Capítulo 33

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El día estaba yendo espectacularmente bien, después de terminar el desayuno todos recogieron, e incluso le permitieron llevar su plato a la cocina, lo cual a pesar de ser tonto le alegró, ya que Max la trataba como una princesa en casa y algunas veces eso la hacía sentir algo inútil.

También habían tomado un baño pues Cal y su padre estaban sudados por el ejercicio mañanero, y Max había preferido bañarla temprano para evitar el frío excesivo que comenzaba a hacer por la tarde.

Y justo ahora se encontraban decidiendo qué haría pues estaban cerca de la hora de comida. La villa era hermosa a su parecer por lo poco que conocía de ella, pero no era propiamente un lugar para salir y recorrerlo, era famosa por sus grandes resorts de sky y aguas termales, pero no estaba segura de que Max le permitiera hacer cualquiera de las dos cosas, algunas veces era demasiado sobreprotector.

—¿Podríamos ir a algún restaurante? –tres pares de miradas se posaron sobre ella, lo que la hizo sentir levemente apenada.

—Muy mal Dragomir, no haz llevado a esta chiquilla a ninguno de tus restaurantes favoritos, pero tiene suerte de que el tío Sandro este aquí para rescatarla.

Sin esperarlo la castaña fue tomada en brazos y en un ágil y rápido movimiento colocada sobre los hombres de uno de los hombres.

—¡No, huesitos, me puedo caer!

—No lo creo mi muñequita de trapos. –Y dos grandes manos la sujetaron por sus muslos sosteniéndola fuertemente y otorgándole seguridad—. Propongo que vayamos a comer al Sidecut Steackhouse.

—Por si lo has olvidado, "huesitos", ese restaurant abre hasta la tarde, a eso de las 6, aún quedan un par de horas para ello.

Alina volteó a ver desconcertada a Cal, para esa hora sería la cena y si llegarán a ir lo más seguro es que ella ya no tuviera estómago para comer, y sería una lástima haber salido y no probar nada del lugar.

—¿Podríamos preparar alguna botana para hacer tiempo? –su pregunta fue inocente, pero con grandes deseos de recibir un sí como respuesta.

—¿Chicos? –su padre volteó a ver a los aludidos quienes solo se encogieron de hombros y asintieron—. Por mi tampoco hay problema, así que comeremos algo ligero para poder ir en un rato al restaurant en ese caso. Por cierto Sandro, necesito de hablar de algo contigo, vamos a mi estudio.

La sonrisa juguetona que su padre le dio al pelinegro le pareció extraña y sospechosa, ¿acaso su padre estaría planeado algo? Sin decir nada Sandro la pasó a los brazos de Cal quien no dudo en tomarla entre ellos.

Ambos vieron como se alejaban por el pasillo hasta perderse en un giro que éste hacia.

—No quisiera estar en los zapatos de ese hombre –por la risilla traviesa que el castaño dejó escapar Alina estuvo más que segura de que su padre estaba planeando algo contra el pelinegro, y que Cal también sabía algo acerca de ello.

—¿Por qué?, ¿sabes qué hará papá?

Una mirada traviesa y un beso en su sien fue todo lo que recibió como respuesta ante su pregunta, pero no insistió más, tal vez fuera algo personal entre ellos tres y no quería que la consideraran alguien chismosa.

—Qué quieres hacer Ali, podemos jugar un rato, o colorear alguna libro de dibujos, o tal vez ver alguna película.

Alina meditó sus opciones y descartó la primera de forma casi inmediata, el jugar con juguetes infantiles era algo que no le atraía casi nunca, por otro lado no tenía muchas ganas de dibujar con crayolas, aún no le había pedido a su papá un par de acuarelas, tal vez para navidad pudiera tenerlas, por lo que se decantó por ver una película.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora