8. Iglesia Sangrienta

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Naruto miró hacia la luna plateada sobre el cielo, un cielo oscurecido por la noche y donde las estrellas titilaban con su tenue luz que apenas llegaba a la Tierra. El cazador llevaba su gakuran completo, con sandalias y siendo oscuro, negro. Sobre el mismo, llevaba su haori granate con flamas azules, agitado ligeramente por el poco viento que hacía. El kanji de décimo estaba escrito en su espalda, con letras negras. Casi parecía una capa. El haori le llegaba hasta casi los talones, tal vez un poco por encima de los tobillos.

Era su legado. Naruto estaba llevando la representación de ser el décimo líder del clan Uzumaki sobre su uniforme de Cazador de Demonios. Aquel haori era una representación de lo que había sido anteriormente, de lo que fue cuando aún estaba en su hogar. Ahora solamente le recordaba su fracaso, sus errores, la sangre vertida por su culpa y las oportunidades perdidas. Había sido confiados. Confió en su poder, en su madre y en el respeto ganado. Nada de eso le sirvió.

Apretó la mano sobre su Nichirin, notando la guardia de la espada. Era su símbolo. El remolino escarlata de los Uzumaki. Todo aquel que lo viera, lo reconocería, siempre que supiera quienes eran los Uzumaki.

Naruto dejó de divagar, sintiendo como el viento azotaba la tela de su haori, moviéndola contra sus piernas libremente.

Hoy era el día en el que debían sacar a Asia Argento de la iglesia abandonada de la ciudad. Según los informantes de Giyū, el [Peón] de Gremory había salido, seguido de dos miembros más, hacia la zona donde los caídos tenían a la monja.

Hyōdō Issei.

Naruto estaba expectante de lo que el chico sería capaz de hacer. ¿Cuál era su Sacred Gear? Necesitaba entender el motivo por el que Rias Gremory había dejado morir a un humano para despertarlo como demonio y agregarlos a su séquito. Conocía a los diablos. Egoístas, amantes del poder y la pureza de sangre. Si Rias había tomado a Issei, había sido solamente por egoísmos.

Y no podía permitir que los diablos mataran a sus anchas en territorio del Shintō, por más corruptos que estuvieran los de la primera generación.

Naruto relajó su cuerpo dejando escapar el aire que tenía en sus pulmones, inspirando para tomar una nueva remesa de oxígeno y sentir su cuerpo frío por unos segundos, disfrutando de la sensación.

Slap

Giyū apareció a un lado del rubio, llevando su uniforme como cazador, con la Nichirin a un costado y su pelo siempre oscuro y atado levemente.

―Se han movilizado. Los miembros de Gremory han irrumpido en la iglesia―declaró el pilar, mirando hacia el frente.

Naruto no contestó, manteniendo los ojos cerrados y olisqueando el aire, captando el aroma de varios exorcistas pícaros, los miembros de Gremory y varios caídos de menor poder, destacando a tres o cuatro por encima.

―Al parecer están llevando un ritual acabo.

―Quieren extraer el Sacred Gear―expresó Giyū, mirando hacia la iglesia sin mostrar demasiado en su rostro―. Deberíamos intervenir. Las piezas de Gremory no podrán con semejante contingente. No en su nivel actual y teniendo un novato.

Rack

Naruto hizo crujir su cuello, notando un ligero entumecimiento en sus brazos, en su cuerpo al completo. El cazador estiró un poco, colocando bien su katana a su costado.

―Hace tiempo que no balo mi Nichirin de sangre―declaró Naruto, apretando el agarre sobre la misma―. Si ves alguna falla en mis movimientos, cúbreme.

Giyū no respondió y Naruto desapareció del tejado donde ambos cazadores habían estado. El pilar observó hacia la iglesia, captando el sonido de batalla entre exorcistas, caídos y diablos. Para mantener a la humanidad a salvo, ellos deberían desaparecer.

Naruto: El Cazador de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora