Louis y Harry eran amigos desde pequeños, los balcones de sus habitaciones estaban uno frente al otro y fueron muchísimos días y noches en donde las risas cómplices se volvieron infinitas. Ya en su adolescencia, Louis no se conformaba con sólo tener una amistad, así que cada vez que veía un diente de león, pedía un deseo, rogando que algún día Harry lo viera como algo más que un amigo.