3. Trío Pervertido

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La hora del descanso. Cada estudiante amaba este momento a lo largo de la jornada escolar para poder tomar un merecido descanso y hacer las actividades dispuestas por los clubes o echar una siesta y comer un bento preparado por sus madres o novias. Aunque no lo parecía, dentro de la propia academia, algunos lazos amorosos se habían formado, creando el celo en los estudiantes varones que no habían podido conseguir una waifu para ellos, algo lamentable. Las chicas veían a los muchachos dejándose llevar, siempre presentes cuando las dos grandes Onee-sama se presentaban, haciendo caer tanto a chicos como a chicas a sus pies. Estas dos estudiantes eran Rias Gremory e Himejima Akeno, dos chicas de pechos voluptuosos y sonrisa siempre presente en sus rostros cuando saludaban a sus admiradores fueran masculinos o femeninos. Todos, menos Uzumaki Naruto, quien simplemente pasaba al lado de ambas chicas sin reconocer su existencia, algo molesto para los que se apartaban para dejarlas pasar como si fueran diosas. Naruto no reconocía la belleza de las chicas y su estatus de diosas, algo que dejaba asombrado a los chicos, para luego generar un odio que el rubio no sentía más que como una picazón de mosquito.

El estudiante dejó caer su bento sobre uno de los bancos dentro del club de kendo, poniéndose el uniforme y anudando la parte superior con el hakama oscuro, negro como la misma noche, mientras la parte superior era blanco, haciendo contraste con el mismo hakama. Tiró de ambos lados del cinturón, sintiendo como la tela se pegaba a su torso y como el mismo hakama parecía dejarle espacio. Tomó el shinai con la mano y se puso de pie, caminando hacia el gimnasio. Saliendo de los vestuarios, el chico observó como todo el club se había llenado de los miembros del club, encontrando que había un montón más de chicas que de chicos, algo normal cuando la misma academia había sido de chicas hasta hacía menos de un año.

Naruto detuvo sus pasos, sintiendo el suelo ligeramente frío. Era una sensación que siempre sentía cuando sus pies descalzos tocaban el suelo de aquel gimnasio de kendo.

Inhaló completamente para luego exhalar procediendo a hacer lo mismo un par de veces más, para luego mirar a sus compañeros y compañeras. Con solo una orden de la sensei, tanto chicos como chicas comenzaron a repasar las katas de kendo, algo que el Uzumaki encontró repetitivo, cansado y monótono. Ya había dominado cualquier movimiento y variación echa por la maestra y lo había memorizado en sus músculos, en su mente, en su piel. Cada parte de su cuerpo sabía reaccionar a las mismas en consecuencia.

Esto es demasiado tedioso.

El rubio desvió el shinai de su compañero de prácticas, posando el peso de su cuerpo en la pierna derecha, visualizando los movimientos de su adversario, como el chico quería arrinconarlo contra la pared. Pero ya había visto varios pasos por delante. Conocía demasiado bien los movimientos que haría su adversario y decidió actuar en consecuencia. Respiró con calma y se movió, guiando el shinai como si fuera una extensión de su brazo, no solamente un instrumento, entrelazándolo con el de su adversario y tiró hacia un lado, lanzando el shinai de su compañero a un lado, quedando él justo detrás del chico, quien cayó sobre sus rodillas, con los ojos completamente abiertos y sudando ligeramente.

―T-tan asombroso como siempre...Naruto...san...

Uzumaki Naruto no contestó. Se mantuvo en silencio mientras movió el shinai para apoyarlo sobre su hombro. Ni siquiera había sudado un poco. Una gota. Nada. Era como si tuviera una resistencia infinita. Mientras su compañero estaba en completa tensión, Uzumaki Naruto estuvo relajado por completo, entendiendo la situación y no encontrando peligro en ninguno de los movimientos, ni por parte de su rival ni por los de él mismo.

El rubio suspiró, exhalando todo el aire que había mantenido en sus pulmones durante el movimiento en su contra. Relajó los músculos y descanso el peso sobre la empuñadura de su arma.

Naruto: El Cazador de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora