-¿lista? –Jimin preguntaba preocupado.
-Sí, lista
-Piensa todo con claridad, porfavor
-Sí, no te preocupes
El timbre de tu casa te interrumpía.
-¿llego?
-Si, creo, te colgare aquí
-Está bien, te mando mucha buena energía ¡fighting!
-Gracias Jimin
Colgabas.
Caminabas hacia la puerta y la abrías encontrándote a Jin vestido con una gabardina Gris, una camiseta blanca pegada, unos jeans negros y unos tenis negros.
-Pasa –Te hacías un lado para que Jin pasara.
-Tu nuevo departamento...es muy lindo –Decía Jin mirando alrededor.
-Gracias, siéntate –Le decías mientras le señalabas una de las sillas de tu comedor –¿Quieres algo de tomar?
-Un vaso con agua está bien –Te dirigías hacia la cocina y le servías su vaso con agua. Regresabas al comedor en donde Jin estaba sentado.
-Toma –Se lo ponías al frente de el sobre la mesa. Te sentabas frente a el.
-Muy bien, ¿Qué tienes que decirme?
-Si...Jin, no sé cómo comenzar.
-Yo si, quiero comenzar –te miraba fijamente –Por favor, créeme, te amo, te amo demasiado.
-No, no digas cosas de las cuales yo...no te creo.
-Mira, sé que tienes muchas dudas y te comprendo.
-¿La amabas? A mi hermana.
-No, jamás la llegue a amar, solo...fue un capricho.
-Un capricho que nos llevó al divorcio.
-Si, lo sé –Bajaba su cabeza –Pero créeme, no la ame nunca, nunca como te ame y te amo a ti.
-Jin, comprende por favor, creerte en este momento después de todo, es difícil.
-Sí, y estas en todo tu derecho de no creerme.
Un silencio inquietante dominaba la habitación.
Te arrepentías de haberlo citado.
-Yo jamás pensé que pasaría todo esto –Jin hablaba.
-Claro idiota, en ningún matrimonio se piensa eso –Respondías brusca –Lo siento, no quiero pelear, solo quiero hablar como alguien civilizado –Te calmabas un poco –Jin, dime una cosa –Hablabas tratando de no perder los estribos –¿Por qué si dices que jamás la amaste y que solo me amabas a mí, me tratabas mal, me respondías bruscamente y no me tocabas ni un pelo?
-No podía con la culpa –Si, la culpa de haberse acostado con tu hermana.
-¿Te acostaste con ella? –Esa pregunta había estado rondando en tu cabeza desde aquel suceso.
Jin miro hacia sus manos, trago saliva.
-Si –Agradecías su honestidad, pero...eso dolió hasta lo más profundo del alma. Más allá del placer, de la lujuria...era que eso que era tan único entre los dos, se lo entrego a otra persona. Estuviste durmiendo con el hombre a quien le habías entregado tu intimidad y el la suya, pero el decidió compartir su intimidad con alguien más.
