El trueno rugiente

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Gritos de agonía. Sangre salpicando la tierra. El choque de las espadas. Silbido de las flechas. Poderes rugiendo en el ambiente. La tierra parecía temblar. El ambiente se había vuelto enrarecido, algo oscuro y sangriento. Olor a sangre. A muerte. Shinigami estaría contenta, saboreando las almas de aquellos que caían en aquel coliseo, con la destrucción de una parte de la misma, con los espectadores enfrentando a sus asaltantes. Humanos. Dioses. Monstruos. Un enfrentamiento que parecía azotar el mundo sobrenatural. Todo parecía converger en aquel punto de la ciudad, en aquel viejo coliseo que había visto miles de muertes. Aquellas no eran las últimas, pero una guerra nunca había iniciado en aquel coliseo. Seres sobrenaturales contra humanos. Los héroes contra los monstruos. Aquellos que habían sacrificado sus almas contra aquellos que movían las cuerdas de los títeres que eran los humanos.

Movió sus ojos fijándose en la arena. Habían saltado. Sus seguidores. Sus campeones. Habían empezado a luchar contra aquellas deidades leales a su hermanastro, aquellos que le habían encadenado. Intentó levantar los brazos, oyendo como la cadena tintineaba por el ligero oscilantemente. Fijó su mirada sobre los oscuros grilletes. Estaba encadenado, atado en aquella posición mientras miraba como sus amigos peleaban por el librando una guerra por sus errores, sus decisiones.

Debo quitarme esta mierda.

Tiró de ambos lados de la cadena, oyendo el tintineo nuevamente, sintiendo que el frío acero rozando su piel por los grilletes. Tiró una segunda y una tercera vez generando tintineos constantes. Quería librarse de aquella posición encadenada, luchar y tomar la cabeza de su hermanastro.

Apretó los labios. Miró hacia el palco destrozado. No había rastro alguno de Uzumaki Menma, el Undécimo Rey de Uzumaki, aquel que había tomado su trono y su posición, dejando que mierda cayera sobre él como si fuera solamente un maldito animal.

Rechinó los dientes. Apretó los puños. Uzumaki Naruto estaba sintiendo hervir la rabia desde lo más hondo de su ser. Si pudiera...si pudiera tomar su espada...liberar su poder...todos aquellos seres sobrenaturales realmente terminarían formados en cenizas. Los dioses no morirían totalmente, pero Masamune permitía la eliminación del lado divino de un ser, dejando al dios sin su lado divino y terminando con su vida cuando estaba en su estado más vulnerable.

Añoraba eso.

No puedo liberarme de esta mierda.

Naruto dejó que el aire escapara de sus labios, sintiendo una gruesa mano empujando su hombro. Atlas. Hiperión. Ambos Titanes estaban centrándose solamente en él para no permitirle moverse de aquel lugar. Menma realmente había tomado una decisión totalmente estratégica al reclutar a los enemigos místicos de los dioses griegos. ¿O habría sido Indra el que había orquestado todo aquel? Esa variable era la más obvia, la que él seguiría. Si bien Menma realmente era inteligente, Indra era totalmente otro nivel. Un dios poderoso y destructivo. Del top 10 de seres más poderosos del universo compartiendo la posición con Shiva en el puesto 3. Aquel dios no era un peso ligero. Sería capaz de destruirlos a todos solamente con un movimiento de su dedo.

Debo escapar de aquí y tomar Masamune.

Si él tomaba la espada de su reinado, aquella sobrecarga sobre su cuerpo terminaría. Podría usar la Marca del Sol en todo su esplendor y podría lidiar con Indra si llegaba el caso. Secretamente él lo estaba esperando, tomar la cabeza del dios hindú con sus manos, dejar que todos vieran al poderoso Indra muerto, atravesado por el pecho con su espada.

Encontrar el modo de escapar.

Chillidos de animales. Rugidos de bestias. Ordenes de humanos lanzándose sobre sus enemigos. Uzumaki Naruto había pasado casi medio millar de años sin escuchar aquellos sonidos, los procedentes de una guerra. La última en la que él había tomado una real participación, fue hacía algo menos de mil años, ochocientos, cuando los bíblicos comenzaron a cazar a los paganos. Lidiar con los hindúes y los egipcios no fue algo demasiado sencillo de tratar. Si incluía a los cristianos, todo se complicó para él.

Naruto: El Cazador de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora