Sentía como su piel era desgarrada. Como sus piernas parecían flaquear ante la escasez de fuerza y su vista comenzaba a nublarse lentamente, cada vez más oscura. Su mano temblaba. La fuerza comenzaba a faltarle. El mango de la espada, resbala en sus dedos débiles, en su agarre aflojado por la falta de sangre. Sentía el sabor metálico, a óxido de la sangre atorándose en su garganta, desbordando por su boca. Pulmones estaban llenos de sangre. Le costaba respirar. Solo un poco...un poco de oxígeno. Algo de aire.
Naruto dio pasos temblorosos hacia atrás. La Nichirin escurrió finalmente de sus dedos, golpeando finalmente la hierba manchada de sangre, su sangre. ¿Cuánto hacía que no sentía aquella angustia? Estaba a las puertas de la muerte. Podía ver al Shinigami sonriendo, reclamando su alma. Pero no podía morir. Nunca pudo, cuando lo intentaron.
Ahora él está libre.
Una voz helada se instaló en su mente. Buscó algo para poder apoyarse. No veía delante de él. La oscuridad había ocupado su vista. Se había vuelto todo oscuro. No veía. No oía. Estaba solo. Pero el dolor seguía, persistente, recordándole que estaba vivo...todavía.
Intentó detenerse, volver al mundo de los vivos. Aun debía vivir. Debía hacerlo. Aunque él hubiera sido liberado, no tenía que morir todavía. Reinstaurar a su clan. Ocupar su puesto como el Décimo Rey de los Uzumaki.
Nunca fue un humano cualquiera. Ahora lo sabía. Al borde de la muerte, sus ojos se habían abierto. ¿Por qué los pendientes hanafuda? ¿Por qué el miedo? ¿La inmortalidad? No, nunca fue inmortal y eso era algo que Naruto comprendió justo ahora, en este instante. Nunca murió. Nunca abandonó la vida realmente. Solamente volvió a nacer. Diez veces desde la formación del sello y el encierro del demonio.
Ni siquiera debería ser real, se dijo el Uzumaki, abriendo los ojos. ¿Cuándo había caído al frío pasto? Sentía la hierba rozar su rostro, acariciarlo como una amorosa madre.
Pero el dolor persistía. Ni siquiera podía pensar en paz en su madre. Al borde de la muerte, uno veía su vida pasar, ¿no? Entonces, ¿por qué veía a un hombre con cabeza de halcón sobre él, mirándolo con aquellos ojos dorados? Sentía su malicia, su odio hacia él. Y lo comprendía. Muchos lo odiaban, por lo que era, por lo que será y por lo que fue. Toda su vida había estado ligado a una sola cosa: proteger a Amaterasu. De cualquiera, incluyendo otros dioses.
Naruto intentó levantarse, tomar su espada, pero aquel hombre lo pisó, con fuerza, mostrando un regocijo ante su dolor punzante. Estaba moviendo el talón sobre la herida.
—¡Argh!
—Oh, vamos. Esto no es mucho—declaró el hombre halcón, casi sonriendo. Era poco probable, pero Rias creyó captar la sonrisa en el pico de su enemigo—. Con lo que has sufrido...
—¡Bastardo! ¡Suelta a Naruto o...!
—¿O que, Dragón Emperador Rojo? ¿Me fulminaras con tu aliento? Eso es un poco divertido—expresó el hombre, centrándose en torturar al rubio. Naruto sentía su inconsciencia desvanecerse, lentamente, como si Morfeo lo estuviera reclamando...para llevarlo junto a Shinigami—. ¿No lo vas a intentar? ¿Ni un poco, mocoso?
—Tú...¡bastardo!
—Issei. No te muevas—Rias ordeno, mirando a los ojos de su enemigo.
—¡Ja! La cabeza roja es cobarde. Ojala ver a su hermano—declaró el hombre halcón, moviendo el talón, obteniendo un gemido de dolor de Naruto. El chico intentaba deshacerse de aquel pie.
Era imposible.
—¿Por qué? Solo es un bastardo.
—Es Horus, el dios celesta. Entra dentro de los dioses más poderosos—ella explicó con prisa, no queriendo lidiar con aquel ser divino. No estaban listos para ello.
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Naruto: El Cazador de Demonios
ФанфикUzumaki Naruto es un estudiante normal en la academia Kuoh, con unas calificaciones promedias y sin nada demasiado destacable, salvo su enorme y sorprendente habilidad para el kendo. En un mundo donde lo sobrenatural parece haber cobrado vida de un...