Mantuvo los pendientes de cartas hanafuda entre su pulgar e índice, viendo cómo se movía levemente con el viento nocturno que estaba entrando por la ventana. ¿Cómo era posible que los tuviera ahí? ¿Eran reales? Naruto miró directamente el dibujo, viendo el sol poderoso, rojo, sobre el fondo verde y blanco. No comprendía porque el recuerdo del primer usuario de la Respiración del Sol había aparecido justo delante de él, salvándole de morir a manos de un demonio por su simple erro de llevar solamente un bokken a modo de defensa. Pero aquel demonio no era normal. Sintió una sensación que había comenzado a recorrer su cuerpo y que se instaló en su pecho y se quedó allí, dejándole completamente helado. Hacía años, cientos que no sentía aquella sensación.
Otra vez esos recuerdos.
Tomó su rostro con la mano derecha, moviéndolos dedos y mostrando su ojo izquierdo, azul como el zafiro mismo, observando el pendulante pendiente en su mano, entre sus dedos. Naruto fijó su ojo sobre el mismo pendiente, viendo como se movía, como si fuera un atrapasueños, quedando completamente cautivado. El chico parpadeó, moviendo el brazo y dejó sobre la mesilla el pendiente hanafuda, junto a su gemelo. El Uzumaki respiró con calma, mirando ahora el techo.
Danza bajo la nieve. Disfruta del baile ardiente. Siente la sensación del fuego recorriendo tu cuerpo. Sé el testigo de la bondad de los dioses, Naruto.
Chasqueó la lengua, sentándose y tomando su rostro con ambas manos, jadeando. Sentía un cálido sentimiento recorriendo su cuerpo, como si fuera fuego que deshacía el frío que había instalado la presencia de Tsugikuni Yorīchi.
Era imposible que aquel hombre hubiera logrado sobrevivir mil años hasta la época actual. No, era imposible. Ni siquiera creía que fuera una representación holográfica mágica. No sintió nada cuando lo vio, salvo una enorme frialdad.
Y todo aquello solamente le llevó a preguntas inquietantes. Más cuando los sueños se repetían estando despierto. Aquellos ojos rojos. El rostro pálido como el de un muerto. Kibutsuji Muzan se estaba mostrando cuando él estaba dormido. Lo conocía. Estaba presente en los tapices de su familia...no, solamente por eso no lo conocía. Había estado cuando Muzan fue derrotado la primera vez. Había estado cuando los Cazadores habían dado sus almas. Había estado...cuando él mismo, Uzumaki Naruto, selló a Kibutsuji Muzan durante mil años.
Deslizó su cuerpo, quedando sentado al borde de su cama, sintiendo la cálida noche primaveral cercana al verano. Naruto suspiró, expulsando todo el aire posible y se levantó, observando el despertador sobre su mesilla, viendo que eran las 4:00 de la madrugada. Pero no podía dormir. No ahora que los demonios habían escapado del sello. Los seguidores del demonio serían crueles con la humanidad. Incluso los diablos verían aborrecidos lo que ellos harían.
¿Qué diferencia había entre demonios y diablos, cuando ambos eran descendientes de Lucifer? Los demonios eran capaces de destruirse así mismo y seguían a Kibutsuji Muzan hasta la muerte, solo por miedo. Los diablos, por más depravados que eran destrozando su propia sociedad con la diferencia de los sangre pura y los sangre sucia, eran incapaces de unirse contra un enemigo, a menos que ganaran algo. Muzan guiaba a los demonios para lo que quería y no tenía que obtener algo por codicia. El mundo era suyo.
Naruto asomó su rostro hacia el exterior, sintiendo el aire golpeando su rostro y meciendo los mechones de su cabello. No parpadeó por más aire que hiciera, observando las estrellas pintando el cielo oscuro.
"Crew. Crew"
Naruto movió la cabeza y alzó el brazo, dejando que un cuervo se posara en su antebrazo, clavando levemente sus garras en él. Guío la mano izquierda y deslizó un par dedos por su plumaje, dando una leve sonrisa al animal.
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Naruto: El Cazador de Demonios
FanfictionUzumaki Naruto es un estudiante normal en la academia Kuoh, con unas calificaciones promedias y sin nada demasiado destacable, salvo su enorme y sorprendente habilidad para el kendo. En un mundo donde lo sobrenatural parece haber cobrado vida de un...