Honor. Familia. La senda del guerrero. Los samuráis llevaban eso en la sangre, grabado en sus almas cada vez que iban a la guerra. No se sacrificaban por un señor, por el dinero o por las tierras. Lo hacían por sus familias, por el honor, para salvaguardar el bienestar de los suyos hasta el final. Un samurái daría la vida por su señor, pero la daba aún más por lo que había detrás, por la gente que su señor protegía. Odiaban las tácticas cobardes y siempre darían la cara a los enemigos, aunque fuera la última vez que fueran a luchar. Muchos sabían que no volverían de una batalla, pero aun así daban la vida, sin temor, sabiendo que la diosa de la muerte los estaría esperando con los brazos abiertos, recibiéndolos en su seno para el descanso eterno.
Entre los clanes de samurái que hubo en Japón en la era feudal, uno se destacó por su habilidad con la espada, por lo arraigado que tenían el honor y la familia en sus almas. No levantarían la espada por dinero, tierras o por una afrenta a sí mismos. Lo harían si la amenaza era a su familia, a sus seres queridos. Tenían en la mente lo importante que era la familia. La familia se cuidaba unos a otros y no debían depender de extraños. Y ellos siguieron ese camino, centrándose en su familia, en su honor.
Siguiendo el camino del bushidō a rajatabla, se habían ganado la atención de la diosa del sol, Amaterasu, quien fijó sus ojos sobre los guerreros de cabello rojo y ojos índigo que vagaban por la tierra, manchando las hojas de sus espadas con las almas y la sangre de sus enemigos. Jamás dañaron a un inocente, a un civil o se dejaron embaucar por las melosas palabras de los demonios. Se mantuvieron firmes, presentando una voluntad que pocos humanos podrían demostrar durante las guerras.
La sangre no les importaba. En sus mentes, solo estaban presentes sus respectivas familias, que seguirían vivas tras aquella batalla y que aquellos muertos eran por el bien de sus esposas, hijos, padres y hermanos. No había egoísmo. No había maldad. Solo lo hacían por su familia, para que tuvieran un futuro, para que vieran otro día más de aquel oscuro mundo que ellos deseaban salvar.
Levantaban sus espadas en contra de sus enemigos para proteger a sus seres queridos. Odiaban el derramamiento innecesario de la sangre, pero lo harían si no había otro camino...si el enemigo no les dejaba otro camino que tomar. Y sus enemigos simplemente se arrepentirían de haberlos enfrentado. Luchar contra alguien que tiene algo que proteger, es casi un suicidio.
Viendo la resolución de aquel clan, Amaterasu Ō-Mikami decidió concederles un honor que pocos humanos podrían si quiera llegar a soñar: ser los guerreros del sol, los guardianes de la Reina del Shintō, de la diosa del sol, gesto que los demás dioses vieron con asombro y temor. ¿Qué tan poderosos eran aquellos humanos para recibir la bendición de su señora? Ningún humano había escalado tan alto. Pocos eran los que podían decir que habían conocido a un dios, y ahora un clan entero estaba siendo bendecido por Amaterasu, siendo bañados con el signo del sol.
Era un sueño. Debía serlo.
Pero Amaterasu Ō-Mikami fue clara con sus palabras, con sus bendiciones. Quería aquel clan de valientes hombres y poderosas mujeres bajo su protección, siendo su ejército personal y su guardia de honor durante las reuniones de los dioses.
No había discusión.
Susanō simplemente se encogió de hombros cuando le hablaron del tema y Tsukuyomi no hizo ninguna declaración sobre lo que su hermana había hecho llevando a simples humanos ante los dioses, colocándolos en un estatus superior y dándoles un sitio en las reuniones de los dioses como la representación del sol.
O al menos a uno de ellos.
La Marca del Sol fue otorgada al líder de aquel clan, colocándola en la mano derecha, como un sol dorado que daría poder a su portador cuando más lo necesitara. El mismo hombre o mujer al mando del clan, sería el Portavoz del Sol, la Voz de Amaterasu y un Rey de Reyes. Nadie podría discutirle y no sería juzgado por nadie que no fuera Amaterasu hasta el fin de los tiempos.
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Naruto: El Cazador de Demonios
FanfictionUzumaki Naruto es un estudiante normal en la academia Kuoh, con unas calificaciones promedias y sin nada demasiado destacable, salvo su enorme y sorprendente habilidad para el kendo. En un mundo donde lo sobrenatural parece haber cobrado vida de un...