Capítulo 31

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Habían llegado poco antes de que oscureciera, el corto viaje se había alargado por un accidente automovilístico que había habido en la carretera, gracias a todo lo sagrado su pequeña ratoncita aún no había despertado, no deseaba que nada arruinara ese viaje, y el ver ese accidente seguramente le hubiera traído recuerdos dolorosos.

Ahora se encontraban rumbo al supermercado, se había olvidado de avisar que iría a la Villa y no había absolutamente nada de comer en la casa.

—Papá... ¿por qué los hombres de negro no nos siguen más? –ante el ingenioso mote que su pequeña le había dado a sus cuerpos de seguridad no pudo evitar reír un poco.

—Porque han ido a descansar al hotel cariño para poder venir en la noche, por eso.

—Oh, entonces Darrel y Bastian no se quedaran con nosotros, ¿cierto?

—Cierto ratoncita.

El resto del camino fue en silencio por parte de su castaña favorita lo cual no le extraño, Alina solía tener dos modos, tranquilidad absoluta o éxtasis total, con ella no había intermedios y eso contrario a molestarle le agradaba, porque la hacía única.

—¿Quieres quedarte en el coche cariño, o vas conmigo? –su castaña pareció pensárselo por un par de segundos antes de tomar su mano, señal que él interpretó como que iba con ellos—. Bien cariño, pero nada de golosinas.

—Eh... pero así no es divertido.

Entre protestas de parte de Alina bajaron del vehículo. Ciertamente no se encontraba del todo a favor de que comiera esas chucherías, pero de vez en cuando la dejaba comer algunas, entendía que era una niña y todavía le llamaban la atención.

—Será mejor que nos separemos para hacer las compras, alguien que vaya por las verduras, frutas y lacteos, y otro que vaya por las carnes y pescados.

—¡Yo voy con Cal!

El grito eufórico de su chiquilla pareció sorprenderlos a todos y no solo a él, y es que ella había parecido demasiado tímida hacía unas horas cuando se había enterado que sus amigos también irían al viaje.

—Muy bien Ali, ven acá preciosa. –El castaño extendió su mano y su ratoncita salió corriendo hacía él con entusiasmo, no pudo evitar que una sonrisa se plasmara en su rostro ante la escena—. Nosotros iremos por la carne, ustedes pueden encargarse de lo aburrido.

Antes de que tuviera tiempo de decir nada su chiquilla ya estaba halando la mano de Cal dentro del establecimiento, sin duda tenía prisas por conseguir su motín.

—¿Qué es tan divertido Max?

—Alina –comenzaron a caminar dentro del lugar con carrito en mano—. Quería al super para comprar golosinas, le he dicho que no, y no ha perdido oportunidad de irse con alguien más, y al parecer ha escogido al rival más débil.

Su comentario pareció sacar una verdadera carcajada del pelinegro, hace mucho que no lo escuchaba reír de eso modo tan libre. Desearía poder hacer más Sandro, pero por algo debía iniciar, y el primer paso había sido ese viaje, si todo salía como lo había planeado las cosas se irían dando por sí solas.

—Entonces crees que Cal es el rival más débil, es bueno saberlo. Aunque no estoy tan seguro en cuanto a que ceda a comprar golosinas para Alina.

El pelinegro se tomó su tiempo para escoger algunas verduras antes de caminar al siguiente pasillo.

—¿Por qué no, por qué es un médico?, vamos Sandro, creí que tendrías mejores argumentos. Hagamos algo, apostemos.

—¡Oh vamos Max!, ya no estamos en la universidad para hacer eso.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora