Uzumaki Mito

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La Marca del Sol no es algo que Amaterasu diera a cualquiera, que fuera un regalo sin valor o una insignia que no valiera nada. Amaterasu solo daría la marca de su poder, a aquellos que realmente lo merecieran, los que ella considerara dignos de portar su emblema. En total habían pasado unos trece campeones del sol, nunca necesariamente siendo los reyes de Uzumaki ni teniendo una estrecha relación con la guardia de la reina del Shintō. De los trece que habían llevado aquella marca, solamente tres fueron Uzumaki, uno de ellos siendo rey de ellos cuando la Marca del Sol se le fue otorgada a su nieto, Uzumaki Naruto, cuando ella vio el porvenir de su querido familiar semi mortal. Los otros diez, fueron diferentes guerreros, de otras épocas, llegando a no ser japoneses de origen. Por lo que el propio Naruto sabía, uno de aquellos portadores de las llamas del sol, fue un viejo sabio que pronto alcanzó la divinidad dentro, convirtiéndose en un dios cuando alcanzó la iluminación, haciéndose llamar Buda tras dejas su manto mortal.

Uzumaki había coincidido con el extraño dios en unas cuantas ocasiones, cuando los panteones hicieron su reunión de los mil años o cuando Amaterasu fue a visitar al mismo Buda, por consejo. Sería extraño que los dioses pidieran consejo a aquellos que fueron mortales, ¿verdad? Buda era, según Naruto, uno de los dioses más sabios que había conocido, pudiendo discernir entre el bien y el mal, viendo entre líneas. Mientras que los demás dioses veían por sí mismos, Buda estaba viendo por el interés general del mundo entero, incluyendo a las más insignificantes muestras de vida del mundo humano, como lo eran las plantas o cualquier vegetal del mundo. Nadie lo entendería, pero Buda parecía amar toda la vida en el mundo, aunque no mostrara demasiado esto frente a otros dioses. Él, de hecho, fue el causante del cisma entre Indra y Shiva, creando la división en el panteón hindú, sin un verdadero sentido aparente a esto.

Naruto respetaba a Buda mucho más que a cualquier otro ser en el mundo entero. Fue elegido por su abuela como uno de sus campeones y cuando alcanzó la divinidad, rechazó el poder de la marca solamente porque eso crearía un desbalance en el poder establecido en el mundo sobrenatural. Ningún dios debía entrar en poder de otro fuera de su panteón, sirviendo a alguien que podría destruirlos.

Con el egoísmo y los intereses aflorando en los panteones, que Buda devolviera el poder a su dueña, era algo de admirar. Cualquier otro dios lo habría mantenido para sí mismo, como una ventaja en un enfrentamiento o para subir en su escalafón dentro de su panteón, cediendo a sus propios deseos humanos y tomando el egoísmo como prioridad. Naruto conoció a pocos dioses verdaderamente honestos o amables con su pueblo. Incluso era de extrañar que un panteón entero amara a sus creyentes, como lo eran el nórdico. Ligados a la naturaleza por los vanir, dioses de la naturaleza misma, y los aesir, aquellos dioses mortales que podían morir y que lucharon fervorosamente contra los vanir hasta que Freya se casó con Odín, el Padre de todo.

Incluso ellos, los orgullosos aesir, se ligaban de algún modo a la naturaleza nórdica y parecían dispuestos a ayudar a los suyos cuando realmente era necesario. Solamente Loki parecía reacio a esto, siendo siempre convencido por Thor. Después de todo, el mismo Thor había vencido a los gigantes de Jötunheim con su poderoso martillo Mjolnir y su poderoso control sobre las tormentas y los truenos. El dios nórdico se hizo una posición en el mundo, ocupando un puesto en el Top 10 de seres más poderosos dentro del mundo sobrenatural. Naruto no discutiría la posición, pero sabía que el dios guerrero pronto podría lidiar con tipos como Indra o Shiva. No era de los que se quedaban cruzados de brazos y era capaz de destrozar a sus enemigos con un solo alzamiento de un simple dedo, elevando su aura mágica.

Realmente lidiar con ese pelirrojo, sería molesto.

Uzumaki miró nuevamente la marca del sol en su mano, pensando en los otros nueve portadores que él desconocía. Si bien sabía de Buda y los otros dos Uzumaki, los otros nueve portadores de la Marca del Sol escapaban a su mente e investigaciones. Que su abuela no hubiera querido hablar de ellos, tampoco le había ayudado a desvelar más sobre el poder que estaba llevando consigo en todo momento. Daba un poder abrumador. Tanto, que en su estado actual, cuando lidió con Akaza, había sentido como todo su cuerpo había sido presionado por el poder que brotó cuando usó sus verdaderas habilidades. Con todo su poder verdadero, aquello no habría sido tan duro de llevar.

Naruto: El Cazador de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora