14. El Phoenix

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Inspirar. Expirar. Mantener la mente en blanco, la respiración relajada, los músculos sin contraerse. Relajar el cuerpo completamente, hasta poder llegar a la calma absoluta. Mientras que los guerreros mantenían la creencia que la fuerza estaba en el arma y en el cuerpo; los cazadores de demonios habían sido un camino completamente distinto. Era cierto que el cuerpo debía de ser fuerte, poder realizar movimientos fuera de lo común para un humano normal y estar en una forma física que les permitiera luchar. Pero no dejaban todo al cuerpo. La mente. La respiración. La fuerza bruta estaba para los guerreros comunes y la respiración y la mente para los Cazadores de Demonios.

Una mala respiración, un cambio en la misma mientras se realizaba un movimiento, y el pulmón podría verse comprometido y el cuerpo colapsar por el fallo ocasionado, lo que degeneraría en heridas internas severas para los cazadores promedios y leves para los experimentados, o nulas en el caso de los Pilares, expertos en el cambio de una postura en medio de la respiración.

Cada respiración tenía un modo distinto de entrenamiento. Algunas eran más pesadas, como la Respiración de la Roca, que necesitaba un estilo pesado, más denso en comparación a la Respiración del Agua, la cual debía fluir como un río ligero, poder moldearse a los enemigos y cualquier dificultad.

Había diferencias sutiles y otras demasiado contrarias. Agua y roca eran eso, muy contrarias, con una siendo fluida, de una respiración constante y que pudiera moldearse a la necesidad y la otra siendo de una respiración brusca, fuerte, algo hosca.

Teniendo las diferencias en mente y la capacidad del cazador, cada alumno era entrenado por un instructor en una respiración a la que el estudiante fuera apropiado, con la que pudiera sentirse a gusto y siendo uno, como si jamás hubieran existido separados. Eso era lo que los Pilares o cazadores experimentados sugerían a los novatos, para que todo fuera acorde a un crecimiento fácil y que el cazador pudiera sacar todo su potencial y convertirse en alguien excepcional.

Si bien la mayoría seguía las directrices de los expertos, no todos seguían el camino que se les había indicado o para el que habían nacido, teniendo unos pulmones más acordes a un estilo de respiración en concreto. Algunos, no muchos, cambiaban de estilo sin miedo, no terminando en comprender el estilo al que estaban destinados y queriendo probar algo especial, distinto, que los pusiera a prueba.

Estos cazadores eran pocos. Su vida estaba en juego y muchos dudarían en poner su integridad en juego cuando podían seguir vivos por algunos años siguiendo las directrices dadas. No arriesgarían todo, solamente por probar otra respiración a la que no estaban acostumbrados o para la que no eran acordes.

Y aunque esos cazadores sobrevivieron más tiempo, no destacaron tanto.

Los miembros del Cuerpo de exterminio de Demonios que habían seguido un camino distinto, optando por una respiración para la que sus cuerpos no estaban preparados, habían dejado huella en el mundo, demostrando que un humano podría romper las limitaciones si se lo permitía.

Cuando unos pulmones eran puestos a prueba con una respiración para la que no eran acordes, estos eran forzados al máximo de su capacidad, a cambiar lentamente para amoldarse a la nueva respiración y no colapsar en medio de un combate, hundiendo a la persona en sangre.

El entrenamiento requería más tiempo del usuario. Un mayor esfuerzo. Más sudor y sangre por parte del cazador. Pero los resultados, eran completamente excepcionales. Los que terminaron sobreponiéndose, dejaron una huella dentro del Cuerpo de Exterminio de Demonios, coloquialmente llamados Cazadores de Demonios, un nombre simple usado por personas simples.

Aunque los demonios, jamás olvidarían el nombre de aquellos que los cazaban. Y menos, cuando eran cazadores con un abrumador poder, capaces de romper los límites humanos para tomar la vida de un demonio.

Naruto: El Cazador de DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora