Capítulo 19

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Las manos le temblaban, no podía creer que dentro de esa caja se encontraran las pertenencias de su madre, sus más grandes tesoros, ¿qué sería lo que habría salvado del fuego, el álbum de recuerdos, la foto que guardaba debajo de su almohada?

—¿Quieres que te dejé sola cariño?

—No, quédate por favor.

Ella se refugió más entre los brazos del pelinegro antes de decidirse a abrir la caja, tenía miedo de no encontrar todo lo que guardaba, pero ya nada podía hacer ante ello.

Lentamente fue abriendo la caja, observando su interior. Y con manos temblorosas tomó la primera fotografía que había hasta arriba, se encontraba algo quemada de las esquinas, pero nada grave, era su familia.

—Ella... ella era mi mamá. –Dijo enseñándosela a Maximus.

—Era hermosa cariño, se parece mucho ti.

—¿En... enserio? –no pudo evitar que se le cortara la voz, nadie nunca le había dicho algo parecido—. ¿En verdad me parezco a mamá?

—Sí mi amor, te parecer mucho a ella.

Se mordió el labio inferior con tanta fuerza como pudo, no quería llorar, ese era un momento demasiado feliz como para arruinarlo con lágrimas. En cambio siguió viendo el interior de la caja, su álbum de fotos se encontraba dentro, así como otros dos más pequeños que nunca antes había visto.

Y debajo de ellos había más fotos sueltas desconocidas para ella, así como un par de collares delicados, y un relicario. ¿De dónde había salido todo eso?

Nerviosa tomó el relicario entre sus manos y le dio vuelta, tenía una inscripción. "Siempre tuya mi estrella, mamá". Con cuidado abrió el interior, esperando encontrar algo... y ciertamente lo hallo, era su mamá con ella de muy bebé.

Y no pudo contener más lágrimas, estas se desbordaron por sus mejillas cuando lo comprendió, algo dentro de ella le decía que era un regalo de su padre, tal vez el único que le había hecho después de la muerte de su madre... pero, qué significaba.

—¿Dón...dónde encontraron todo esto?

—Samantha me comentó que la mayoría de las cosas se encontraban en la primera planta, cerca de la puerta de entrada... Cariño sé lo que piensas pero...

—¿Enserio lo sabes Maximus? –se sorprendió a sí misma de su tono desafiante, nunca antes había tenido el coraje para hablarle así a nadie, mucho menos a él.

Escuchó un hondo suspiro a sus espaldas que la hizo voltear a verlo, sus ojos se encontraban cerrados y tenía una expresión en su boca que lo hacía parecer mayor.

—Sé que fue un regalo de mi padre, o al menos quiero creerlo así Max. No sé las razones que lo llevaron a quemar la casa, pero estoy segura de que él no quería que estos recuerdos se perdieran, después de todo es lo único que nos queda de mamá.

Hizo una pausa, tomando aire más porque sentía que las palabras la ahogaban que porque realmente le hiciera falta. No conocía realmente las razones de su padre para dejar todos esos tesoros atrás, tal vez no tuvo tiempo de sacarlos del incendio, o tal vez creyó que alguien los encontraría y se los haría llegar... cualquiera que fuera la razón estaba agradecida por ese último regalo.

—¿Puedo colocar las fotos en portarretratos Max?

—Por supuesto que sí cariño, mandaré a alguno de los chicos por algunos para que hoy mismo tengas tus fotos listas.

—Gracias...

Se abrazó a Maximus enterrando su cabeza en su pecho y dejando que su calor la invadiera, hace mucho tiempo que no se sentía así, y ahora con lo que había hecho su padre... tenía miedo de perder todo eso maravilloso que estaba llegando a su vida.

Mi pequeña princesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora