Capítulo 10

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Abrió los ojos somnolienta, y su primer instinto fue buscar el despertador de su buró, este no había sonado aún y puede que ya fuera tarde al colegio, pero al no verlo y desconocer el lugar se sentó de golpe asustada en la cama.

—Cierto... ya no estoy en casa.

Tocó suavemente las sabanas que la cubrían maravillándose nuevamente con la suavidad de las mismas, así como de la colcha, nunca había tenido nada igual, y si lo había tenido no lo recordaba.

Las sabanas que solía usar en casa eran viejas, habían perdido la suavidad que en algún punto debieron de haber tenido, y se encontraban percudidas por un mal lavado, además no olían tan bien como esas. Por unos segundos deseo poder pasar todo el día en cama, entre la comodidad y el calor que se sentía en ese cuarto.

Y ese pensamiento la llevó a otro, ¿podía llamar casa al antiguo lugar donde vivía?, para su asombro descubrió que sí, que había sido su casa por muchos años, pero no había sido su hogar... Eso había dejado de existir tan de golpe que siempre vivía con el miedo constante de poder olvidar como era todo antes, como era su padre, como había sido su antigua casa, antes de que su papá la vendiera y se mudaran... pero sobre, todo temía olvidar como era el rostro de su madre.

Su papá nunca hablaba de ella, y conservaba su imagen a base de los nublosos recuerdos de su yo infantil, y algunas cosas que había logrado salvar antes de que su padre se deshiciera de ellas como del resto de las pertenencias de su madre.

—Tengo que volver a casa a recuperar las cosas de mamá, no puedo dejarlas ahí, si papá las encuentra... seguramente las tirará.

Con eso en mente salió de la cama y fue al baño, primero se lavó la cara y después hizo sus necesidades, más despierta fue en busca de algo que ponerse.

Se sentía nerviosa de usar esa ropa nueva, de alguna manera sentía que estaba viviendo una mentira y que en cualquier momento despertaría a la realidad. Lo mejor sería llevar las cosas con calma, no encariñarse con nadie y no disfrutar tanto de ese mágico sueño.

Se puso un pantalón de mezclilla sencillo, una blusa de manga larga ligera y los mismos tenis que había usado ayer, por último se cepilló el cabello y lo ató en una coleta alta. Estaba lista... ¡pero que tonta, hoy era lunes!

Apresurada rebuscó en ese inmenso clóset en busca de su uniforme pero no estaba, sencillamente no estaba, ¿qué significaba eso?, ¿Maximus la había cambiado de escuela, ya no asistiría a la misma?, ¿tendría nuevos maestro y compañeros?, ¿sería igual que en su antiguo colegio, gente juzgándola por la mínima cosa?

Con desesperación volvió a buscar entre la ropa nueva que se encontraba colgada de las perchas, pero el resultado fue el mismo. Nada. Ahí no estaba su viejo uniforme.

Podía sentir un inminente ataque de nervios comenzar a llegar, la respiración comenzaba a agitarse en su pecho y cada vez le era más difícil respirar, además de que las manos comenzaba a hormiguearle, pero por qué estaba teniendo un ataque en esos momentos...

Tenía que calmarse, tenía que retomar la calma. Cualquier cosa tenía solución, sí, ella podía encontrar la solución a cualquier problema, ya lo había hecho antes, lo hacía siempre.

Unos toques en la puerta la alertaron, haciendo que solo se pusiera más nerviosa, nadie podía verla así, le dirían a Maximus y él podría no quererla más en su casa, y entonces a dónde iría... Dalton ya le había dicho una vez que si intentaba escapar nunca más la dejaría volver y entonces cosas malas le pasarían en la calle.

—¿Alina, puedo pasar?

¡Oh no, era el señor Dragomir!

Desesperada corrió a encerrarse al baño y se hizo una pequeña bolita en una esquina del mismo abrazándose a sí misma.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora