Capítulo 28

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Iban en camino hacía algún lugar el cual desconocía, Maximus se había negado a decirle nada, solamente que irían a ver su sorpresa.

—Cariño, necesito que te pongas esto –volteó a ver a su lado al pelinegro quien sostenía entre sus manos una cinta color negro algo gruesa, ¿quería tapar sus ojos?

—¿Por qué?, prometo no ver.

—Porque me temo que si ves la sorpresa se arruinará, y conozco lo curiosa que puedes llegar a ser cariño, no quiero que hagas trampa alguna –ante la mención de su curiosidad no pudo evitar hacer un pequeño puchero, está bien, algunas veces solía ser un tanto curiosa, pero eso no era malo.

—Pero papá... por favor, prometo no ver.

—Nada de peros ratoncita, vamos, cierra los ojos. Llegaremos muy pronto y podrás ver tu sorpresa.

Sin volver a rechistar cerró los ojos y le dio la espalda, o al menos tanto como el cinturón de seguridad se lo permitió, tan pronto se encontró privada del sentido de la vista su respiración se agitó por unos segundos, odiaba la oscuridad, pero el saber que estaba a lado de su papá la tranquilizó casi de inmediato.

De manera inconsciente buscó con su mano el cuerpo del pelinegro, su cercanía la hacía sentir segura, le gustaba el cambio de seguridad que había ocurrido, porque eso obligaba a su papá a que también viajara en la parte trasera del coche junto a ella.

Papá... nunca pensó en llamar de ese modo a alguien más aparte de Dalton, y aún a él, bueno, hace mucho que había perdido el privilegio de ser llamado de ese modo. Aunque... ¿qué sería de él ahora?

—Max... ¿has sabido algo de... Dalton? –un apretón en su mano le hizo ver que todo estaba bien, creyó que tal vez se pudiera enojar por la pregunta, pero eso era lo desconcertante en cierto punto de ese hombre, que nunca actuaba de los modos que ella esperaba.

—Lo último que me informaron de él cariño fue que lo vieron a las afueras de la ciudad, encontraron un coche viejo a su nombre, pero ningún rastro de él. ¿Quieres... quieres volver a verlo Alina?

No le paso desapercibida la leve pausa o el carraspeo que tuvo que hacer Maximus antes de poder continuar hablando, ¿acaso podría estar nervioso, tal vez asustado ante algo?

—Yo... –guardo silencio un par de segundos dedicándose únicamente a sentir la calidad de la otra mano que envolvía la suya—. No, él fue alguien importante en un punto de mi vida, pero hace mucho que perdió su derecho de estar en ella así como su papel, yo solo quiero que este bien, a pesar de todo... no le deseo el mal.

—Lo sé cariño, tu corazón es demasiado noble como para conocer siquiera ese sentimiento.

No pasaron más de unos cuantos minutos antes de que Alina sintiera como el coche se detenía por completo, habían llegado, a dónde, no lo sabía, pero ya faltaba menos para descubrir el final de su sorpresa.

—Bien cariño, voy a cargarte para evitar que te caigas, no queremos ningún tipo de accidente.

La castaña evitó decir nada, se sentía avergonzada de que la fuera a cargar para ir a donde sea que fueran... y más cuando los nuevos hombres de negro la verían también.

El sonido de la puerta de un coche siendo abierta la distrajo de sus pensamientos, y no tuvo tiempo para decir nada cuando su lado también estaba siendo abierto, y ella estaba siendo cargada por alguien, Max, su perfume era único.

No pudo evitar enganchar sus piernas a la cintura del mayor, era un acto reflejo de su cuerpo para no caerse, aunque tal vez no fue tan buena idea por el vestido, cuando estaba a punto de descruzar sus piernas una mano se lo impidió.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora