después de comer, organizar las maletas, e ir a casa de Christine en busca de sus pertenencias —Hasta ese día había estado usando mi ropa, y se quejaba diariamente cuando no conseguía algo que ella denominara "aceptable, para ser de mi amiga la que tiene unos gustos de mierda"—, lo que siguió fue solo investigación. O, para ser exactos, tratar de recordar. La verdad es que siempre supe donde vivía, pero al mismo tiempo acordé que si tenía que llegar allá, era por un asunto muy importante o algo de vida o muerte, mi muerte, exactamente.

Tenía cinco años y medio, mi mamá siempre esperaba que noviembre le pisara los talones a diciembre y así colocar todas las decoraciones. Ese año creía que no iba a suceder.

Mi papá, la persona en la que colocaba mi confianza, mis sueños, mis secretos más preciados, la persona a la cual pedía consejo, mi amuleto, mi apoyo, el hombre más importante para mí, hizo como si lo que acabe de nombrar solo fueran palabras y nos abandonó.

Y mi madre, ella quedó tan afectada que hizo como si fuera un cuadro pintado en la pared y no necesitara en este momento mucho más de ella. Era como un robot.

Se despertaba temprano a hacer el desayuno, se quedaba viendo la pared blanca detrás de mí cuando comíamos juntas aunque no hubiera nada, se levantaba nuevamente y hacía el almuerzo que siempre sabía a lo mismo y tenía, casi todas las veces, pedazos de etiquetas o empaques de los alimentos ya que ni siquiera se esmeraba en hacer eso bien, permanecía otro rato más pensando con los ojos perdidos, cocinaba la cena y al finalizar se iba directo a la cama, sin despedirse, darme un pequeño abrazo o por defecto un beso de buenas noches.

Desconocía por completo lo que era afecto.

Una rutina que no cambió durante mucho tiempo y cuando intentaba llamar un poco su atención para contarle sobre mis amigos invisibles o alguna travesía que me inventaba para dar luz a mi vida, solo me observaba fríamente, golpeaba algo, lo que fuera que tenía cerca con su puño y volvía a ese estado. Por eso me había cansado de intentar.

Y bueno, ella me sorprendió ese mes.

Estaba en mi habitación jugando con mi muñeca Barbie, la cual envidiaba profundamente por su vida perfecta, cuando me llamó suavemente.

Pensé que iba a regañarme porque había colocado la vajilla un milímetro más allá o porque había desordenado su cama, pero no. La encontré con un vestido floreado y con su cabello negro recogido en una coleta alta, mientras me ofrecía su mano.

Mi vida con Laura ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora