Asesinar a un dios

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Matar a un dios, era una tarea imposible. Cuando un dios moría, este no moría realmente, si no que volvía a un estado infantil en el que eran manipulables por cualquier persona ajena a ellos o incluso por aquellos mismos que los acompañaban. Takemikazuchi fue uno de aquellos dioses que, cuando fue asesinado y volvió a un estado de niñez, le fueron impuestos miles de prohibiciones sobre sus poderes, y todo ello por aquellos que debían protegerlo y cuidarlo que, siendo guiados por el tremendo poder de su dios, decidieron limitarlo para que no usara sus poderes sobre ellos a modo de castigo. Si los Shinki del mismo dios no eran realmente de fiar, los dioses podrían terminar siendo juguetes de aquellos espíritus que habían salvado.

En sí había tres modos reales de asesinar a un dios completamente, haciéndolo desaparecer del mundo sin dejar rastro más allá de sus historias y mitos, e incluso esto sería borrado por completo. El claro ejemplo, fue el dios de la conquista, el decimotercer dios del panteón griego. Cuando Poseidón decidió terminarlo, no solo borró su existencia si no que todo mito e historia relacionados con él fueron borrados de la mente humana, de sus libros y de su historia. Nadie conocía a Adamas. Fue completamente borrado, dejando el mundo como si él nunca hubiera existido.

Uno de los modos para matar a un dios era con las Espadas del Yomi, armas creadas en el inframundo del shinto con el objetivo de borrar toda la vida divina del mundo. Eran un preciado objeto que la misma Izanami, aquella que moraba por los infiernos con el objetivo de la destrucción de todo aquello que una vez creó. Resentida con los dioses, o más bien con como ella terminó encerrada en el Yomi, decidió crear aquellas armas con el único objetivo de terminar con la vida de los dioses. Si una de aquellas armas terminaba dentro del cuerpo de una deidad, esta no existiría más, sería asesinada.

Otro de los modos, era con las legendarias armas icónicas de cada deidad, como lo era el tridente de Poseidón. Este fue usado para asesinar a Adamas, matándolo con un solo movimiento y borrando toda su existencia sin la posibilidad de renacer, pues los recuerdos sobre este dios fueron borrados, así como toda su historia no quedando nada de él en los anales de la historia.

El tercer objeto, serían los llamados Engranajes Sagrados. Estas armas fueron creadas para que los humanos pudieran luchar contra los seres sobrenaturales, llegando al punto de que trece poderosos engranajes fueron colocados como armas que podrían matar al mismo Elohim: los Trece Longinus.

Sun embargo, aunque estos eran poderosos artilugios para matar incluso a dioses, aún quedaba un método más que pocos conocían y que, por algún motivo, los dioses resguardan en sus bibliotecas para poder usarlo en un caso extremo.

Y con una creciente tensión entre los partidarios de Indra y Shiva en los cielos, muchos rezaban por poder obtener este modo, pues sin él Indra podría alzarse sobre los demás como el dios supremo, aquel que los gobernaría y tomaría el mundo en su mano.

Pero por suerte, aún quedaban dioses y panteones que no caerían ante sus encantos y promesas.

—¿Puedes repetirme nuevamente el porque te estoy ayudando?

Caminando con un enorme montón de libros, Mori Jin avanzaba gruñendo entre dientes, siguiendo a su guía en aquella enorme biblioteca. Desde que el legendario Sun Wu-Kong ayudó a su viejo amigo en su enfrentamiento contra las fuerzas de Indra, se había mantenido en la ciudadela de Uzumaki por un tiempo, esperando a que el rey finalmente despertara de su letargo.

Habían pasado dos semanas y él seguía en coma.

—Necesitamos todo libro, archivo, pergamino o papiro que hable sobre la creación del universo. Las Espadas de Yomi, aunque es más correcto llamarlas Hojas de Yomi o Acero del Yomi, están en manos de Rizevim en estos momentos. Y él no nos va a dar una como si fueran caramelos.

Naruto: El Cazador de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora