1. Solamente humano

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Demonios. Ángeles. Caídos. Diablos. Cualquier ser que entrara en la definición de fantástico, de sobrenatural, parecía haber cobrado sentido y una realidad alarmante para Hyōdō Issei, un muchacho de cabello castaño y ojos avellana que se encontraba en el suelo, con una lanza en su vientre, sangrando levemente mientras una mujer estaba sobre él, retorciendo su arma de luz mientras reía, enseñando los dientes y un brillo excitado ante el sufrimiento del adolescente. Ningún ser sobrenatural debía atacar a un humano sin algún motivo concreto y excepcional, porque si no la guerra podría darse nuevamente y nadie estaba preparado para derramar nuevamente la sangre de sus hermanos. Pero aquella mujer, quien retorcía la lanza sobre el vientre de aquel muchacho, no parecía importarle una regla escrita desde hacía casi dos mil años, cuando todos los seres sobrenaturales, decidieron alejarse de los humanos. No le importaba demasiado crear caos y derramar sangre de inocentes. Ni siquiera se estaba tentando la mano con un muchacho que solo le había mostrado devoción, a pesar de su lado pervertido. No, aquella mujer de cabello oscuro como su misma alma, solamente veía a los humanos como meros instrumentos, como juguetes para disfrutar.

Mostrando sus alas negras como la noche, dejando caer plumas sobre el cuerpo de un somnoliento Issei, aquel caído movió la lanza, sacándola del cuerpo del adolescente castaño, quien sentía su boca inundada de sangre. Tosió, manchando su propia camisa de rojo, mientras el brillo de la vida se iba filtrando de sus ojos, dejándolo vacíos, nublados por la muerte. Y aquella mujer solamente miró a Issei, con sus ojos violáceos, mientras mantenía la lanza en su mano, sin importarle estar desprendiendo magia al usarla.

Raynare se separó del chico, deshaciendo dicha lanza, viendo como lentamente se sumía en el sueño eterno, quedando sobre el charco de su propia sangre, oscura, roja, casi negra. Frunció el ceño, convocando una nueva lanza, ajena a la sangre de Issei y lanzó la misma hacia atrás, viendo como quedaba clavada en un árbol de aquel parque , vibrando, levantando algo de humo y quemando la corteza.

Chasqueó la lengua, viendo la figura de otro adolescente a un lado, con la cabeza movida hacia la izquierda, como si hubiera esquivado el movimiento hecho por ella misma, algo imposible para un humano. No detectaba que fuera un demonio ni un ángel.

Aquel muchacho, cubierto ligeramente por las sombras, dejó caer un par de bolsas al suelo, indicio de que había ido a la compra y tomó la lanza de luz con su mano derecha, arrancándola del árbol de un tirón, asombrando aun más a la caído y se la devolvió. Raynare no se movió por la sorpresa, sintiendo como aquella lanza pasaba por un lado de su cabeza, casi cortándole el cuello. Sintió la sangre gotear por el mismo, escurriéndose por la piel lentamente, gota a gota.

Tragó saliva. Algo que Raynare no había sentido, era el miedo que ahora golpeaba su pecho, haciendo que su corazón golpeara fuertemente contra el mismo, sintiendo impotencia, como sus piernas flaqueaban ante la presencia delante de ella.

¡Reacciona! ¡Es solamente un humano de mierda!

Convocó una nueva lanza, más fuerte, desprendiendo aun más magia, haciendo vibrar ligeramente la capa de escudo colocado anteriormente por ella, obligando al adolescente a levantar un poco la cabeza, percatándose de que había sido encerrado.

―Ya veo―el murmullo llegó a los oídos de Raynare, quien se repuso del miedo inicial, mirando divertida hacia aquel humano ensombrecido, con sus ojos violetas, moviendo la lanza―. Estoy encerrado.

Pero el joven no mostró miedo ni ansias por salir de aquel lugar. Sus ojos miraban la cúpula que le impedía salir, parado entre las dos bolsas de plástico completamente calmado. Bajó los ojos, mirando directamente a los ojos de aquella mujer, quien reculó unos pasos, nuevamente abrumada por la sensación ahogante que aquella figura emanaba hacia ella, como si estuviera completamente acostumbrado a escenas similares.

Naruto: El Cazador de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora