9. Una charla con demonios

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Naruto tomó las notas sobre su mesa, metiéndolas dentro del maletín que llevaría hacia la academia, con los apuntes necesarios para poder repasar un poco antes de la prueba. Giró la muñeca, observando que aun le quedaba como unos veinte minutos antes del inicio de las clases, por lo que tenía tiempo de sobre. Naruto tomó el maletín con la mano derecha y salió de su cuarto con pasos lentos, respirando con calma y bajando la escalera, oyendo las charlas de algunos de sus compañeros. Compartir edificio de apartamentos, a veces no venía mal. Sobre todo, cuando no tenía los apuntes de las pruebas y necesitaba algo de ayuda.

Se despidió de los compañeros, quienes entraban una hora después debido a los exámenes y colocó ambos auriculares en cada una de sus orejas y centrándose completamente en su mundo. Naruto siempre había estado mucho más cómodo escuchando música mientras caminaba, sobre todo si era de noche con aire frío y la luna brillando en la noche, despejada.

Caminó entre los estudiantes, mirando siempre hacia el frente, recordando cuando la hoja de su espada había sido bañada nuevamente en sangre; en la sangre de los enemigos de humanos.

Naruto conocía a los caídos. Conocía a los demonios como Cazador de Demonios. Y por ser miembro de los Uzumaki, conocía cada panteón en el mismo mundo. Había sido educado para ser la mano derecha de Amaterasu, puesto que había ocupado su hermanastro. Estaría regodeándose de ello, de toda la fama que había generado su clan. Naruto odiaba a Menma incluso más que a Kibutsuji Muzan, el demonio original y más poderoso.

Muzan.

Naruto había soñado varias veces más con aquel hombre Uzumaki, el hombre que luchó al lado de Tsugikuni Yorīchi usando una espada roja como las llamas del mismo sol. La Nichirin de aquel pelirrojo carmesí y de Yorīchi, habían mostrado un filo rojo brillante y candente.

Nunca había sabido nada sobre esa facultad de las espadas echas con aquel acero bañado con los rayos del sol. Naruto conocía a muchos herreros capaces de moldear el acero Nichirin y jamás le habían hablado comentado.

El cazador detuvo sus pies justo a la entrada, observando a dos figuras, una con más pecho que la otra. Naruto no se intimidó ante los ojos de Rias Gremory y Sōna Sitri, ambas mirándole directamente a los ojos.

―Uzumaki-san―adelantándose a su amiga de la infancia, Sōna habló primero para reprimir cualquier comentario mordaz del lado de Rias―. Nos gustaría tener una conversación con usted y su amigo, si eso es algo viable.

Naruto no contestó a las palabras de la presidenta del consejo, manteniendo la mano izquierda dentro del bolsillo y la derecha agarrando el asa del maletín. El rubio sacó la izquierda y se deshizo de los auriculares con calma.

―No estamos acostumbrados a hablar con miembros de la Facción del Diablo―Naruto declaró, guardando los auriculares en el bolsillo trasero de su pantalón―. Según las normas, no debemos socializar con seres sobrenaturales, a menos que sea una situación de vida o muerte. Mi tiempo como cazador terminó y no estoy afiliado a ninguna facción. Sin embargo, no me agrada que me vean con desagrado o superioridad―expresó, mirando de reojo a la Gremory―. Los diablos suelen ser frívolos y se creen el mayor mal del mundo. Estáis demasiado equivocados―Naruto ladeó la cabeza, mostrando una mirada gélida―. ¿Qué gano yo, con una simple charla con vosotras? Mi reputación terminaría por verse manchada.

Sōna recolocó las gafas sobre su rostro, no dejando que las palabras de Naruto hicieran mella en su semblante. Como heredera de uno de los Setenta y Dos Pilares del Diablo, debía saber mantener la cabeza fría en situaciones donde su interlocutor, fuera alguien como Uzumaki Naruto, frío, calmado y que podría jugar con las emociones. Naruto para ella, era demasiado misterioso. Un paso en falso, y jamás podría saber que es lo que haría a continuación. Y si lo que su amiga de la infancia le había mostrado era real, no sería demasiado conveniente tenerlo de enemigo.

Naruto: El Cazador de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora